martes, 31 de agosto de 2010

El papel de la prensa sobre Papel prensa

Escuché por tercera vez lo que Jorge Lanata dijo en su programa de televisión, y leí por tercera vez también lo que él mismo escribió hace unos años sobre el mismo tema.
Francamente estoy exhausto.

Lanata tiene derecho a hacer con su reputación lo que quiera, puede hacer como efectivamente hizo, tomar algo que escribió él mismo hace años y cambiarlo, o llenarlo de medias verdades e imprecisiones para cambiarle el sentido, porque su subjetividad ha cambiado muchísimo. Éticamente no están bien estos refritos periodísticos, pero sólo está usando su derecho que usa como libremente quiera.

Lo que no le concedo, lo que no está autorizado, ni él ni nadie, es a poner en duda la integridad de los miembros de las organizaciones de derechos humanos argentinas. Hay que ser muy crápula, muy cretino, hay que tener muy poca dignidad, para llegar a semejante bajeza porque su crítica lo requiere para ser contundente. Quienes arriesgaron su vida en los momentos más duros cuando todos estábamos escondidos bajo nuestras camas, no merecen semejante falta de respeto.


Extracto del programa de Lanata: “No le creo a este Gobierno, y más sobre Papel Prensa”



Ésta, es la nota escrita también por Jorge Lanata y que fuera publicada en “Critica de la Argentina” el 13 de abril de 2008: http://memoriasanpedro.blogspot.com/2009/03/la-historia-se-escribe-en-papel-por.html en donce dice: "En esta historia el “periodismo independiente” se hace trizas, la libertad se vuelve una broma pesada y el doble discurso reina y se multiplica, en un eterno juego de espejos", y no sabemos si hablaba de él mismo.


¿Cuándo mentía: antes o ahora? ¿O con tal de estar en contra de la atroz dictadura totalitaria de los malignos hombres K somos capaces de olvidarnos de lo que pasó durante la dictadura? ¿Tan mala memoria tenemos? ¿Tan mal está mi patria?
No necesito que me respondan, lo sé: mentía antes, el de verdad es el de ahora. Ahora no miente, es quien él realmente es. Ahora sí lo puedo escuchar porque su subjetividad está aclarada.


Hepatalgina no conseguí, me tomaré un boldo... mi hígado está destrozado...


lunes, 30 de agosto de 2010

Cartas de ultramar



Hoy con La Negra, mi compañera, y en mi habitual búsqueda de información de aquí y de allá, leímos está nota http://fortunaweb.com.ar/la-recaudacion-tributaria-de-mayo-crecio-44-y-alcanzo-39-3447-millones/ en donde este pasquín nacional dice que: “La recaudación tributaria de mayo fue de $39.344,7 millones de pesos, con un aumento de 44,2% respecto del mismo mes del año pasado. Esta fue la cifra mensual más alta recaudada por AFIP en su historia”; y esta otra http://www.cincodias.com/articulo/economia/Argentina-destrona-Chile-pais-rico-America-Latina/20100504cdscdseco_44/cdseco/ en donde el tradicional periódico económico español nos cuenta que: “Los argentinos tuvieron un PIB per cápita de 14.561 dólares (11.192 euros) el año pasado, lo que representó un aumento de 1,1 por ciento comparado con 2008, mientras que el de Chile se ubicó en el segundo lugar con 14.341 dólares (11.023 euros) con una caída del 1,7 por ciento. El estudio se efectuó con datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), precisó la publicación que se especializa en negocios de América Latina” y también que: “Se espera que Argentina se mantenga en el tope de la clasificación, seguido por Chile y México, indicó la publicación”.
Entonces encontramos esto que nos pareció interesante http://marketing.iprofesional.com/notas/103357-En-pleno-boom-de-consumo-conviene-invertir-en-una-franquicia-reconocida.html en donde hablan de que: “En pleno boom de consumo, ¿conviene invertir en una franquicia reconocida? Es un negocio que miran de cerca los emprendedores y aquellos que recibieron algún dinero extra o una indemnización interesante. Hay más de 30 rubros con precios que arrancan en los $20.000. ¿Qué ganancias ofrecen y cómo les impacta la inflación?”

No sabemos si todo cambiará a partir de 2012, ojalá que siga igual y podamos seguir soñando nuestro proyecto de retorno…

Abrazos allende los enormes mares binarios,




viernes, 27 de agosto de 2010

Pensar desde el debate

Francamente, una de las pocas cosas que aprendí con los años (al menos aprendí algo) fue que uno no trabaja con la realidad como le gustaría que fuera, debe trabajar con ella tal y como es. Platón es muy bonito en nuestras cabezas, pero en la vida diaria, si no encaramos el tema desde la realidad no llegaremos a ningún lado. Lo perfecto seguramente lo imaginamos muy diferente, pero esto es lo que hay, y sobre eso debemos sacar nuestras propias conclusiones, en nuestra búsqueda honesta de la verdad, si alguna existe; o si pretendemos al menos acercarnos a la nuestra.

Cuando tenía la mitad de la edad que ahora tengo, encaraba inexorablemente mis análisis desde el ideal. Como los filósofos más obtusos, miraba a la sociedad creyendo que era como yo pensaba que era y no como realmente era. Y algunos amigos, lamentablemente, se empeñan en continuar por ese camino. Algunos, sé que desde la buena leche, son recontra-opositores a la atroz dictadura totalitaria y recontra-maligna de los hombres K. Otros, por supuesto también desde la buena leche, me dicen que todos los críticos de nuestro gobierno son idiotas útiles, o llanamente lacayos de "Los dueños de Argentina".
Siempre digo que, desde mi humilde verdad, apoyaré, incluso defenderé con entusiasmo todo lo que sé que está bien, incluso si los que lo hacen están gobernando. Y criticaré, incluso con dureza todo lo que sé que está mal. No temo que los “bien pensantes” me acusen de oficialista, o de lo contrario, porque a veces tengo suerte, me preguntan por qué, y disfruto de su asombro al escuchar argumentos. Incluso a veces me responden con argumentos, y entonces lo disfruto aún más.

Intento que las palabras que uso sean mías, y también haberme ganado con esfuerzo la subjetividad desde donde las pronuncio. No debemos comprar opiniones enlatadas. Los que te prestan sus palabras son como los que captan nuevos clientes para su droga, la primera te la regalan y la segunda te la venden. Eco repetía palabras de otros porque estaba condenada por un dios a no tener propias, parafraseando a Galeano, hoy la costumbre lo ha convertido en virtud. No sé pensar si no es desde el debate. Sostengo con convicción que pensar la sociedad no debe ser una construcción individual, para que sea útil, válida, y tenga razón de ser, debe ser colectiva.

No es fácil con el ritmo de vida moderna hacerse un tiempo para escuchar todas las voces, las honestas y las interesadas, pero hay que intentarlo. Es muy necesario contrastar con el resto de los medios de información lo que uno lee, abrevar en los del “interior”, no sólo en los de Buenos Aires, y sobre todo, hacer un esfuerzo para luego contrastar las informaciones recibidas con la realidad. La acumulación y repetición de una sentencia no la convierte en verdad, y mucho menos en realidad. Y no siempre el papel de la prensa es el que deseamos.

Digo todo esto porque el gobierno argentino acaba de cruzar El Rubicón, y política y retóricamente, las dos orillas del Rubicón, separadas por un estrecho caudal muy fácil de cruzar, representan la seguridad de la pertenencia a la tiranía y la peligrosa libertad. Y como dijo Julio César: Alea iacta est, la suerte está echada…




"Air" Suite orquestal N° 3 en Re Mayor de J.S. Bach interpretadas mágicamente por Yo-Yo Ma y Bobby McFerrin


Crece desde el pie, musiquita,
crece desde el pie
uno dos y tres, derechita,
crece desde el pie.

Crece la pared por hiladas
crece la pared
crece desde el pie amurallada
crece desde el pie.

Crece desde el pie, musiquita,
crece desde el pie
uno dos y tres, derechita,
crece desde el pie.

Crece la pared por hiladas
crece la pared
crece desde el pie amurallada
crece desde el pie.

Dentro de su lata la mata
crece desde el pie,
crece desde el pie la fogata
crece desde el pie.

Crecen los mejores amores
crecen desde el pie,
para sus colores, las flores
crecen desde el pie.

Crece desde el pueblo el futuro
crece desde el pie,
ánima del rumbo seguro
crece desde el pie.

Cantan para usted los cantores
crecen desde el pie
un poco de fe y los tambores
pueden florecer.

Crece desde el pie la mañana
crece desde el pie
el sonido de la campana
crece desde el pie.

Crece desde el pie la semana
crece desde el pie
no hay revoluciones tempranas
crecen desde el pie.

No olvides que el día y la hora
crecen desde el pie
después de la noche la aurora
crece desde el pie.

Crece la pared por hiladas
crece la pared
crece desde el pie amurallada
crece desde el pie.

No olvides que el día y la hora
crecen desde el pie
después de la noche la aurora
crece desde el pie.

Crece desde el pueblo el futuro
crece desde el pie
ánima del rumbo seguro
crece desde el pie.


Crece desde el pie
de Alfredo Zitarrosa
(1984)



jueves, 26 de agosto de 2010

La historia extraoficial

Es posible que algunas historias sean más extraoficiales que otras, o que algunas verdades sean más o menos verdades dependiendo de cuándo se relaten. Hoy son mentiras supinas, ayer verdades incuestionables, mañana quién sabe qué. Cosas vederes Sáncho, que non crederes; más coherencia no pidas. Historias de la historia sin fin, o verdades que van y vienen, o realidades vistas desde el agujero de la cerradura.

Desde el mismísimo Grupo Clarín han dicho sobre este tema: “Quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa”, y como reza el dicho popular: "A confesión de partes...".

Como sea, para bien o para mal, El Rubicón ya ha sido cruzado por el gobierno arentino, y política y retóricamente, las dos orillas del Rubicón, separadas por un estrecho caudal muy fácil de cruzar, representan la seguridad de la pertenencia a la tiranía y la peligrosa libertad. Como dijo Julio César: Alea iacta est, la suerte está echada


Papeles manchados
La planta de Papel Prensa S. A. en la localidad de San Pedro.
06-09-2009 / Clarín, La Nación y La Razón se quedaron con Papel Prensa como un premio de la dictadura.
por Eduardo Anguita

No es justo que el periodismo se valga de la historia para contaminar el presente. “Tirar archivos” suele ser un golpe bajo para castigar en lugar de debatir las cosas candentes de la actualidad. Pero, cuidado, porque la historia no sólo da perspectiva sino que, en muchos casos, tiene hilos conductores con el día a día. Este es el caso, porque Papel Prensa nació manchado de sangre pero, además, fue un negociado formidable que, hasta hoy, le brinda privilegios al Grupo Clarín, principal accionista de esa empresa.
La Nación, Clarín y La Razón se quedaron con Papel Prensa como un premio que la última dictadura les dio a quienes los acompañaron, con las proclamas y, sobre todo, con los silencios. Dos años de construcción de esa sociedad entre dictadores y propietarios de diarios fueron coronados de la manera más vulgar de los negociados: las empresas periodísticas pagaron ocho millones de dólares por un emprendimiento cuyo valor de mercado era de 250 millones. Tan burdo era el pacto, que La Prensa rechazó el convite del dictador Jorge Videla, excusándose en la filosofía liberal y no estatista de ese diario.

El papel de diario en el mercado argentino llega de Chile, de Finlandia o de otros destinos y cuesta más de 600 dólares la tonelada. Papel Prensa abastece a La Nación y Clarín (que luego se quedó con las acciones de La Razón), y guarda un pequeño cupo de papel para diarios “amigos”. No hay, en toda la Argentina, otras empresas papeleras dedicadas al rubro de los diarios. Algunas lo hicieron, pero de forma marginal. El privilegio de integrar verticalmente la producción no fue el fruto del ejercicio del periodismo independiente sino de una gigantesca operación política, económica y cultural que dejó sus huellas en el presente.
Una de esas huellas es la brutal autocensura de las empresas de medios para abordar esta historia que hoy resulta imprescindible para entender el comportamiento de Clarín frente al tratamiento de la ley de servicios audiovisuales, antesala de un camino de democratización de la palabra.
Marzo de 1976. José Alfredo Martínez de Hoz Cárcano asumió al frente del Ministerio de Economía nueve días después que la Junta Militar. El acto fue en el Salón Blanco de la Casa Rosada y estaba colmado de empresarios y no sólo de militares. Además de banqueros, petroleros y exportadores de carne y granos, estaban en pleno los dueños de los medios de comunicación. Su discurso pasó por cadena nacional. Su voz resultaba cansina, y los datos horrorosos: “En los últimos doce meses el crecimiento de los precios minoristas alcanzó al 566 por ciento y si en los próximos nueve meses la tasa marcha al ritmo del primer trimestre (de 1976), la espiral llegará al 788 por ciento”. El ministro sostuvo que eso produciría, entre otros males, “la proletarización de la clase media”. Para pasar “de una economía de especulación a una de producción”, el ministro anunció la liberación de precios y el aumento general de combustibles y tarifas –del orden del 30 por ciento–. Con respecto a los ingresos, “se suspenderá toda actividad de negociación salarial entre sindicalistas y empresarios, así como todo proceso de reajuste automático periódico de los salarios”. Martínez de Hoz derogó la nacionalización de los depósitos bancarios, la ley de inversiones extranjeras y el monopolio estatal de las juntas nacionales de Carnes y Granos, reemplazadas por el juego del mercado.

Y aquí un dato clave para entender el acompañamiento de la prensa escrita: el dólar tendría tres cotizaciones, la oficial a precio fijo, otra fluctuante accesible al público en casas de cambio y una tercera para operaciones de comercio exterior. En este último renglón, dejó dos productos –sólo dos– con dólar subsidiado: la importación de combustibles y la de papel prensa. El primer caso era para favorecer a las petroleras extranjeras en detrimento de YPF y el segundo para granjearse la simpatía de quienes tenían por delante la enorme labor de no hablar de los grupos de tareas que, por esos días, colmaban los campos clandestinos de detención con personas que luego serían tiradas al mar o enterradas clandestinamente.
Los empresarios de medios departieron amablemente con el general José Rogelio Villarreal, secretario de Prensa y Difusión, esa noche. Al día siguiente, sábado 3 de abril, el editorial de Clarín decía: “Aplicar esta política no conduce a perder la capacidad de decisión nacional, la que debe ubicarse en el suelo argentino, indeclinablemente, respondiendo a la voluntad y aptitud del Estado. Podría más bien inferirse que retardar el ritmo del desarrollo es lo que coloca a los pueblos en el riesgo de perder, entonces sí, su soberanía efectiva. Para robustecerla y afirmarla es necesario tener en claro cuáles son las prioridades a las que se debe atender y a qué ritmo hay que desenvolverlas. Para cumplir ese cometido la Argentina se ha puesto de nuevo en marcha, según lo muestran los acontecimientos”.
Salvo la revista Cuestionario, nadie se atrevió a reproducir la circular que la Secretaría de Prensa y Difusión de la Junta Militar mandó a todos los medios de comunicación para reglamentar el manejo de la información. Contenía 16 tópicos. “Inducir a la restitución de los valores fundamentales que hacen a la integridad de la sociedad: orden, laboriosidad, jerarquía, responsabilidad, idoneidad, honestidad, dentro del contexto de la moral cristiana. Propender a la atenuación y progresiva erradicación de los estímulos fundados en la sexualidad y en la violencia delictiva. Sostener una acción permanente y definitiva contra el vicio en todas sus manifestaciones”. Advertía: “Se reitera la absoluta prohibición de efectuar propaganda subliminal en todas sus formas”. No decía por escrito lo que los agentes del temible general José Rogelio Villarreal, a cargo de Prensa y Difusión, ordenaban en privado: nada de hablar de los desaparecidos. Esa es cuestión de Estado y no de tratamiento periodístico. El director de Cuestionario, Rodolfo Terragno, tomó una valiente decisión: publicó completa la circular, ya que consideró que era importante que sus lectores supieran los reglamentos para la prensa. Poco después, debió ir a Caracas para salvar su vida.

Papel Prensa. El general Villarreal, nacido en Santiago del Estero, había estado al frente de la Quinta Brigada con asiento en Tucumán, donde se desarrollaba el Operativo Independencia destinado a acallar cualquier resistencia civil, desde la guerrilla rural hasta la protesta docente, pasando por la liquidación de la histórica lucha de los cañeros tucumanos. Puntal del apoyo a los militares era el diario La Gaceta, donde se desempeñaba el joven periodista Joaquín Morales Solá, que ya era un ferviente defensor de liquidar cualquier vestigio de desobediencia civil y de todas las formas criminales con las que los militares actuaban. Fue Villarreal quien sugirió la incorporación de Morales Solá al equipo de selectos redactores de la sección Política de Clarín que firmaban “los logros del Proceso de Reorganización Nacional”.
Los vínculos entre las empresas periodísticas y los encargados de la prensa de la dictadura tuvieron muy distintas aristas. Fue en ese tiempo que la directora de Clarín, Ernestina Herrera de Noble, adoptó dos hijos, presuntamente apropiados por el terrorismo de Estado. Fue y es un caso paradigmático, que muestra las dificultades de la Justicia argentina para esclarecer aquellos casos que involucran a los poderosos. Pocos meses después de la adopción de estos niños, la viuda de Noble firmó la compra –junto a los presidentes de los directorios de La Nación y La Razón– de Papel Prensa. Fue un 17 de enero de 1977 y fue posible por una historia que todavía no tiene quien la pueda contar enteramente.
Papel Prensa había sido una iniciativa de otro dictador, Juan Carlos Onganía, quien en 1969, convocó a un centenar de empresarios de diarios y les ofreció hacer la planta productora de papel, un insumo crítico en esta industria que, hasta entonces, era importado. Onganía, con veleidades desmedidas, llamaba personalmente, por ejemplo, a Héctor Ricardo García, director de Crónica, para decirle “¡Ni se le ocurra volver a hacer una tapa como ésa. Le voy a mandar la infantería!”. Su propuesta fue, según recuerdan sus interlocutores de la época: “Yo les doy el papel a precio argentino y ustedes no rompen más las pelotas”. Pero Onganía no duró mucho más. Así, las acciones de Papel Prensa tuvieron un derrotero inusual y quedaron en manos de un empresario tan atrevido como imprevisible, David Graiver, quien podía negociar con banqueros neoyorquinos un día y al otro lavar plata de Montoneros. Nada muy distinto del negocio de los otros financistas. Graiver tenía pedido de captura por su vinculación económica con Montoneros y la dictadura tuvo la oportunidad de terminar de un plumazo con el affaire Papel Prensa cuando, en agosto de 1976, el avión en el que viajaba, en México, explotó en el aire. Si fue cierto o no, si Graiver cambió su identidad o si fue asesinado, es parte de una investigación que excede estas líneas. Lo cierto es que a los esbirros de la dictadura le costó muy poco esfuerzo que sus herederos se desvincularan de las acciones que, como botín de guerra, terminaron en manos de Clarín, La Nación y La Razón.

Una fábula. Para tranquilidad de todos quienes quieran visitar la página web de Papel Prensa, podrán encontrar una historia mucho más tranquilizadora que ésta. Es, claro, una historia oficial, llena de tesón y esperanza, cuyos dos primeros párrafos son un indicador de cómo el supuesto periodismo independiente trata la verdad, ese bien tan preciado para este oficio.
“La planta de Papel Prensa S.A. se inauguró el 27 de septiembre de 1978. Fue, y es, la primera empresa nacional dedicada exclusivamente a la producción de papel para diarios. Fue, y es, además, el fruto de un anhelo que concierne a todos los sectores del país, en un rubro vital de la economía.
Las inversiones realizadas por un grupo de empresas y accionistas con visión de futuro, lograron garantizar la independencia de una de las principales industrias de la comunicación. La concreción de este desafío permite sustituir importaciones cercanas a los 90 millones de dólares anuales.
De esta forma se inició una nueva era en la industria papelera argentina. Hoy, bajo la conducción de los dos diarios líderes, Clarín y La Nación, y con la participación del Estado nacional, Papel Prensa S.A. abastece a la mayoría de los diarios del país. En su trayectoria, ya ha superado las 3.500.000 toneladas de esa vital materia prima, elaborada con tecnologías que están al nivel de las utilizadas por los países más desarrollados del mundo”.



También recomendamos esta nota rescatada por el blog Memoria San Pedro, publicada en “Critica de la Argentina” el 13 de abril de 2008, que fuera escrita por Jorge Lanata.





Versión de "Si se calla el cantor", la canción de Horacio Guarany, en la voz inigualable de José Domínguez Muñoz, más conocido como El Cabrero, un cantaor flamenco nacido en Aznalcóllar, provincia de Sevilla, en 1944. Desde su infancia se dedicó al pastoreo de cabras, oficio que sigue ejerciendo a pesar de ser una de las figuras del flamenco más solicitadas en festivales y eventos relacionados con esta música. Comienza su andadura artística en 1972, con La Cuadra, de Sevilla, realizando una gira por España y diversos países europeos. El éxito es tal que realiza una nueva gira, ahora en solitario, debutando en el Théâtre de l'Atelier de Ginebra, en el mes de marzo de 1973.


miércoles, 25 de agosto de 2010

Satisfacción moral

En 1976, dada la censura impuesta por la dictadura militar, Rodolfo Walsh creó ANCLA, (Agencia de Noticias Clandestina), y la "Cadena informativa" un sistema de difusión de información de mano en mano cuyas gacetillas decían en el encabezado: "Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información".







Van contigo y conmigo, no contaban con eso…





Esta entrada es como una reacción alérgica, cada vez que consumo medios de comunicación patrios, me agarra una… Lo siento, ya dejé, hasta mañana no consumiré más…


domingo, 22 de agosto de 2010

Trelew, el anuncio de la agonía y la muerte de un país

Histórica foto de los prisioneros políticos en el aeropuerto de Trelew, posterior a la rendición y entrega de armas



El 15 de agosto de 1972 miembros de las organizaciones guerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y Montoneros intentaron concretar una fuga masiva de la cárcel de Rawson, donde se encontraban recluidos. Durante la huida murió un guardiacárcel. Seis jefes guerrilleros –Mario Roberto Santucho, Enrique Gorriarán Merlo y Domingo Menna , del PRT-ERP, Marcos Osatinsky y Roberto Quieto, de las FAR, y Fernando Vaca Narvaja, de Montoneros- lograron subirse a un avión secuestrado y refugiarse en Chile, desde donde partirían más tarde hacia Cuba.

Sin embargo, el objetivo perseguido -la fuga masiva de más de un centenar de personas- no logró alcanzarse. “Se formaron distintos grupos: un primer grupo de seis, que se fuga, un segundo grupo de 19, que es el que queda en el aeropuerto, y un tercer grupo de 110, que no alcanza a fugarse”, señala el ex jefe montonero Fernando Vaca Narvaja, uno de los protagonistas de la fuga del penal de Rawson.

Las 19 personas a las que alude el líder montonero no llegaron al aeropuerto a tiempo para subir al avión y se rindieron el 16 de agosto ante los efectivos militares, solicitando garantías públicas por sus vidas en presencia de periodistas y autoridades judiciales. El capitán de corbeta Luis Emilio Sosa los condujo a hacia la Base Aeronaval Almirante Zar de Trelew.

“Lanusse sacó de jurisdicción al penal de Rawson y al Aeropuerto de Trelew y decretó el estado de sitio en el momento en que se estaba negociando. De esta forma, la máxima autoridad ya no era el juez civil sino el jefe militar de la base. Entonces, en vez de reintegrarlos al penal, se los trasladó a la base militar Almirante Zar y en la madrugada del 22 se da esta salvajada del fusilamiento. Los responsables directos fueron los capitanes Sosa y Bravo y parte del cuerpo de suboficiales de la Marina”, sostiene Fernando Vaca Narvaja.

En la madrugada del 22 de agosto los detenidos fueron instados a salir de sus celdas formando dos hileras. En ese momento, los militares dispararon sus ametralladoras y mataron a dieciséis de los diecinueve detenidos. De acuerdo con la versión oficial, uno de ellos, Mariano Pujadas, había intentado arrebatarle la pistola a Sosa en un nuevo intento de levantamiento. Sin embargo, los tres sobrevivientes de la masacre, María Berger, Carlos Alberto Camps y Ricardo René Haidar, gravemente heridos, aportaron sus denuncias y testimonios sobre el fusilamiento.

La versión de la Marina

“Los hechos ocurridos (en Trelew) han despertado dos actitudes en la gente que nos rodea. Unos pretenden acusar a la Armada de haber provocado una masacre intencional. Los otros, ante el hecho consumado, lo justifican y hasta lo aplauden, dada la peligrosidad de los presos. Ni unos ni otros tienen razón. La Armada no asesina. No lo hizo, no lo hará nunca. Se hizo lo que se tenía que hacer. No hay que disculparse porque no hay culpa. No caben los complejos que otros tratan de crear. La muerte de seres humanos es siempre una desgracia. Estos muertos (alude a los sediciosos) valen menos, en el orden humano, que el guardia cárcel Valenzuela (muerto el 15 de agosto en el operativo de fuga de la conducción guerrillera), que los humildes argentinos del orden público muertos en servicio.” (Declaraciones de Horacio Mayorga, jefe de la Aviación Naval –uno de los responsables de la represión en el campo de concentración que funcionó en la ESMA-, en La Prensa, 6 de septiembre de 1972.

Autor: Testimonios extraídos del libro Lo pasado pensado, de Felipe Pigna, editorial Planeta, 2005. Fuente: www.elhistoriador.com.ar






TESTIMONIO DE RICARDO RENÉ HAIDAR.

"Cuando llegamos al aeropuerto de Trelew, luego de la fuga del penal de Rawson, y comprobamos que el avión ya había partido, nos quedaba una alternativa: dispersamos en la dilatada meseta patagónica. Sin embargo desechamos de inmediato tal posibilidad porque las características geográficas de la zona eran adversas, y podíamos ser detectados fácilmente por las fuerzas represivas y muy probablemente eliminados sin damos la oportunidad de rendirnos. En consecuencia optamos por rendirnos en el aeropuerto, exigiendo las máximas seguridades posibles, consistentes en hablar con el periodismo, para que el pueblo verificara que estábamos vivos y en óptimas condiciones, la presencia del juez y la de un médico para que constatara nuestra integridad física. Como es de conocimiento público todo esto se cumplió con exactitud. Creíamos nosotros que ello bastaría para aseguramos la vida, que la dictadura no se atrevería a cometer ningún crimen desembozado. Por lo visto nos equivocamos.
"El oficial de infantería de marina que dirigió a las fuerzas de la dictadura en el aeropuerto, y ante quien nos rendimos formalmente era el capitán Sosa. Al principio su comportamiento fue correcto y hasta podría decirse cortés. Cuando fuimos conducidos hasta la base de la marina en la que quedamos incomunicados, nos acompañaron en el viaje el juez federal y el doctor Amaya. "Una vez llegados a la base fuimos alojados en calabozos en la forma que indica el plano número 1. El primer día el trato que nos dan es bueno, tanto es así que nos dejan durante todo el día el colchón y las mantas, hecho que no volverá a repetirse en los días siguientes. Sin embargo el buen trato dura poco. Cuando a la tarde del día 16 llega el capitán Sosa, pudimos observar en él un cambio radical. Se dirige a nosotros en tono muy agresivo diciéndonos por ejemplo 'la próxima no habrá negociación, los vamos a cagar a tiros'."

El primer día, la guardia especial de vigilancia estaba integrada por un oficial, tres suboficiales y un soldado armado por cada celda. Los soldados apuntaban permanentemente a los prisioneros sin el seguro puesto del arma. El segundo día son retirados estos soldados quedando sólo algunos en el pasillo, en la forma que indica el plano número 2.

La noche del día miércoles aparece por primera vez el oficial Bravo: éste es un sujeto alto, de tez blanca, pelo castaño claro casi rubio, bigotes espesos, de constitución delgada pero robusta, de 1,80 m de altura y unos 30 años de edad. Este oficial es el que observa la conducta más agresiva con los prisioneros. La noche del jueves nos quita los colchones y las mantas y nos inflige castigos, como por ejemplo hacemos apoyar la punta de los dedos contra la pared, con el cuerpo en plano inclinado en posición de cacheo, y tenernos así durante largo rato, hacernos acostar en el piso completamente desnudos también por largo rato, etcétera. Esta misma noche comienzan los interrogatorios. Aproximadamente a las dos de la mañana. Ellos eran efectuados por personas vestidas de civil entre los cuales había uno a quien Delfino reconoció como perteneciente a DIPA', lo que hace presumir que los demás también lo eran. Los interrogatorios se hacen todas la noches a partir de la madrugada del jueves entre las dos y las cinco de la mañana. Durante el día permanecíamos en la celda de las cuales sólo éramos sacados para comer o para ir al baño. Al principio yo estaba en una celda con Bonet, Toschi y Ulla, pero el último día me trasladaron a la de Kohon, por prescripción médica, en razón de que el frío me había producido colitis.
'Tos días miércoles y jueves se nos efectuaron reconocimientos por las ventanillas de las celdas, las que para impedir que nosotros viéramos a los observadores, habían sido cubiertas por un papel que poseía un pequeño visor para el observador. A partir del jueves, Mariano Pujadas es maltratado especialmente. En una oportunidad el oficial Bravo lo obligó a barrer el pasillo completamente desnudo.

"Nunca nos sacaban a todos juntos de las celdas, salvo en dos oportunidades. Cuando nos llevaban a comer éramos conducidos de a uno o de a dos. Al baño éramos conducidos individualmente. El día lunes a las 10.30 fue la primera vez que nos sacaron a todos juntos de las celdas y nos hicieron formar en tres grupos mezclados con soldados vestidos con ropas civiles en el hall de la guardia. Estaba presente el juez Quiroga. Allí se realizaron reconocimientos en rueda de presos.

TESTIMONIO DE MARíA ANTONIA BERGER.

"Queridos compañeros: No puedo sino dirigirme a ustedes para informarles acerca de los acontecimientos que los inquietan y que yo he vivido. Después de concretarse la toma del aeropuerto de Trelew, nos planteamos mis compañeros y yo la necesidad de garantizar nuestra seguridad física en el trato posterior a la rendición; de tal forma se logró una amplia certificación de nuestro estado físico, por parte de médicos y periodistas.
"El juez federal que intervino en la negociación de nuestra rendición prometió acceder a nuestro requerimiento de que se nos retornara al penal de Rawson en forma inmediata; dicho juez, al igual que el oficial de policía que lo acompañaba, se portaron en forma correcta. Al llegar las tropas de infantería de marina, las tratativas de la rendición se celebran con el oficial al mando de las mismas, capitán de corbeta Sosa, ante quien Mariano Pujadas, Rubén Pedro Bonet y yo insistimos en lograr que se nos reintegre a la unidad carcelaria, como condición previa a la rendición. Ante la oposición del capitán Sosa, se hace saber a él y al juez federal que a nuestro entender la base naval no reúne las mínimas garantías de seguridad en cuanto a nuestras vidas; para el supuesto caso que el penal de Rawson aún se encontrara ocupado militarmente por los compañeros alojados en éste, los tres nos ofrecíamos a gestionar y obtener la rendición incondicional de ellos.

"En estos términos se planteaba la discusión, aunque luego el capitán Sosa accede a los requerimientos y afirma que nos llevará hasta el penal. De esta forma se hace efectiva la rendición, y todos entregamos nuestras armas; momentos antes de ascender al micro que nos llevaría de regreso a la cárcel de Rawson, nos enteramos de que se nos lleva a la base naval Almirante Zar, bajo pretexto de que la zona se había declarado en estado de emergencia, por lo cual las órdenes recibidas por Sosa eran el traslado de los prisioneros a la base, para su alojamiento en ésta.

"Ascendemos al micro, un poco confiados por la garantía que nos ofrece el juez federal, siempre acompañado por el doctor Amaya; ambos nos acompañan en el micro hasta la base y en ésta hasta el pasillo mismo que conduce a nuestras celdas. Al despedirse de nosotros, el juez reitera que hará todo cuanto fuera necesario para garantizar nuestra seguridad física.

"Una vez en nuestras celdas, aproximadamente cuatro horas después, bajo pretexto de revisación médica, se procede a realizar prolija requisa a órdenes de oficiales médicos, quienes nos ordenan quitarnos la ropa hasta quedar totalmente desnudas; miran nuestros cuerpos prolijamente, tal vez en busca de algún arma aunque todos sabemos que la piel no tiene bolsillos ni mochilas. Esa madrugada, a las cinco horas recién nos hacen llegar mantas y colchones.

La custodia inicialmente se compone de doce conscriptos armados con fusiles FAL, FAP y otra arma larga automática a la cual no conozco, y suboficiales armados con PAM todos ellos, en detalle que luego se convertiría en común, con sus armas amartilladas, sin seguro y apuntando hacia nosotros. Posteriormente, al tercer día de nuestra permanencia en la base, son remplazados los soldados conscriptos por personal militar permanente, es decir cabos y suboficiales principales al mando de uno o dos oficiales, quienes ya forman parte de la dotación de custodia habitual.

"Comienza a endurecerse el trato dado a los prisioneros. Para ir al baño y a comer se nos lleva de a uno, con ambas manos apoyadas en la nuca, mientras nuestros carceleros nos apuntan con sus armas montadas y sin seguro, en forma continua se procede a maltratarnos; a los muchachos se les ordena hacer repetidas veces cuerpo a tierra totalmente desnudos, a pesar del intenso frío característico de la zona. También se nos obliga a hacer numerosos movimientos parándonos y sentándonos en el suelo, o sostener el peso del cuerpo con los dedos estirados y apoyados de punta en la pared durante mucho tiempo, hasta que el dolor es insoportable. Todo ello, mientras nos encañonan permanentemente con sus armas. Es de remarcar que este trato era conocido por todos los integrantes de la base, ya que muchos oficiales concurrían a vernos, deteniéndose a observar cuanto nos ordenaban hacer.

"Recuerdo una ocasión en la cual habíamos estado haciendo toda clase de movimientos ordenados por nuestros carceleros; en tal oportunidad, el teniente de corbeta Bravo colocó su pistola calibre 45 en la cabeza de Clarisa Lea Place, al tiempo que amenazaba con matarla porque ésta se negaba a colocarse boca arriba en el suelo. Clarisa, atemorizada, contesta con un débil 'No me mate'; el oficial vacila; luego baja su arma.
La tensión va aumentando; cada vez que un prisionero es sacado de su celda para ir al baño o para comer, y se lo llevan encañonándolo con las armas sin seguro, nunca sabemos si volveremos a ver con vida al que se aleja. Es notorio cómo la situación es progresivamente más tensa; lo sienten aun nuestros carceleros; tres disparos aislados y hasta una ráfaga entera de ametralladora cuyas marcas quedaron en las paredes, son muestras de un nerviosismo manifiesto que hacía que sus armas se les dispararan sin ellos darse cuenta.
"Una noche asistimos a un simulacro de fusilamiento, y como tal lo asumimos posteriormente. Aproximadamente a la medianoche nos despiertan con gritos; a oscuras nos obligan a tiramos cuerpo a tierra repetidas veces, sentamos y paramos en el suelo, etcétera, al tiempo que simulan ir a buscamos para llevamos, abren los candados, los cierran nuevamente; encienden y apagan las luces al tiempo que montan y desmontan repetidas veces sus armas. Escuchamos los cuchicheos de nuestros carceleros con otros oficiales que han llegado. Por señas le pregunto a un cabo qué estaba pasando y me contesta moviendo su dedo índice como si apretara el gatillo de un arma. Como cierre de una noche agitada, comienza un nuevo interrogatorio por los oficiales, ante quienes reiteramos nuestra negativa a declarar; amenazan a Alfredo Kohon con ser torturado si insiste en su negativa de declarar.

"El día anterior a los sucesos, concurre el juez a presenciar nuevos reconocimientos en rueda de presos; claro que sin enterarse del interrogatorio a que nos sometía personal de DIPA en una habitación cercana al lugar donde él presenciaba los reconocimientos.

"A las 3.30 de esa noche, me despiertan los gritos que profiere el teniente de corbeta Bravo, el cabo Marchan y otro cabo del cual ignoro su nombre [¿Maradino?]. Bravo es rubio, mide 1,85 m, lleva bigote, es bien parecido y tendrá treinta años; Marchan es morocho, de tez mate; su estatura es mediana y tendrá veintiún años; el otro cabo es de características obesas, mide 1,75 m es de tez blanca. Todos ellos profieren insultos a nuestros abogados, al tiempo que aseguran 'ya les van a enseñar a meterse con la marina'; a gritos, nos dicen que esa noche vamos a declarar, lo querramos o no.

"Escucho otras voces de otras personas diciendo cosas semejantes, pero no alcanzo a distinguirlas puesto que inmediatamente nos ordenan salir de nuestras celdas, caminando si levantar los ojos del Piso; noto que es la Primera vez que nos dan tal orden, pero no logro adivinar el motivo de la misma. Una vez en el pasillo que separa las dos hileras de celdas que son Ocupadas por nosotros, nos ordenan formar en fila de a uno, dando cara al extremo del pasillo y en la puerta misma de nuestras celdas. También observo que es la primera vez que nos ordenan tal dispositivo para sacarnos de nuestras celdas.

"De pronto, imprevistamente, sin una sola voz que ordenara, como si ya estuvieran todos de acuerdo, el cabo obeso comienza a disparar su ametralladora sobre nosotros, y al instante el aire se cubrió de gritos y balas, puesto que todos los oficiales y suboficiales comenzaron a accionar sus armas. Yo recibo cuatro impactos; dos superficiales en el brazo izquierdo, otro en los glúteos, con orificio de entrada y de salida y el cuarto en el estómago; alcanzo a introducirme en mi celda, arrojándome al piso, María Angélica Sabelli hace lo mismo, al tiempo que dice sentirse herida en un brazo, pero momentos después escucho que su respiración se hace dificultosa, y ya no se mueve. En la puerta de la celda, en el mismo lugar donde le ordenaron integrar la fila, yace Santucho, inmóvil totalmente.

"Reconozco las voces de Mena y Suárez por su acento provinciano, dando gritos de dolor. Escucho también la voz del teniente Bravo dirigiéndose a Alberto Camps y a Cacho Delfino, gritándoles que declaren; ambos se niegan, lo cual motiva disparos de arma corta después no vuelvo a escuchar a Alberto ni a Cacho. Escucho, sí, más voces de dolor, que son silenciadas a medida que se suceden nuevos disparos de arma corta; ahora sólo escucho las voces de nuestros carceleros, que con gran excitación comienzan a inventar una historia que justifique el cruel asesinato, aunque sólo sea válida ante ellos mismos.

"Escucho que se aproximan los disparos de arma corta. Es evidente que quien se halla abocado a la tarea de rematar a los heridos está cerca de mi celda; trato de fingir que estoy muerta, y entrecerrando los ojos lo veo parado en la puerta de mi celda; es alto como de 1,80 m, de cabello castaño aunque escaso, delgado; lleva insignias de oficial de marina. Apunta a la cabeza de María Angélica y dispara, aunque ésta ya estaba muerta. Luego dirige el arma hacia mí y también dispara; el proyectil penetra por mi barbilla y me destroza el maxilar derecho alojándose tras la oreja del mismo lado. Luego se aleja sin verificar el resultado de sus disparos, dando por sentado que estoy muerta.

"Continúan los disparos de arma corta, hasta que se hace el silencio, sólo quebrado por las idas y venidas de mucha gente; ellos llegan, nos miran; tal vez para cerciorarse si estamos ya muertos; cuando descubren algún herido parece que se tranquilizaran unos a otros, pues dicen que al desangrarse morirá; mientras, yo continúo tratando de no dar señales de vida.

"A la hora llega un enfermero que constata el número de muertos y heridos; también llega una persona importante, tal vez un juez o un alto oficial, a quien le cuentan una historia inventada. Cuatro horas después llegan ambulancias, con lo cual comienzan a trasladar, de a uno, los heridos y los muertos. Cuando llego a la enfermería de la base observo la hora ' son las 8.30; todo había comenzado a las 3.30. Me llevan a una sala en la enfermería, en la cual veo seis camillas en el suelo, con seis heridos; yo soy la séptima.

"Dos médicos y algunos enfermeros nos miran, pero se abstienen de intervenir. Sólo uno de ellos, un enfermero, animado por algo de compasión, quita sangre de mi boca; nadie atiende a los heridos, se limitan a permanecer atentos al momento en que dejen de serlo para integrar la estadística de muertos.

"A pesar de la cercanía de la ciudad de Trelew no requieren asistencia médica de allí, sino que esperan a que arriben los médicos desde la base de Puerto Belgrano, quienes lo hacen sólo a mediodía, o sea cuatro horas después de nuestra llegada a la enfermería. Los médicos recién llegados nos atienden muy bien; me operan allí mismo, surgiendo dadores de sangre entre los soldados. Recupero el conocimiento veinticuatro horas después de la operación, ya en un avión que me transporta a la base de Puerto Belgrano, donde la atención médica continúa siendo muy buena."

TESTIMONIO DE ALBERTO CAMPS.

"Después de nuestra rendición en el aeropuerto de Trelew, fuimos trasladados a la base aeronaval. Lo hicimos en compañía del juez federal Godoy y del doctor Amaya, quienes entraron junto con nosotros hasta el pasillo interior del cuerpo de edificio donde se encuentran las celdas en las que fuimos luego alojados. Nos hacen avanzar en grupos de tres y nos alojan en los diez calabozos existentes, uno de los cuales el N' 2 no estaba habilitado. Yo quedo en el calabozo N' 10 juntamente con Kohon, Delfino y Mena.

"Entre la noche del martes 15 y la madrugada del miércoles 16 nos revisan individualmente dos personas de civil, que más tarde identificamos como médicos navales. Uno de ellos gordo, pelado, de aproximadamente cuarenta años de edad, de un metro setenta de estatura; el otro algo más joven, de treinta y cinco años, pelo castaño claro, bigotes y anteojos. Ambos de piel blanca. La revisación es prolija. Previamente me desnudan de manera total. Existe preocupación por constatar si tengo lesiones, especialmente magulladuras, lastimaduras o heridas. No advierten lesión alguna.

"Me toman fotografías de frente y de perfil; me retiran todas mis pertenencias: cinturón, dinero, reloj.
"A las cinco de esa madrugada nos entregan colchonetas y dos mantas por persona, nos encierran en las celdas con cerrojo y candado y nos dejan dormir aproximadamente hasta el mediodía del miércoles 16.
"Esa noche aparece el oficial de la marina Bravo, de treinta años aproximadamente, rubio, bigotes, quien luego está casi permanentemente con nosotros, actúa desde el comienzo con rudeza y nos somete a un rígido trato militar.
"Esa misma noche fui víctima de un castigo que me impuso el capitán Sosa. Yo conversaba con mis compañeros en la celda. Sosa me prohibió hacerlo y me impuso silencio. Me ordenó entonces ponerme de pie y dispuso, impartiendo a un suboficial la orden correspondiente, que pasara toda la noche de plantón. Invocó el honor del ejército y la marina y nuestro sometimiento a las autoridades militares. Más tarde, mientras yo cumplía dicho plantón, dejó sin efecto la sanción. Esa noche dormimos sin ser molestados de manera especial.

"La custodia, a la vez que impresionante, era en cierto modo ridícula.

"En el pasillo entre las dos líneas de celdas estaban apostados soldados y suboficiales con las armas sin seguro, en número tal que para caminar era menester abrirse camino entre soldados y oficiales.

"Para sacamos de las celdas se usó al comienzo un procedimiento muy singular. Obtenido el permiso para salir con diversos motivos, por ejemplo, para ir al baño, se desalojaba el pasillo, se abría la celda y se nos hacía caminar en dirección al hall encajonados de frente por varios hombres uniformados con las armas sin seguro y apuntando. Luego, al llegar a la puerta de salida de ese hall, nos daban la voz de alto y desde allí nos conducían al baño encajonados desde atrás a muy corta distancia, caminando lentamente entre soldados y oficiales armados apostados cada dos metros. Un soldado ingresaba con cada uno de nosotros al baño y permanecía allí, encañonándonos, hasta que concluyéramos nuestras necesidades.

"Así transcurrió el día miércoles 16 hasta la noche del jueves 18. Desde entonces, regularmente, nos entregaban las colchonetas y las mantas a las diez de la noche y las retiraban alrededor de las cuatro, hora en que nos conducían individualmente para someternos a interrogatorios en el ala contigua del mismo edificio, en una habitación en donde éramos interrogados por oficiales de la marina y del ejército y por personas de civil, funcionarios policiales de organismos nacionales de seguridad.

"Todos sin excepción -yo desde luego- nos negamos a responder a las diversas preguntas que nos formulaban, negativa que provocaba las consiguientes amenazas, agravios e insultos cada vez más agresivos y apremiantes. Las noches siguientes no nos daban las colchonetas y mantas sino después de esos frustrados interrogatorios, es decir después de las cuatro de la madrugada.

"Ya a esta altura, dentro de las mismas celdas nos sometían a un trato muy duro, típicamente militar: cuerpo a tierra, sostener el cuerpo con los dedos apoyados sobre la pared, órdenes militares de echarse a tierra y levantarse, etcétera. Las órdenes imperativas nos eran dadas a través del ventanuco de la celda y quien especialmente lo hacía era el oficial naval Bravo y un suboficial de nombre Marshall o Marchal.
"Los insultos y amenazas eran cada vez más habituales y el tratamiento cada vez más duro y agresivo. Se insistía siempre en la orden de que debíamos declarar y todas las presiones y amenazas se dirigían a ese objetivo.
La noche del 22 de agosto se advirtió, con la natural sorpresa nuestra, un cambio bastante notorio. Por una parte, les cabos -ya a esa altura no se advertía la presencia de simples soldados, y todos los que actuaban en nuestra custodia eran oficiales y suboficiales de marina- se mostraron más 'blandos' y hasta amables, incluso entablaron diálogos con alguno de nosotros; y, por la otra, nos llamó la atención que nos entregaran las colchonetas y mantas bastante temprano, a una hora entonces desacostumbrada, inmediatamente después de habernos dado de comer, aproximadamente a las diez de la noche.

"No nos interrogaron esa noche y alrededor de las 3.30 de esa madrugada nos despertaron dando patadas sobre la puerta de las celdas y haciendo sonar violentamente pitos por el mismo ventanuco.

"Además, por primera vez, abrieron todas las celdas. Antes siempre lo hicieron celda por celda. Nos ordenaron salir y colocamos de espaldas a las puertas de las celdas. Nos dieron la orden de bajar la vista y poner el mentón sobre el pecho. Yo estaba con Delfino en la mencionada celda N° 10 y ambos acatamos la orden. Pasaron uno o dos minutos desde que salimos de la celda y apenas instantes desde que todos bajamos la mirada y colocamos el mentón sobre el pecho.

"Sentí entonces, casi de inmediato, dos ráfagas de ametralladora. Pensé en fracción de segundos que se trataría de un simulacro con balas de fogueo. Vi caer a Polti que estaba de pie sobre la celda N' 9, a mi lado; y de modo casi instintivo me lancé dentro de mi propia celda. Otro tanto hizo Delfino. De boca ambos en el suelo, Delfino a mi derecha, permanecimos en esa posición, en silencio, entre tres y cuatro minutos. Nuestro único diálogo fue el siguiente: Delfino dijo 'Qué hacemos', yo contesté algo así como No nos movamos'.

"Durante ese breve lapso escuché una o dos ráfagas de ametralladora al comienzo, luego varios tiros aislados de distinta arma, gemidos y ayes de dolor y respiraciones agotadas o sofocadas. Luego se introdujo en la celda, pistola en mano, el oficial de marina Bravo. Nos hizo poner de pie con las manos en la nuca.
"Dirigiéndose a mi me requirió en tono muy duro -parecía muy agitado- si iba o no a declarar. Respondí negativamente y sin nuevo diálogo ni espera me disparó un tiro en el estómago con su pistola calibre 45. No apuntó y disparó desde la cintura. Acto continuo le disparó a Delfino. La distancia no alcanzaba al metro o metro y medio. Estábamos en la mitad de la celda y Bravo había traspuesto la puerta y se encontraba dentro.
"Yo caí sobre el lado izquierdo mirando hacia la puerta; y Delfino a mi derecha. Sus pies quedaron a la altura de mi abdomen y me oprimían. No sentí que Delfino se moviera cuando. Con mucho esfuerzo corrí unos centímetros sus pies. Quedamos allí entre diez y treinta minutos. No puedo precisar con exactitud el tiempo. No perdí totalmente el conocimiento. Entraron algunas personas. Les oí decir que yo estaba herido. Adopté el temperamento de no moverme ni quejarme.

"Al cabo de ese lapso que no puedo precisar con exactitud, llegaron enfermeros navales. Usaban chaquetas azules y un gorro blanco. Nos colocaron sobre camillas y me transportaron esquivando cuerpos caídos en el pasillo, pasando de hecho sobre ellos. Me depositaron en una ambulancia. Era aún de noche.
"Me llevaron a una sala médica. No me sometieron a ninguna curación. Apenas si me limpiaron la herida y creo que me dieron un calmante. Presumo que así fue porque me dormí. Allí pude ver a María Antonia Berger, Alfredo Kohon, Carlos Astudillo y Haidar.

Luego, en avión, ya de día -ignoro la hora- me trasladaron a Puerto Belgrano. Allí fui operado. También allí me entrevistó el juez naval ante quien declaré sobre estos hechos y ante quien firme mi declaración."





¿Por qué Trelew?

¿Por qué trabajar sobre un tema difícil, silenciado por años? ¿Por qué meterse en cuestiones que el tiempo convirtió en un tema maldito?
Estas eran preguntas que nos formulaban una y otra vez, cuando el equipo que hizo Trelew, se obstinó en saber más y más.
¿Por qué Trelew?
Porque sí.
O en todo caso otra pregunta: ¿por qué no?
Y ahí la respuesta es fácil: Trelew nos explica el presente, Trelew nos cuenta de una generación que tomó la decisión de enfrentar un proyecto de país y construir otro. Y no pudo, o mejor dicho, no la dejaron. Los resultados son hoy la miseria, los miles de jóvenes sin trabajo y sin futuro.
Trelew nos explica.
Si leemos entre líneas, Trelew nos aclara lo que vino después.
Pero Trelew porque sí, esencialmente, porque no pude correrme cuando supe un poco, y después fue tarde, me enamoré.
Sí, me enamoré de Trelew, de esa historia no de héroes intocables, sino de cuento pequeñito, de cuento de la solidaridad de aquellos habitantes de la extensa patagonia, que decidieron entrar a un penal de máxima seguridad a llevarle cigarrillos, queso y pan, a esos jóvenes presos que además de enfrentar a una dictadura militar y hacer la revolución, también reían y jugaban al fútbol y cantaban chacareras y zambas de pabellón a pabellón...
Trelew porque no podía entender y quería explicarme, la fortaleza de aquellos que lo perdieron todo -sus hijos-, y que sin embargo se pararon firmes en sus dos piernas, para pelear contra aquella dictadura del Gral. Lanusse, y gritarle en la cara que aquéllo, a pesar de las versiones oficiales, había sido un asesinato, un fusilamiento cobarde.
Trelew porque me conmovía el gesto de la mamá de Eduardo Capello, que perdió a sus dos hijos... y la mirada de Tito, un poblador que se obstinó en ser solidario con aquellos jóvenes y terminó preso en el mismo penal.
Y Trelew también, porque, cuando leí en una vieja publicación los recuerdos del padre de María Angélica Sabelli (una de las jóvenes acribilladas que solo tenía 23 años) que no recordaba dónde había besado a su hija por última vez, si en la frente o en la mejilla, ya no pude dejar de contar la historia.

Mariana Arruti, Directora de la película "Trelew, la fuga que fue masacre"





TRELEW
Poema

El Cielo, La Tierra y La Mar
abjuraron de sus mágicas hechicerías
al reflujo de las sangres precursoras
de un silencio futuro y lineal
parapetado en prisiones de vientos de hielo
donde ovó la pérfida serpiente
escondida en las distancias interminables
sus muertes preparadas
Trelew,
horrura de ausencias
de estivales soles de ardores,
destino de simas negadas
a las auroras por llegar
al esplendor del germinar y al florecer,
donde rasga el olor del aire
la piel de los cuerpos tumbados,
lejos pero muy lejos,
asesinados por temor a su libertad.

Adolfo Asensio Quiros
Buenosairesianas y Otros Sentimientos
Poemas - Madrid 1998



sábado, 21 de agosto de 2010

Ecos del pensamiento crítico

Litografía “Relatividad”, del artista holandés M. C. Escher, cuya obra ha interesado a muchos matemáticos.
¿Qué es arriba, qué es abajo, qué sube, qué baja?



A mí me anima polemizar, me apasiona contrastar con otros mi visión, la que suelo defender con pasión. Algo que me genera interrogantes permanentemente es por qué tanta gente compra opiniones enlatadas. Es verdad que podemos responder que es más fácil repetir lo que otros han pensado, pese a no estar condenado por ningún dios, porque elaborar tu propia opinión requiere primero un pequeño esfuerzo de recopilación de información, cruzamiento de datos y luego análisis.

El último correo que he recibido narraba la historia de un supuesto funcionario público, y que incluía hasta su DNI para darle credibilidad, en el que se hablaba de terribles negociados y de las miríadas de dólares que se volcarían sobre el congreso para no eliminar las retenciones. En sólo 5' lo respondí con enlaces que demostraban que sólo era Spam, y que además de que todo lo que allí se decía era absolutamente inverosímil, y a poco de leerlo era imposible creer que aquello podía ser cierto, con un mínimo esfuerzo de búsqueda, Google mediante, uno encontraba que eso era falso de falsedad total, y que hasta el dominio del supuesto correo del trancero arrepentido era falso.
La parte negativa de esto, es que lamentablemente son muchos, pero muchos los que prefieren que otros se equivoquen por ellos. Decidir por uno mismo implica quedarte sin nadie a quien echarle la culpa. Y esto pasa mucho en política, que es finalmente de lo que estamos hablando: hay mucha gente que se acomoda en el escepticismo, porque es algo que les garantiza no equivocarse. Les garantiza que siempre la culpa será de otro.

A lo que voy: me parece evidente que en un país que recauda un 23% de su PIB (cierto que hace 7 años recaudaba un 18%), muy por debajo de, por ejemplo, Brasil que recauda en el orden del 35%, para no hablar de los países serios a los que refiere Capusotto en su parodia de los programas de radio que ya son en sí mismos una parodia, es lógico concluir que como consecuencia de esta escasa recaudación fiscal, tiene un paupérrimo nivel de gasto público, que si mal no recuerdo esta en el orden del 14% antes del pago de la deuda, y que contrastado con los de aquellos países serios, de los que los “pobres” superan el 40%, da pena, y hace evidente que tanto el nivel de infraestructuras, como el de servicios de los que dispone hoy Argentina tiene que ser forzosamente aún muy malo. También es evidente, humildemente creo, que con este nivel de recaudación que permite este nivel de gasto, no es posible dotar de recursos, tanto humanos como técnicos, al estado nacional para combatir el delito económico que, por ejemplo, genera empleo en negro. Como tampoco el necesario nivel de inversiones públicas en aquellas infraestructuras que permitan darle más vivacidad al desarrollo económico.
Y esto es lo interesante de intentar asumir una visión propia, alejada de los maniqueísmos; que nos permite ver que al actual gobierno argentino, al que no me une el amor sino el espanto, cuando lo critican en los medios de las empresas dedicadas al negocio de la información siempre es por lo que hace bien y nunca por todo lo que no hace, o hace mal.

Una oportunidad perdida fue el tratamiento de la ley de retenciones en 2008, sobre todo porque se perdió la oportunidad (la sociedad y las fuerzas políticas que siguen creyendo sinceramente en un país mejor, en donde incluyo a buena parte del oficialismo y de la oposición), de discutir lo más importante que necesita mejorar el país, que es precisamente el tema fiscal, la madre de todas las batallas, si es que nos interesa francamente, sin hipocresías, resolver las deficiencias reales, e innegables, en educación, justicia, sanidad y seguridad. Ahora tenemos nuevamente una enorme oportunidad, que me parece se volverá a perder con el tema del 82% en las jubilaciones. Para que sea un paso hacia adelante y no perjudique, incluidos los propios jubilados, se necesita encarar este tema con seriedad, y franqueza. Al comienzo del tema me pareció que la cosa iba por el buen camino, parecía que se podía plantear la fuente del financiamiento para que no salgan los fondos del ya escasísimo presupuesto nacional, incluso se planteó recuperar los aportes patronales, fondos regalados a las empresas por Cavallo, fondos que, no olvidemos, salieron del aumento del IVA, pero parece que todo queda en la chicana vacía.

Si me permiten un inciso más subjetivo, más anclado en la política, nunca estuvo tan claro como ahora que no hay que ser justicialista. Me gusta este gobierno cuando no es justicialista, me siento muy cómodo con sus enemigos. Pero cuando necesita ser justicialista por el escasísimo poder que nuestro pueblo le ha dado, tiemblo, porque suele aparecer lo peor. Si me lo permiten, lo que hay que ser es buena gente. Lo que nos permitirá ser mejor país, es que seamos mejores personas. Las de toda la vida, en el barrio, yo que soy de ciuidad, o en el pueblo, nunca necesitamos explicar porqué éste o aquel eran buenas o malas personas. Pues lo mismo, pero en pólítica. Y lo que me parece más necesario: ser honestos, pero sobre todo, honestos intelectualmente, que es la honestidad más valiosa, y quizá la más escasa.
Siempre digo, analizenlo y quizá coincidirán conmigo, que este gobierno está intentando hacer lo que Don Raúl Alfonsín intentó, cuando quiso ser lo que de verdad era (hasta que se asustó y fue radical), pero no pudo porque el justicialismo se lo impidió, y sería una enorme ironía que ahora el radicalismo se una al justicialismo para impedirlo nuevamente.
También me parece que quienes desde la izquierda no apoyan críticamente al actual gobierno, lo hacen porque tienen miedo a ser pragmáticos; barrunto que la pureza intelectual es el refugio de los cobardes.
Con los años, tengo algunos, fui dejando los principios para el análisis, pero a la hora de decidir me fui volviendo pragmático. Con esto quiero decir que el modelo económico de país puede ser cualquiera, siempre que decidamos entre todos lo mejor para el conjunto. Porque si no nos ponemos al frente de la decisión, deciden otros, pensando en otros intereses. Y ahí ningún gobierno se salva: incluido éste, todos decidirán defender el poder. O se lo damos "nosotros", o se lo dan "ellos".

Lo muy malo de la situación política actual, es que tenemos un gobierno muy mejorable, pero no tenemos quién lo mejore: me aterroriza la mayoría de la oposición, es tan patética como previsible y recursiva. Además de unas empresas dedicadas al negocio de la información que no permiten el fácil acceso a esta información para el debate franco, y el librepensamiento soñado.




Como la cigarra
María Elena Walsh

Tantas veces me mataron,
tantas veces me morí,
sin embargo estoy aqui
resucitando.
Gracias doy a la desgracia
y a la mano con puñal
porque me mató tan mal,
y seguí cantando.

Cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.

Tantas veces me borraron,
tantas desaparecí,
a mi propio entierro fui
sola y llorando.
Hice un nudo en el pañuelo
pero me olvidé después
que no era la única vez,
y volví cantando.

Tantas veces te mataron,
tantas resucitarás,
tantas noches pasarás
desesperando.
A la hora del naufragio
y la de la oscuridad
alguien te rescatará
para ir cantando.

"Como la cigarra", 1972