sábado, 26 de diciembre de 2009

Paolo Conte, la construcción del fracaso cotidiano

«¿Jazz? Yo hago canciones». Sí, canciones que saben a swing de salón noble, cabaret cosmopolita o crucero por las Indias, a poeta irónico de la canción.

Una construcción del fracaso cotidiano recorre una parte de las canciones en las que desgrana indicios de supervivencia. Los protagonistas son «hombres de la posguerra» que viven a veces mediante sueños. Los signos de supervivencia son ingenuos muchas veces, pero situados en la canción para abrirla a la vida que es la posibilidad de los individuos que van discurriendo por ellas. El fracaso cotidiano se construye con suavidad y ternura.

Paolo Conte, es un músico italiano sobrio e íntegro, que transita los caminos del jazz con una solvencia enorme. Cantante, poeta, pintor y abogado, Paolo Conte es un prototipo multifacético. Nacido en 1937 en Asti, Italia, se inició tocando el Vibráfono y como autor de varias canciones junto a su hermano, y se hizo popular a finales de los 60 y principios de los 70 como compositor de la superestrella italiana Adriano Celentano.

En 1974 debuta como cantante y se dedica a grabar y actuar de tanto en tanto, quizá su creación más conocida es "Aguaplano". Don Paolo es Licenciado en Derecho, motivo por el cual se lo conoce como Avvocato, "Abogado". Tras treinta años de carrera y más de veinte discos a sus espaldas, no suele presentarse con frecuencia, pero cada vez que actúa la platea se llena.

"Me gusta la música moderna, pero es débil como el mundo actual; le falta profundidad artística"; toda una definición.
Este poeta irónico sale a escena con su inseparable piano negro, y tiende a alejarse del mundo y sus corrientes justo la distancia precisa para narrarlo con una mirada muy personal, del mismo modo que debe distanciarse de los temas nuevos para que vuelvan a tener "cierta virginidad inicial".





Sus canciones no son bagatelas a la búsqueda desesperada de la atención popular. Muy por el contrario; es la audiencia la que debe moverse hasta llegar a ellas. Pero basta con suspender temporalmente las defensas, soltar lastre y abrirse a la percepción. Entre tanto ruido y charlatanería, su pureza y su sutileza te toman por asalto.

En el creador piamontés se advierte una sofisticada cultura musical que le permite jugar con tradiciones que disponen de códigos muy tipificados, pero que subvierte convirtiéndolas en algo nuevo. Se nutre de ritmos latinos e imágenes de África o de las culturas precolombinas como el explorador europeo de la era colonial; fabulando con lo desconocido y atribuyéndole propiedades fascinantes. Y su ejercicio intelectual tiene siempre un punto de fuga irónico.





Los miembros de la orquesta con smoking, las luces teatrales usadas sin exageración, un fondo negro que rodea el piano del protagonista roto con maestría por la sola presencia de los músicos, respaldan al artista cuando sirve y lo dejan solo en el momento más importante. La orquesta suena, Paolo Conte dirige su voz y los instrumentos que lo rodean y lo exaltan. El sonido es puro, auténtico y llega directo a los corazones, la platea está atenta, dispuesta y receptiva en cada respiro del abogado de la música italiana. Paolo Conte brilla por su originalidad y por mantenerse fuera de todas las modas, los lugares comunes y los clichés de la música comercial de hoy día. Estas son las causas de su gran éxito.

Vida, cine, literatura y jazz, sobretodo mucho jazz: éstas han sido las constantes en la carrera artística de Paolo Conte. Creador de atmósferas únicas, de espectáculos en los que se combinan sin dolor todos los estados del alma –ternura, melancolía, absurdo, sarcasmo…–, porta un estilo único, inconfundible, donde todos los géneros se mezclan bajo el amparo de las luces del jazz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario