martes, 8 de diciembre de 2009

El choclo japonés

Diríase que sin atardeceres y noches de Buenos Aires no puede hacerse un tango
y que en el cielo nos espera a los argentinos la idea platónica del tango,
su forma universal (esa forma que apenas deletrean La Tablada o El Choclo),
y que esa especie venturosa tiene, aunque humilde, su lugar en el universo.
Fragmento de Evaristo Carriego, de Jorge Luis Borges



El choclo es un tango milonga compuesto por Ángel Villoldo, estrenado en 1903 y cuya partitura fue publicada en 1905. Es considerado uno de los tangos más populares, tanto que se cuenta que llegó a ser tomado por el himno nacional argentino.

La melodía del tango, característica de la llamada «Guardia Vieja» del tango, fue compuesta probablemente hacia 1898. Su estreno fue el 3 de noviembre de 1903 por la orquesta de José Luis Roncallo, quien había transcrito la partitura, en El Americano, un restorán de categoría del centro de Buenos Aires. Para evitar conflictos con el dueño del local en una época en la que el tango era asociado a las clases marginales, Roncallo presentó la obra como una «danza criolla».

Tuvo varias letras a través de los años. Sobre el origen del nombre, el maestro Francisco Canaro dijo en su audición radial "El medallón del tango" en el año 1954, que "El choclo" surgió de una apuesta realizada por su autor, Angel Gregorio Villoldo en un viejo bodegón donde existía la denominada "olla podrida". Ésta consistía en una gran olla de puchero en la cual los parroquianos, por cinco centavos, introducían el cucharón y comían lo que sacaban. Dado que el puchero de ese bodegón era famoso por los choclos que contenía el puchero y en virtud de que la apuesta se formalizó en ese lugar, el tango se llamó "el choclo”.




Nobuko tiene 24 años y su metro cincuenta armoniza con una delgadez extrema. Nació en Kyoto, estudió desde los tres años en la Academia Yamaha, se orientó hacia la música clásica y el jazz y a los 19 fue becada en Berklee. Su vida cambió el día que escuchó Buenos Aires hora cero, de Astor Piazzolla. "Ahí percibí la oscuridad de la música. Me propuse conocer Buenos Aires, componer tango", dice.

La pianista japonesa propone precisamente un cruce por Buenos Aires, lo que implica conservar lo que trae e intuir los lugares por donde andar mañana. Con espíritu vanguardista y profundamente influida por Astor Piazzolla, Nobuko se rodeó de excelentes músicos: Julio Pane en bandoneón, Damián Bolotin en violín, Patricio Villarejo en cello y Horacio Hurtado en contrabajo, para intentar una mirada personal y ecléctica del tango.






Letra: Enrique Santos Discepolo / Juan Carlos Marambio Catán

Con este tango que es burlón y compadrito
se ató dos alas la ambición de mi suburbio;
con este tango nació el tango, y como un grito
salió del sórdido barrial buscando el cielo;
conjuro extraño de un amor hecho cadencia
que abrió caminos sin más ley que la esperanza,
mezcla de rabia, de dolor, de fe, de ausencia
llorando en la inocencia de un ritmo juguetón.

Por tu milagro de notas agoreras
nacieron, sin pensarlo, las paicas y las grelas,
luna de charcos, canyengue en las caderas
y un ansia fiera en la manera de querer...

Al evocarte, tango querido,
siento que tiemblan las baldosas de un bailongo
y oigo el rezongo de mi pasado...
Hoy, que no tengo más a mi madre,
siento que llega en punta 'e pie para besarme
cuando tu canto nace al son de un bandoneón.

Carancanfunfa se hizo al mar con tu bandera
y en un pernó mezcló a París con Puente Alsina.
Triste compadre del gavión y de la mina
y hasta comadre del bacán y la pebeta.
Por vos shusheta, cana, reo y mishiadura
se hicieron voces al nacer con tu destino...
¡Misa de faldas, querosén, tajo y cuchillo,
que ardió en los conventillos y ardió en mi corazón.

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