jueves, 30 de septiembre de 2010

Postales de un mundo feliz

Se anuncia que pronto tendremos dedos biónicos para acariciar la luna, sin fecha todavía: y ya se sabe que dentro de quince años la cadena Hilton inaugurará su primer gran hotel sideral.
Ya resplandecen, en las naves espaciales, los avisos luminosos de Pizza Hut. Aquí, en la tierra, Picasso es el nombre del próximo modelo de automóviles Citroën. Y El grito, el cuadro de Edvard Munch, ese alarido de un artista atormentado por lo que se veía venir, ha sido reciclado por la publicidad para un relanzamiento de los automóviles Pontiac. En Berlín, acaba de cumplir su primer añito de vida un exitoso shopping center llamado Salvador Allende, de ocho mil metros cuadrados, en una calle que se llama Pablo Neruda.
Los robots no sólo desplazan a la mano de obra humana en las fábricas, sino también están dejando sin trabajo al puño de obra en los rings de boxeo. Ya se celebran combates de robots en Las Vegas, en diversas categorías que van desde los pesos livianos (11 kilos) hasta los superpesados (221 kilos). Para alegría del respetable público, los boxeadores cibernéticos se destripan a golpes, con sus brazos mecánicos armados de hachas y sierras.
Parece una parábola de toda la historia de la humanidad, pero no es más que un experimento científico reciente. Dentro de una caja, se coloca un ratón y ante el ratón se alza un muro virtual. El animalito, intimidado por esa pared que no existe, da vueltas siempre en el mismo sitio.
Los laboratorios Monsanto han logrado que los vegetales, genéticamente modificados, nos brinden comida de plástico. La empresa DuPont ensaya cultivos de poliester en sus campos de maíz.
Cincuenta mil manifestantes hacen la vida imposible a los dueños del comercio mundial, reunidos en Seattle. Allí, Bill Clinton, presidente del planeta, pronuncia un discurso: amenaza con sancionar a los países que no respeten los derechos de los trabajadores. McDonald's, el restorán preferido de Clinton, opera en todo el mundo, y en todo el mundo prohíbe que sus empleados se afilien a ningún sindicato.
Fast food: una nueva cadena japonesa de restoranes está compitiendo exitosamente con McDonald's. Los clientes no pagan por plato, sino por tiempo. Cuando más rápido comen, menos pagan. El minuto cuesta treinta centavos de dólar. Sólo en Tokio, ya funcionan ciento ochenta de estas gasolineras humanas.
Fast life: espectacular auge de ventas de la droga Ritalín, en los Estados Unidos. El Ritalín actúa sobre el cerebro de los niños muy nerviosos y consigue que se estén quietecitos ante el televisor. Otro laboratorio está ensayando el Prozac infantil, con gusto a menta.
Libertad de expresión: Disney devora a ABC, Timer Warner traga a CNN, Viacom se come a CBS con cuchillo y tenedor. Hace quince años, cincuenta empresas controlaban la comunicación en los Estados Unidos. Ahora, son ocho. Un monopolio compartido, que practica el monopolio en escala planetaria.
Tarzán, de los estudios Disney, es el mayor éxito del cine infantil al fin del milenio. La historia ocurre, como se sabe, en la selva africana. En la película no aparece ningún negro.
La primera guerra del Golfo, que dejó montañas de cadáveres en Irak, se vende en video, rubro acción, título Tormenta en el desierto, como se venden Robocop o Terminator.
Comparando los datos de diversos organismos internacionales (PNUD, Unicef, FAO, OMS, International Institute for Strategic Studies) se llega a la conclusión de que el dinero que el mundo destina a gastos militares durante once días alcanzaría para alimentar y curar a todos los niños hambrientos y enfermos del planeta, y sobrarían 354 días para el noble oficio de matar.
La organización Veterinarios sin Fronteras compara una gallina con un avión de guerra. La gallina cuesta cinco dólares y el avión siete millones: la gallina desarrolla una velocidad punta de un kilómetro por día y el avión duplica la velocidad del sonido: la gallina pone un huevo por día y el avión pone catorce bombas por viaje, que pueden matar a más de mil personas.
Según las Naciones Unidas (PNUD), las tres personas más ricas del mundo poseen un patrimonio superior a la suma de los productos de 48 países.
Al fin del milenio, la población mundial llega a los seis mil millones. La tierra produce alimentos de sobra para dar de comer a todas las bocas, pero hay mil trescientos millones de hambrientos. "Pobres habrá siempre, Jesús lo dijo", explica el teólogo argentino Carlos Menem.
Globalización. Salario de un obrero de la General Motors en los Estados Unidos: 19 dólares por hora. Salario de un obrero de la General Motors en México, al otro lado de la frontera: 1,50 por hora.
Libertad de comercio. Según la revista The Economist, el valor real de las materias primas que venden los países pobres es hoy seis veces menor que hace ochenta años. Mucho antes, había escrito Jean-Jacques Rousseau: "En las relaciones entre el fuerte y el débil, la libertad oprime".
Los países riquísimos anuncian que perdonarán las deudas incobrables de los países pobrísimos, siempre y cuando intensifiquen sus políticas de ajuste, o sea: que reduzcan todavía más los salarios, ya tan enanos que da para sentir envidia de los tiempos en que la esclavitud se llamaba esclavitud.
Los despilfarros de la sociedad de consumo, los delirios tecnológicos y las pirotecnias militares están enloqueciendo el clima del mundo. Pero se llaman catástrofes naturales las inundaciones, huracanes, nevadas, incendios y sequías que, según el Worldwatch Institute, están expulsando de sus hogares, cada año, a trescientos millones de personas.
La revista The Ecologist difunde, en noviembre de 1999, una estimación de las víctimas de los ensayos nucleares en la industria de armamentos. Según el cálculo de la especialista Rosalle Bertell, las explosiones nucleares han matado, enfermado o deformado, directa o indirectamente, nada menos que a mil doscientos millones de personas, a lo largo de medio siglo.
El Pentágono anuncia una buena noticia para la ecología. A partir del año 2003 usará balas que no contaminarán el ambiente. El plomo será reemplazado por el tungsteno.
Tres organizaciones internacionales --World Conservation Monitoring Centre, WWF International y New Economics Foundation-- afirman que el mundo ha perdido, en los últimos treinta años, casi un tercio de su riqueza natural. Es el peor exterminio de la naturaleza desde la época de los dinosaurios. Dice Woody Allen, mi ideólogo preferido: "El futuro me preocupa, porque es el lugar donde pienso pasar el resto de mi vida".


NOTICIAS DEL FIN DEL MILENIO
Por Eduardo Galeano


La pintura que ilustra la entrada pertenece a la serie "Postales de un mundo feliz" de Damián Ibarguren Gauthier es un pintor uruguayo oriundo de Fray Bentos nacido en 1970





Datos o adjetivos, mejor datos

El pasado domingo hubo en Venezuela varias elecciones. Una fue de carácter nacional, realizada a distrito único, y que eligió los diputados venezolanos que se integrarán al Parlamento Latinoamericano (Parlatino). Otra, la de los diputados de la Asamblea Nacional, fue la sumatoria de un conjunto de situaciones estaduales, en algunos casos singulares.

En los comicios parlamentarios del domingo, los candidatos del PSUV a la Asamblea Nacional fueron votados por 5.399.574 personas, y todos los partidos políticos de la oposición reunidos en la Mesa de Unidad Democrática (Copei, Podemos, Primero Justicia, Alianza Bravo Pueblo, Un Nuevo Tiempo, La Causa R, MAS y AD, entre otros, desde bien a la derecha hasta bien a la izquierda) alcanzaron su máximo histórico de votación: 5.451.777 sufragios.
En las elecciones para el Parlatino el voto popular, expresado al margen de aquellos condicionantes locales, arrojó los siguientes resultados: 5.268.939 para la alianza PSUV-PCV contra 5.077.043 de sus adversarios, o sea 46,71 por ciento de los votos contra el 45,01 del heteróclito conglomerado opositor reunido en la MUD. En el referéndum del 2007 el chavismo había obtenido 4.404.626 votos, contra 4.521.494 de los partidarios de rechazar la nueva reforma constitucional. De lo anterior se deduce que en la elección del 26-S el gobierno aumentó su gravitación electoral en casi 900.000 votos mientras que la oposición lo hizo en algo menos de 500.000, contrastando los últimos resultados con los anteriores comicios de alcance nacional.
En las presidenciales de diciembre de 2006 Chávez fue reelecto con 7.309.080 votos, en contra de la coalición derechista liderada por Manuel Rosales, que se alzó con 4.292.466 sufragios.

Obviamente que cualquier comparación de estas cifras debe hacerse muy cautelosamente pero indican, al menos como una tendencia general:
a) Que el gobierno se debilita, y mucho, en elecciones en las cuales Chávez no es candidato. Entre 2006 y 2010 hay unos dos millones de votos que se alejaron de las filas bolivarianas, si bien no puede inferirse, a juicio de lo que ha venido ocurriendo desde 1998, que ese alejamiento sea definitivo, ya que es probable que retornen en las presidenciales de 2012 a condición de que Chávez sea el candidato.
b) Que, a la inversa, la derecha crece cuando Chávez no compite, pero que su crecimiento parece tener un techo relativamente bajo. En condiciones muy favorables para ella, que difícilmente volverán a repetirse, apenas araña los cinco millones de votos.
En otras palabras, no hay migración del voto chavista hacia la derecha, que era lo que esperaban. Lo que sí hay es un desencanto de las bases con algunas ofertas electorales que les hace el PSUV y un inevitable malestar ante los problemas de la vida cotidiana aún sin resolver después de tantos años de gobierno.

Pero si Chávez ganó en 15 de las 16 elecciones convocadas desde 1998 hay razones para suponer que 2012 podría ratificarse una vez más.

A mí Chávez francamente me da igual, pero las manipulaciones no. Ahora que ya sabés los datos, los números objetivos, seguí consumiendo en paz los insólitos adjetivos y las exégesis de futuro incumplimiento que te hacen tus analistas favoritos en los medios de las grandes empresas dedicadas entre otras cosas al negocio de la información, a las que les interesa el mundo y su gente.


Fuentes e inspiración: Atilio Borón, InfoBAE, y google.





Mirando por la ventana el prodigioso espectáculo de la vida

LOS PRISIONEROS
El Estado, que jamás va preso, asesina por acción y por omisión. Crímenes por acción: a fines del año pasado, la policía militar de Rio de Janeiro reconoció oficialmente que venía matando civiles a un ritmo ocho veces más acelerado que el año anterior, mientras la policía de los suburbios de Buenos Aires cazaba jóvenes como si fueran pajaritos. Crímenes por omisión: al mismo tiempo, cuarenta enfermos del riñón murieron en el pueblo de Caruarú, en el nordeste de Brasil, porque la salud pública les había hecho diálisis con agua contaminada; y en la provincia de Misiones, en el nordeste de la Argentina, el agua potable, contaminada por los plaguicidas, generaba bebés con labios leporinos y deformaciones en la médula espinal.
En la era de la privatizaciones y el mercado libre, el dinero se propone gobernar sin intermediarios. ¿Cuál es la función que se atribuye al Estado? El Estado debe ocuparse de la disciplina de la mano de obra barata, condenada a salarios enanos, y a la represión de las peligrosas legiones de brazos que no encuentran trabajo: un Estado juez y gendarme, y poco más. De los otros servicios públicos, ya se encargará el mercado, y de la pobreza, gente pobre, regiones pobres, ya se ocupará Dios, si la policía no alcanza. La administración pública sólo puede disfrazarse de madre piadosa muy de vez en cuando, atareada como está en consagrar sus menguadas energías a las funciones de vigilancia y castigo. En el proyecto neoliberal, los derechos públicos se reducen a favores del poder, y el poder se ocupa de la salud pública y de la educación pública como si fueran formas de la caridad pública.

EL ARTE DE BORRAR HUELLAS
Mientras tanto, crece la pobreza y crecen las ciudades y crecen los asaltos y las violaciones y los crímenes. "La criminalidad crece mucho más que los recursos para combatirla", reconoce el ministro del Interior del Uruguay. La explosión del delito se ve en las calles, aunque las estadísticas oficiales se hagan las ciegas, y los gobiernos latinoamericanos confiesan, de alguna manera, su impotencia. Pero el poder jamás confiesa que está en guerra contra los pobres que genera, en pleno combate contra las consecuencias de sus propios actos. "La delincuencia crece por culpa del narcotráfico", suelen decir los voceros oficiales, para exonerar de responsabilidad a un sistema que arroja cada vez más pobres a las calles y a las cárceles y que condena cada vez más gente a la desesperanza y la desesperación.
Las cumbres irradian el mal ejemplo de su impunidad. Se castiga abajo lo que se aplaude arriba. El robo chico es delito contra la propiedad, el robo en gran escala es derecho de los propietarios: uno es asunto del Código Penal, el otro pertenece a la órbita de la iniciativa privada. El poder, que elogia al trabajo y a los trabajadores en sus discursos pero los maldice en sus actos, sin pudor alguno recompensa la deshonestidad y la falta de escrúpulos. La respetable tarea tiene por cómplices a los grandes medios de comunicación, que mienten callando casi tanto como mienten diciendo.

¿DENUNCIAS O CONFESIONES?
Y mientras el poder enseña impunidad, esos grandes medios, y sobre todo la televisión, difunden mensajes de violencia y de consumismo obligatorio. Una reciente investigación universitaria reveló que los niños de Buenos Aires ven, cada día, cuarenta escenas de violencia en la pantalla chica. ¿Cuántas escenas de consumismo ven? ¿A cuántos ejemplos de despilfarro y ostentación asisten cada día? ¿Cuántas órdenes de comprar reciben los que poco o nada pueden comprar? ¿Cuántas veces por día se les taladra la cabeza para convencerlos de que quien no compra no existe, y quien no tiene, no es? Paradójicamente, la televisión suele trasmitir discursos que denuncian la plaga de la violencia urbana y exigen mano dura, mientras la misma televisión imparte educación a las nuevas generaciones derramando en cada casa océanos de sangre y de publicidad compulsiva: en este sentido, bien podría decirse que sus propios mensajes están confirmando su eficacia mediante el auge de la delincuencia.
Las fábricas de opinión pública echan leña a la hoguera de la histeria colectiva, y mucho contribuyen a convertir la seguridad pública en obsesión pública. Cada vez tienen más ecos los gritos de alarma que se pronuncian en nombre de la población indefensa ante el acoso del crimen. Se multiplican los asustados, y los asustados pueden ser más peligrosos que el peligro que los asusta. Para acabar con la falta de garantías de los ciudadanos, se exigen leyes que suprimen las garantías que quedan; y para dar más libertad a los policías, se exigen leyes que sacrifican la libertad de todos los demás -incluso en países como el Uruguay, donde las estadísticas confiesan que los policías son, en proporción, los ciudadanos que más delitos cometen. No sólo los vividores de la abundancia se sienten amenazados. También la clase media, y también numerosos sobrevivientes de la escasez: pobres que sufren el asalto de otros pobres más pobres o más desesperados. En sociedades que prefieren el orden a la justicia, hay cada vez más gente que aplaude el sacrificio de la justicia en los altares del orden: hay cada vez más gente convencida de que no hay ley que valga ante la invasión de los fuera de la ley. Hay un clamor creciente por la pena de muerte en la opinión pública de varios países latinoamericanos; y las matanzas de niños por los escuadrones parapoliciales de la muerte en Bogotá, Rio de Janeiro o la ciudad de Guatemala son pública o secretamente aplaudidas por un sector considerable de la sociedad. Se considera normal la tortura del delincuente común, o de quien tenga cara de; y llama la atención el silencio de algunos organismos de derechos humanos, en países donde la policía tiene la costumbre de arrancar confesiones mediante métodos de tortura idénticos a los que las dictaduras militares aplican contra los presos políticos.

LAS OTRAS JAULAS
Presos: las dictaduras militares ya no están, pero las frágiles democracias latinoamericanas tienen sus cárceles hinchadas de presos. Los presos son pobres, como es natural, porque sólo los pobres van presos en países donde nadie va preso cuando se viene abajo un puente recién inaugurado, cuando se derrumba un banco vaciado por los banqueros o cuando se desploma un edificio construido sin cimientos. Cárceles inmundas, presos como sardinas en lata: en su gran mayoría, son presos sin condena. Muchos, sin proceso siquiera, están ahí no se sabe por qué. Si se compara, el infierno del Dante parece cosa de Disney. Continuamente, estallan motines en estas cárceles que hierven. Entonces las fuerzas del orden cocinan a tiros a los desordenados y de paso matan a todos los que pueden, con lo que se alivia la presión de la superpoblación carcelaria -hasta el próximo motín.
En realidad, bien se podría decir que presos estamos todos, quien más, quien menos. Los que están en las cárceles y los que estamos afuera. ¿Están libres los presos de la necesidad, obligados a vivir para trabajar porque no pueden darse el lujo de trabajar para vivir? ¿Y los presos de la desesperación, que no tienen trabajo ni lo tendrán, condenados a malvivir a los zarpazos? Y los presos del miedo, ¿estamos libres? ¿No estamos todos presos del miedo? Todos enrejados: ya hay plazas públicas rodeadas de rejas en algunas ciudades latinoamericanas, y están enrejadas las casas de todos los que tenemos algo que perder, aunque sea poco, aunque sea nada; yo he visto rejas hasta en algunos ranchos de lata y madera de los suburbios pobres. Los de arriba y los del medio y los de abajo: en sociedades obligadas al sálvese quien pueda, aterrorizadas por los manotazos de sus náufragos, estamos todos presos: los vigilantes y los vigilados, los elegidos y los parias.
Los hechos se burlan de los derechos. Retrato de América Latina al fin del milenio: ésta es una región del mundo que niega a sus niños el derecho de ser niños. Los niños son los más presos entre todos los presos, en esta gran jaula donde se obliga a la gente a devorarse entre sí. El sistema de poder, que no acepta más vínculo que el pánico mutuo, maltrata a los niños. A los niños pobres los trata como si fueran basura. Y a los del medio los tiene atados a la pata del televisor.

EN LA BURBUJA DEL PODER
En el océano de los que necesitan, las islas de los que más tienen tienden a convertirse en lujosos campos de concentración, donde los poderosos sólo se encuentran con los poderosos y nunca pueden olvidar, ni por un ratito, que son poderosos. En algunas de las grandes ciudades latinoamericanas, donde los secuestros se han hecho costumbre, los niños ricos crecen encerrados dentro de la burbuja del miedo. Habitan mansiones amuralladas, grandes casas o grupos de casas rodeadas de cercos electrificados y guardias armados, y están día y noche vigilados por los guardaespaldas y por las cámaras de los circuitos cerrados de televisión. Viajan, como el dinero, en autos blindados. No conocen, más que de vista, la ciudad donde viven. Descubren el subterráneo en París o en Nueva York, pero jamás lo usan en San Pablo o en la ciudad de México.
Ellos no viven en la ciudad donde viven. Tienen prohibido ese vasto infierno que acecha su minúsculo cielo privado. Más allá de las fronteras del privilegio, se extiende una región del terror donde la gente es mucha, fea, sucia y peligrosa. En plena era de la globalización, los niños ricos no pertenecen a ningún lugar. Crecen sin raíces, despojados de identidad nacional, y sin más sentido social que la certeza de que la realidad es una amenaza. Tienen por patria las marcas de prestigio universal y por lenguaje los códigos internacionales. Los niños ricos de las ciudades más diversas se parecen en sus costumbres, tanto como entre sí se parecen los shopping centers y los aeropuertos, que están fuera del tiempo y del espacio. Educados en la realidad virtual, los niños ricos se deseducan en la ignorancia de la realidad real, que sólo existe para ser temida o para ser comprada.
Desde que nacen, son entrenados para el consumo y para la fugacidad, y transcurren la infancia comprobando que las máquinas son más dignas de confianza que las personas. Fast food, fast cars, fast life: mientras esperan que llegue la hora del ritual de iniciación, cuando el primer Jaguar o Mercedes les sea regalado, ellos ya se lanzan a toda velocidad a las autopistas cibernéticas, a toda velocidad compiten en las pantallas electrónicas y a toda velocidad devoran imágenes y mercancías haciendo zapping y haciendo shopping.

LA POBREZA COMO DELITO
Muchos antes de que los niños ricos dejen de ser niños y descubran las drogas caras que aturden la soledad y enmascaran el miedo, ya los niños pobres están aspirando pegamento. Mientras los niños ricos juegan a la guerra con balas de rayos láser, ya las balas de plomo acribillan a los niños de la calle. Algunos expertos llaman "niños de escasos recursos" a los que disputan la basura con los buitres en los suburbios de las ciudades. Según las estadísticas, hay setenta millones de niños en estado de pobreza absoluta, y cada vez hay más, en esta América Latina que fabrica pobres y prohíbe la pobreza. Entre todos los rehenes del sistema, ellos son los que peor la pasan. La sociedad los exprime, los vigila, los castiga, a veces los mata: casi nunca los escucha, jamás los comprende.
Nacen con las raíces al aire. Muchos de ellos son hijos de familias campesinas, que han sido brutalmente arrancadas de la tierra y se han desintegrado en la ciudad. Entre la cuna y la sepultura, el hambre o las balas abrevian el viaje. De cada dos niños pobres, uno trabaja, deslomándose a cambio de la comida o poco más: vende chucherías en las calles, es la mano de obra gratuita de los talleres y las cantinas familiares, es la mano de obra más barata de las industrias de exportación, que fabrican zapatillas o camisas para las grandes tiendas del mundo. ¿Y el otro? De cada dos niños pobres, uno sobra. El mercado no lo necesita. No es rentable, ni lo será jamás. Y quien no es rentable, ya se sabe, no tiene derecho a la existencia. El mismo sistema productivo que desprecia a los viejos, expulsa a los niños. Los expulsa, y les teme. Desde el punto de vista del sistema, la vejez es un fracaso, pero la infancia es un peligro.
En muchos países latinoamericanos, la hegemonía del mercado está rompiendo los lazos de solidaridad y está haciendo trizas el tejido social comunitario. ¿Qué destino tienen los dueños de nada en países donde el derecho de propiedad se está convirtiendo en el único derecho sagrado? Los niños pobres son los que más ferozmente sufren la contradicción entre una cultura que manda consumir y una realidad que lo prohíbe. El hambre los obliga a robar o a prostituirse; pero también los obliga la sociedad de consumo, que los insulta ofreciendo lo que niega. Y ellos se vengan lanzándose al asalto. En las calles de las grandes ciudades, se forman bandas de desesperados unidos por la muerte que acecha. Según la organización Human Rights Watch, los grupos parapoliciales matan seis niños por día en Colombia y cuatro por día en Brasil. ¿Y ellas? Hay medio millón de niñas brasileñas que venden el cuerpo, casi tantas como en la India, y en la República Dominicana la próspera industria del turismo ofrece subastas de niñas vírgenes.

EL PÁNICO Y SUS TRAMPAS
Entre una punta y la otra, el medio. Entre los que viven prisioneros del desamparo y los que viven prisioneros de la opulencia, están los niños que tienen bastante más que nada, pero mucho menos que todo. Cada vez son menos libres los niños de clase media. Les confisca la libertad, día tras día, la sociedad que sacraliza el orden mientras genera el desorden. En estos tiempos de inestabilidad social, cuando se concentra la riqueza y la pobreza se difunde a ritmo implacable, ¿quién no siente que el piso cruje bajo los pies? La clase media vive en estado de impostura, simulando tener más que lo que tiene, pero nunca le ha resultado tan difícil cumplir con esta abnegada tradición. Está, hoy por hoy, paralizada por el pánico: el pánico de perder el trabajo, el auto, la casa, las cosas, y el pánico de no llegar a tener lo que se debe tener para llegar a ser. Nadie podrá reprocharle mala conducta. La sufrida clase media sigue creyendo en la experiencia como aprendizaje de la obediencia, y con frecuencia defiende todavía al orden establecido como si fuera su dueña, aunque no es más que una inquilina del orden, más que nunca agobiada por el precio del alquiler y el pánico al desalojo.
En el pánico, pánico de vivir, pánico de caer, cría a sus hijos. Atrapados en las trampas del pánico, los niños de clase media están cada vez más condenados a la humillación del encierro perpetuo. En la ciudad del futuro, que ya está siendo presente, los teleniños, vigilados por niñeras electrónicas, contemplarán la calle desde el balcón o la ventana: la calle prohibida por la violencia, o por el pánico a la violencia; la calle donde ocurre el siempre peligroso, y a veces prodigioso, espectáculo de la vida.


(Eduardo Galeano)



Calle 13 sorprendió a todos con la publicación de una nueva canción llamada "Calma Pueblo", en la que el dúo boricua rapea junto a las guitarras estridentes de The Mars Volta y la batería de Fernando Samalea.


miércoles, 29 de septiembre de 2010

Acerca de los animales de la granja

La estabilidad laboral y los demás derechos de los trabajadores, ¿serán de aquí a poco un tema para arqueólogos? ¿No más que recuerdos de una especie extinguida?


En el mundo al revés, la libertad oprime: la libertad del dinero exige trabajadores presos de la cárcel del miedo, que es la más cárcel de todas las cárceles. El dios del mercado amenaza y castiga; y bien lo sabe cualquier trabajador, en cualquier lugar.
El miedo al desempleo, que sirve a los empleadores para reducir sus costos de mano de obra y multiplicar la productividad, es, hoy por hoy, la fuente de angustia más universal.


¿Quién está a salvo del pánico de ser arrojado a las largas colas de los que buscan trabajo? ¿Quién no teme convertirse en un "obstáculo interno", para decirlo con las palabras del presidente de la Coca-Cola, que hace un año y medio explicó el despido de miles de trabajadores diciendo que "hemos eliminado los obstáculos internos"?


Y en tren de preguntas, la última: ante la globalización del dinero, que divide al mundo en domadores y domados, ¿se podrá internacionalizar la lucha por la dignidad del trabajo? Menudo desafío.


(Eduardo Galeano)





LAS PLUMAS
Andan emplumados los indios que sobreviven a orillas del río Paraguay.
El plumaje adorna y tiene poderes.
Las plumas verdes del loro dan señorío al cuerpo, que gustoso las luce en los tobillos y en las muñecas, y también dan vida a las hojas de los árboles.
Si no fuera por las plumas rosadas de un ave llamada espátula, la tuna no daría frutos.
Las plumas negras del pato son buenas contra el mal humor.
Las plumas blancas de las cigüeñas ahuyentan las plagas.
El guacamayo ofrece plumas rojas, para llamar a la lluvia, y plumas amarillas, para atraer las buenas noticias.
Las plumas grises del avestruz dan brío al canto humano, que se eleva agradeciendo la luz de cada día.
El sietecolores
Dante D’Ottone andaba por el parque Rodó, haciendo nada, dejándose ir entre los árboles, cuando vio a una mujer agachada ante un enorme telescopio que apuntaba al lago.
–Me va a disculpar, señora, pero yo soy muy curioso.
La mujer sacó el ojo del lente, y lo invitó:
–Mire, mire.
Y Dante adivinó un sietecolores, un pajarito de esos que jamás se ven en Montevideo, aleteando sobre el lago.
Ella manipuló el tubo, lo alargó:
–Así se ve mejor.
Y contó que había querido comprar unos prismáticos por lo mucho que le gustaba espiar a los pájaros libres, pero el dinero no daba. En la feria de Tristán Narvaja, el mercado de las pulgas, había encontrado ese telescopio, arrumbado entre otros trastos viejos, y por unos pocos pesos se lo había quedado.
El sietecolores, arcoiris con alas, revoloteaba al tuntún sobre los camalotes, y el telescopio lo perseguía. Daban ganas de pedir que no se fuera nunca esa alegría del aire.
Las palomas
Sylvia Murninkas estaba patinando por la costa de Montevideo, una serena tarde de luces, cielo sin nubes, aire sin viento, cuando escuchó ruidos de guerra. Se asomó al hotel Rambla y retrocedió espantada.
El combate aéreo ocurría en la planta baja. La planta baja del hotel, en plena remodelación, estaba en escombros, y sobre la basura de cascotes yde astillas de vidrios y maderas, había una alfombra de blancas plumas ensangrentadas. Las dos últimas guerreras se estaban matando a picotazos: se lanzaban en ráfaga, se trenzaban en el aire, se estrellaban contra los ventanales y bañadas en sangre volvían al ataque.
Sylvia no conocía estas costumbres de las palomas.
El lorito
Houdini se escapaba siempre. El primer día, levantó la puerta de la jaula, con su pico poderoso, y salió. El segundo día, alzó el piso por abajo. El tercer día, hizo un agujero en la malla de alambre.
Se escapaba, pero no llegaba lejos. Algo caminaba, a los tumbos, y se caía.
Sus secuestradores le habían cortado un ala, cuando lo cazaron en la selva. Kitty Hischier lo encontró en el mercado de Puerto Vallarta. Le dio lástima, lo compró para liberarlo. Como Houdini no podía arreglarse solo, y mutilado como estaba se lo comía cualquiera, ella decidió llevarlo, enjaulado, en su camioneta. Tenía la intención de pasarlo, clandestino, por la frontera. Houdini iba a ser uno más entre los miles y miles de mexicanos indocumentados en los Estados Unidos.
Al cuarto día, Houdini intentó la fuga por el techo, pero ya no le daban las fuerzas. El no hablaba, ni comía. Kitty le ofrecía palabras, en español y en inglés, y le ofrecía lechuguita, semillas de girasol y uvas; pero Houdini seguía callado, y arrojaba los alimentos fuera de la jaula.
Mudo, inmóvil, murió. En huelga de lengua, en huelga de hambre.
Las garzas
–El lago Titicaca. ¿Conoce usted?
–Conozco.
–Antes, el lago Titicaca estaba aquí.
–¿Dónde?
–Aquí, pues.
Y paseó el brazo por el inmenso secarral.
Estábamos en el desierto del Tamarugal, un paisaje de cascajos calcinados que se extendía de horizonte a horizonte, atravesado muy de vez en cuando por alguna lagartija; pero yo no era quién para contradecir a un lugareño.
Me picó la curiosidad científica. El hombre tuvo la amabilidad de explicarme cómo había sido que el lago se había mudado tan lejos:
–Cuándo fue, no sé, yo no era nacido. Se lo llevaron las garzas.
En un largo y crudo invierno, el lago se había congelado. Se había hecho hielo de pronto, sin aviso, y las garzas habían quedado atrapadas por las patas. Al cabo de muchos días y muchas noches de batir alas con todas sus fuerzas, las garzas prisioneras habían conseguido, por fin, alzar vuelo, pero con lago y todo. Se llevaron el lago helado y con él anduvieron por los cielos. Cuando el lago se derritió, cayó. Y quedó donde ahora está.
Yo miraba las nubes. Supongo que no tenía cara de convencido, porque el hombre preguntó, con cierto fastidio:
–Y si hay platos voladores, dígame usted, ¿por qué no iba a haber lagos voladores? ¿Eh?
Me dio la espalda y se fue.
La gallina
–Declare el acusado su versión de los hechos –mandó el juez.
El escribiente, las manos en el teclado, transcribió los dichos de Agustín Sosa, residente en la ciudad de Melo, mayor de edad, de estado civil soltero, de profesión desocupado. El acusado no negó su responsabilidad en el delito que se le imputaba. Sí, él había estrangulado una gallina que no era de su propiedad.
–Si no mataba esa gallina, me moría de hambre –alegó.
Y concluyó: –Fue en defensa propia.
El gallo
Hacia arriba lamía, y hacia abajo escupía. Era, dicen que era, juez, o recaudador de tributos, o enviado del rey, aquel adulón de los dueños de todo, que humillaba a los dueños de nada. Se llamaba Gallo, de apellido, y pisando pueblo decía:
–Donde este gallo canta, los demás callan.
Durante años callaron los callados, hasta que un buen día asaltaron el palacete donde se ejercía el abuso, atraparon al abusón, le arrancaron las ropas y desnudo lo corrieron, a pedradas, por las calles.
Ocurrió, dicen que ocurrió, en la ciudad andaluza de Morón de la Frontera. Ocurrió, dicen que ocurrió, hace cinco siglos. Pero cualquiera que visite la ciudad puede ver a ese gallo desplumado corriendo todavía, y todavía la advertencia se escucha en toda España: que te cuides, tú, mareado por el poder o el poderito, que te vas a quedar como el gallo de Morón, sin plumas y cacareando, en la mejor ocasión.


(Eduardo Galeano)


Cien años de perdón

José asomó la cabeza a la mínima vereda a cubierto de la llovizna, bajo el techito: quería confirmar si estaba Luisa en la esquina; nadie hacía los chipá como ella, y esa mañana se le habían antojado. Dejó la pava sobre el calentador y salió presuroso a comprarse unos; a esa hora todavía estaban calentitos. De última –pensó- los pondría un rato sobre el fuego.

Luisa estaba cruzando unos saludos con Bety, quien volvía un rato de la ruta y paró a comprar unas tortas a las brasas, para acompañar los mates. De pronto escucharon el sonido aparatoso provocado por el choque del cuerpo de José contra la suelo.

-¿Qué pasa, José? –gritaron asustadas. Las dos corrieron hacia el cuerpo.

Cata, la mujer de José, salió empujando a los chicos hacia dentro de la casa. Cuando vio el cuerpo de su marido tendido sobre la vereda, le sobrevino una angustia desoladora, quizá provocada por la certeza de estar viviendo un momento largamente temido, y descerrajó un estruendoso grito que le oprimía el pecho: -¡¿Qué pasó, José?!



Un vecino, alertado de la situación por el desacostumbrado griterío, dispuso inmediatamente su 504 modelo ’76 devenido en remise, cargaron el cuerpo sin respuestas, y lo llevaron a la salita de Budge. De allí los mandaron al Hospital de Lomas, ya que, según les explicaron, un cuadro cardíaco como el que presentaba José, no estaban en condiciones de atender.

En el hospital tampoco los atendieron, estaban de paro; sin embargo, debido a la urgencia que presentaba indudablemente la situación, consiguieron una ambulancia para trasladarlo de urgencia. Terminaron en Lanús, y afortunadamente allí sí, lograron hacerlo atender en el Hospital municipal.

Seis interminables días duró la angustia de Cata, su familia y vecinos. En la madrugada del sexto día les informaron que José, había muerto.



En ese momento, comenzó un calvario, del que jamás sospecharon se podía padecer. Lo que pareció el fin de la agonía, no fue más que el disparador de una locura, imaginable sólo dentro de una pantalla.



Los trámites no parecían complejos. Los realizaron casi con despreocupación, hasta el preciso momento en que le comentaron a los empleados de la morgue su intención de conseguir un móvil para trasladar el cuerpo inerte hasta una sala de Fiorito, donde se iba a realizar el velorio.

Los empleados les informaron sin demostrar pudor alguno, que en ese caso deberían abonar dos mil pesos en efectivo, ya que ese requisito, según disponía la normativa del municipio, era imprescindible para proceder al traslado.

-¡¿Cómo mierda querés que consiga ahora dos lucas, de dónde?! –preguntó indignado y alzando un poco la voz, el hermano de José, asumiendo impensadamente que eso era lo insensato del reclamo del burócrata.

-No lo digo yo, lo dice la normativa vigente, –respondió con voz y gesto graves, el incólume empleado; –la alternativa prevista en el código –prosiguió inmutable-, para los casos de deudos que no cuenten con recursos para el traslado, es el entierro en el cementerio de Lanús a cargo de la comuna, naturalmente, y la cesión sin cargo de una sala en el mismo por el espacio de dos horas, para la realización del velatorio. Ustedes son quienes deciden...



Gerardo, así se llamaba el hermano de José, repuesto ya del golpe emocional, llamó desde su celular a un conocido muy vinculado al gobierno provincial, quien le debía varios favores.

Al cabo de casi una hora y media de nerviosa expectativa, sonó el teléfono, anunciando la esperada solución. Gerardo habló sólo unos minutos con su interlocutor, con quien negoció una solución con rapidez, lo que demostraba tanto su estrecha relación con él, como su clara comprensión de la lógica de la situación. Acto seguido, le pasó el aparato al empleado, quien se dispuso a escuchar de manera serena y atenta.



Por la tarde estaban finalmente viajando con el cuerpo desbordado de dolor hacia Fiorito, y también con el compromiso de juntar otros trescientos pesos más, que el empleado vendría a buscar al día siguiente a la casa de Cata. Los primeros los hubo conseguido Bety, mediante una colecta realizada entre los vecinos, y del mismo modo intentarían conseguir los restantes, como también el dinero necesario para el velorio y el entierro. José, luego de dos años de infructuosos esfuerzos por conseguir un empleo tras el cierre de su tornería y vender por monedas sus máquinas, no les dejo más que deudas a sus deudos; no tenían otra forma de conseguir el dinero necesario.



Al día siguiente y según lo acordado, a las ocho y media de la mañana se presentó el empleado en la casa de Cata, a cobrar lo que faltaba. Bety consiguió casi todo, Gerardo ayudo con lo que pudo.

Todavía faltaba juntar para la sala y el entierro.



Diego, el hijo mayor de Cata y de José, estaba con los pibes de la barra tomando unas cervezas en el kiosko de “La Gorda”, sobre la avenida. A Cata no le gustaban nada esos amigos; mala junta –le decía cada vez que Diego se lo permitía. Además, le reclamaba que prefería siempre estar con ellos a ir con la familia al templo.

Estaban cansados y aburridos en el velorio, y decidieron morigerar un poco la tristeza de Diego invitándolo con “unas birras”.



El Renault 12 verde comenzó a frenar cuando el ominoso semáforo optó mecánicamente por el color rojo. Hacía calor, por lo que el sonriente conductor tenía todas las ventanillas abiertas. “Pomo” y Diego se miraron y entendieron en seguida la oportunidad que parecía estar presentándose. Era Domingo y casi no había movimiento en el barrio, de manera que la hora no importaba, y tal vez algo podrían sacarle de positivo a la ocasión, literalmente. El tipo del R12, ya despojado de su sonrisa, su billetera y su reloj, huyó aterrorizado cuando la luminosa 22 dejó de presionarle la sien.



Los pibes volvieron al barrio contentos por lo inesperadamente fructífero que resultó el día. Se quedaron con uno de los de cien más los billetes chicos para repartir entre ellos, y los otros dos de cien se los llevaron a Bety. Después de todo, la familia de Diego ahora los necesitaba más, y con lo que se quedaron estaba más que bien para un Domingo a la mañana.







lunes, 27 de septiembre de 2010

No te salves del progreso, quédate conmigo.

La modernización
Levi Freisztav lee, escribe, pinta y talla maderas, hasta la caída de la tarde. Más, no. Ya los ojos sienten el paso y el peso de los años; y él prefiere guardar los ojos para mirar las montañas.
Con la mirada clavada allá, en los altos picos donde se enredan los jirones del crepúsculo, Levi evoca los tiempos idos. Ya hace casi medio siglo que se vino a la Patagonia, desde Buenos Aires, por casualidad o curiosidad, y aquí se quedó para siempre: caminando estas tierras y estos aires, Levi descubrió que sus padres se habían equivocado de mapa cuando le dieron nacimiento.
Apenas llegó al sur, este sur que iba a ser su lugar en el mundo, Levi consiguió trabajo en un proyecto de hidroponía. Un doctor del lugar había leído, en alguna revista, que los norteamericanos estaban plantando lechugas en el agua, y el doctor decidió poner en práctica esa novedad. Levi cavaba, clavaba, sudaba, montando día tras día una complicada estructura de tubos acanalados, hierros y cristales. Si lo hacen en Estados Unidos por algo será, decía el doctor, es una fija, no puede fallar; esa gente está a la vanguardia de la civilización y de todo, llevamos varios siglos de atraso; la tecnología es la llave de la riqueza.
En aquellos tiempos, Levi era todavía un bicho urbano, un hombre del adoquín o del asfalto, de esos que creen que los tomates nacen del plato y se quedan bizcos cuando ven un pollo que camina. Pero un día, contemplando las inmensidades de la Patagonia, la vasta verdería de estos valles vacíos, se le ocurrió preguntar:
–Oiga, doctor. ¿Valdrá la pena? ¿Valdrá la pena, con tanta tierra que hay?
Perdió el trabajo.

Visitas
Había corrido la sangre, sangre de los inocentes y sangre de los valientes y Sicilia parecía por fin libre de mafiosos.
Entonces, llegaron los extraterrestes. En la ciudad de Palermo, que está en la punta de esa isla que la bota de Italia patea, un vecino llamado Salvatore denunció a la policía que un extraterrestre le había robado la motoneta. Otro vecino, Sergio, publicó una carta, en un diario local, revelando que había sido secuestrado por unos enanos con antenitas.
Mientras tanto, otro vecino, Aldo, se preparaba para viajar al espacio sideral. Tenía listo el equipaje, no más que un par de zapatillas y una camiseta, ayunaba para no pesar y se había afeitado todo el cuerpo, hasta las cejas, para que la astronave pudiera aspirarlo sin que los pelos molestaran la fuerza magnética. Había un planeta, decía Aldo, donde las máquinas hacían todo y la gente era feliz.

El desobediente
Wagner Adoum andaba en su automóvil con la vista siempre clavada al frente, sin echar jamás ni una sola ojeada a los carteles que daban órdenes al borde de las calles de Quito y de las carreteras del país. Los amigos le decían que eres un suicida y un peligro público, que ya basta de provocar zafarranchos y estampidas, tienes que respetar los carteles, hazlo por tu vida y por la vida de los demás.
Pero él se defendía. No lo hago por distraído, decía:
–Yo nunca maté a nadie. Y si tengo los años que tengo y sigo vivo, es porque nunca hice el menor caso a los carteles.
Gracias a eso, decía, él no había bebido un océano de coca-colas, ni había comido una montaña de hamburguesas, ni se había cavado un cráter en la panza tragando millones de aspirinas y había evitado que las tarjetas de crédito lo hundieran hasta los pelos en el pantano de las deudas. Y así se había salvado de morir por ahogo, indigestión, hemorragia o asfixia.

El funcionario
Horacio Tubio había alzado casa en el valle de El Bolsón, pero la casa no tenía luz eléctrica. El había venido desde California, cargando sus modernos chirimbolos: la computadora, el fax, el televisor y el lavarropas se negaban a funcionar con luz de velas.
Horacio acudió a la oficina correspondiente. Lo atendió un ingeniero. El ingeniero consultó unos enigmáticos mapas y respondió que ya el servicio estaba funcionando en esa zona.
–Sí, funciona –reconoció Horacio–. Funciona en el bosque y solamente en el bosque. Los árboles me dijeron que están agradecidos, pero ellos no necesitan luz eléctrica.
El ingeniero se indignó:
–¿Sabe cuál es su problema? La arrogancia –sentenció–. Con esa arrogancia, usted no va a conseguir nunca nada.
Horacio se retiró, cerró la puerta. Y enseguida golpeó, toc-toc:
–¡Adelante! –mandó el ingeniero.
Toc-toc, seguían los golpecitos.
El ingeniero se levantó y abrió: Horacio estaba allí, de rodillas humillando la cabeza:
–Usted, ingenierio, que ha tenido la suerte de poder estudiar...
–Levantese, levantese.
Arrodillado, Horacio gemía:
–Usted que tiene un título, ingeniero...
Horacio miraba al suelo; el ingeniero miraba al techo:
–Levantese, por favor.
–Comprenda mi situación, ingeniero, yo quisiera aprender a leer, pero no tengo luz...
—Le ruego que se levante –suplicaba el ingeniero.
–... y sin luz, ¿cómo voy a aprender a leer? –insistía Horacio, las rodillas clavadas al piso–. Usted comprenda...
Al día siguiente, la luz eléctrica llegó a su casa.

El cielo y el infierno
Los bisontes de Altamira siguen huyendo; la Gioconda sigue ofreciendo su sonrisa sobradora; no se han muerto los fusilados que Goya pintó ni se han marchitado los girasoles de Van Gogh. Cuando dan inmortalidad a lo que pintan, aunque sea no más que una terrestre y mortal inmortalidad, los artistas desafían la ley divina: Dios sospecha, con toda razón, que estos señores quieren hacerle la competencia y eso a El no le gusta ni un poquito.
El Tola Invernizzi, que es del oficio, sabe que los pintores no van al Cielo. Pero tiene esperanzas. Fuentes bien informadas le contaron que allá en las alturas han cambiado, en estos últimos días, las leyes de inmigración y que ahora están otorgando facilidades. Ya San Pedro no alza la mano para impedirte el paso:
–Usted no ha sido tan bueno como dice.
En cambio, el portero de Dios te palmea la espalda:
–Usted no ha sido tan malo como cree.
Dice el Tola que le dijeron que la nueva política celestial se explica porque el Paraíso se ha quedado casi vacío. Algunas almas, las más santas, ya no podían soportar las comodidades del aire acondicionado sabiendo que hay otras almas condenadas a achicharrarse en el fuego y, por solidaridad, han renunciado al reino de la salvación y se han arrojado a los abismos. El eterno aburrimiento ha empujado a otras almas, no tan santas, a pedir el retiro, hartas como estaban de pasarse la eternidad escuchando siempre a los mismos angelitos tocando siempre el mismo concierto para arpa sola y siempre sobre la misma nube. Y otras almas, muchas, han sucumbido a la publicidad, que desde el infierno promete calor tropical, carne a las brazas, trago gratis, amor libre y otras perdiciones.


Progresos (por Eduardo Galeano)



No te salves, de Mario Benedetti, interpretado por Miguel Angel Sola.


No te salves
Mario Benedeti
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.


domingo, 26 de septiembre de 2010

El imbécil sube al taxi

Contó Eduardo Aliverti en su programa habitual de los sábados por la mañana por Radio La Red, que se subió a un taxi, y el conductor le contó que realizó la investigación que les relato brevemente a continuación:

Cuando se suben determinados pasajeros, ante la indicación de la dirección del destino, les comenta que es preferible ir por determinado camino ya que por aquel otro está todo cortado por piquetes.
Ante esta advertencia, normalmente el pasajero acepta y acto seguido, empieza a quejarse de estas inaceptables complicaciones que en los paises serios no suceden, que así va el país si estos negros de mierda no nos dejan producir, que son pobres pero no quieren trabajar, vagos que viven de los subsidios, subsidios pagados con nuestros impuestos, ¿a vos te parece?
Y una largísima lista de lugares comunes que es muy fácil imaginar.

Este inefable taxista, luego de unos minutos en los que los deja despacharse a gusto aunque suelen ser muy rutinarios y repetitivos, les aclara: “pero no de esos piquetes, son piquetes de gente del campo”.
Revelación ante la cual, y luego de unos largos segundos, a veces larguísimos, la inmensa mayoría de los que se quejaban contestan comprensivos:
“y qué querés, con lo que les están haciendo pobres”

¿Por qué nunca me subí a ese taxi?





EL IMBECIL
de León Gieco

"Sos de los que quieren que los chicos estén
pidiendo guita y comida en las calles
Cerrás las ventanillas de tu auto falo,
cuando los chicos te piden un mango
Cuidado Patri, guarda Ezequiel,
cuidado el bolso con cosas de valor
Cuidado Nancy, poné el brazo adentro,
de un manotazo te sacan el reloj
Soy su padre y les voy a explicar
que piden para no trabajar
No tuvieron la suerte de ustedes de tener
un padre como el que tienen

Sos de los que miran el retrovisor y cierran todo,
todo justo a tiempo
Y esa manito que golpea el vidrio te hace
revolcar en tus pobres triunfos
Cuidado tía, vos que en todos confiás,
ese pañuelo que es de seda francesa
Cuidado chicos, miren sin mirar,
porque estos entran enseguida en confianza

Soy su padre y les voy a explicar
que piden para no trabajar
No tuvieron la suerte de ustedes de
tener un padre como el que tienen

Sos un imbécil que a los chicos
culpás de la pobreza y la mugre que hay
Que nunca te echen, rogale a tu Dios,
porque en el culo te pondrás ese auto
No quiero que me limpien el parabrisas
porque está limpio y lo van a ensuciar
No quiero que me pasen esa estampita,
de alguna iglesia la habrán ido a robar

Soy su padre y les voy a explicar
que piden para no trabajar
No tuvieron la suerte de ustedes de tener
un padre como el que tienen



sábado, 25 de septiembre de 2010

Aquel peronismo de juguete del Gordo

Maravilloso cuento del Gordo. Con sencillez, sin presuntuosidad, pero sin ninguna simplificación, relata muy clara y lúcidamente, y desde el corazón, un pedazo fundamental de nuestra historia. Y culmina con una cotundencia y una verdad tan poderosa que entiendo que puede doler.

Yo nunca creí en Perón, ni en el peronismo, pero así como el Gordo entiendo muy bien por qué muchos lo necesitan, por qué necestan aferrarse a la idea de que se pudo, y se puede.
Por eso no soy antiperonista, y tengo el corazón y la mente abierta, lo que me permite estar encantado con el lado bueno del actual gobierno de nuestra patria.

Sé que tiene el lado maldito también ahora, como lo tenía en los tiempos que relata Soriano, menos que en aquellos años, pero lo tiene. Como todo lo que es tumultuoso, desordenado. Quizá así deba ser.
Por ahora, me siento cómodo.



Aquel peronismo de juguete
(Osvaldo Soriano)


Cuando yo era chico Perón era nuestro Rey Mago: el 6 de enero bastaba con ir al correo para que nos dieran un oso de felpa, una pelota o una muñeca para las chicas. Para mi padre eso era una vergüenza: hacer la cola delante de una ventanilla que decía "Perón cumple, Evita dignifica", era confesarse pobre y peronista. Y mi padre, que era empleado público y no tenía la tozudez de Bartleby el escribiente, odiaba a Perón y a su régimen como se aborrecen las peras en compota o ciertos pecados tardíos.

Estar en la fila agitaba el corazón: ¿quedaría todavía una pelota de fútbol cuando llegáramos a la ventanilla? ¿O tendríamos que contentarnos con un camión de lata, acaso con la miniatura del coche de Fangio? Mirábamos con envidia a los chicos que se iban con una caja de los soldaditos de plomo del general San Martín: ¿se llevaban eso porque ya no había otra cosa, o porque les gustaba jugar a la guerra? Yo rogaba por una pelota, de aquellas de tiento, que tenían cualquier forma menos redonda.

En aquella tarde de 1950 no pude tenerla. Creo que me dieron una lancha a alcohol que yo ponía a navegar en un hueco lleno de agua, abajo de un limonero. Tenía que hacer olas con las manos para que avanzara. La caldera funcionó sólo un par de veces pero todavía me queda la nostalgia de aquel chuf, chuf, chuf, que parecía un ruido de verdad, mientras yo soñaba con islas perdidas y amigos y novias de diecisiete años. Recuerdo que ésa era la edad que entonces tenían para mí las personas grandes.

Rara vez la lancha llegaba hasta la otra orilla. Tenía que robarle la caja de fósforos a mi madre para prender una y otra vez el alcohol y Juana y yo, que íbamos a bordo, enfrentábamos tiburones, alimañas y piratas emboscados en el Amazonas pero mi lancha peronista era como esos petardos de Año Nuevo que se quemaban sin explotar.

El General nos envolvía con su voz de mago lejano. Yo vivía a mil kilómetros de Buenos Aires y la radio de onda corta traía su tono ronco y un poco melancólico. Evita, en cambio, tenía un encanto de madre severa, con ese pelo rubio atado a la nuca que le disimulaba la belleza de los treinta años.

Mi padre desataba su santa cólera de contrera y mi madre cerraba puertas y ventanas para que los vecinos no escucharan. Tenía miedo de que perdiera el trabajó. Sospecho que mi padre, como casi todos los funcionarios, se había rebajado a aceptar un carné del Partido para hacer carrera en Obras Sanitarias. Para llegar a jefe de distrito en un lugar perdido de la Patagonia, donde exhortaba al patriotismo a los obreros peronistas que instalaban la red de agua corriente.

Creo que todo, entonces, tenía un sentido fundador. Aquel "sobrestante" que era mi padre tenía un solo traje y dos o tres corbatas, aunque siempre andaba impecable. Su mayor ambición era tener un poco de queso para el postre. Cuando cumplió cuarenta años, en los tiempos de Perón, le dieron un crédito para que se hiciera una casa en San Luis. Luego, a la caída del General, la perdió, pero seguía siendo un antiperonista furioso.

Después del almuerzo pelaba una manzana, mientras oía las protestas de mi madre porque el sueldo no alcanzaba. De pronto golpeaba el puño sobre la mesa y gritaba: "¡No me voy a morir sin verlo caer!". Es un recuerdo muy intenso que tengo, uno de los más fuertes de mi infancia: mi padre pudo cumplir su sueño en los lluviosos días de setiembre de 1955, pero Perón se iba a vengar de sus enemigos y también de mi viejo que se murió en 1974, con el general de nuevo en el gobierno.

En el verano del 53, o del 54, se me ocurrió escribirle. Evita ya había muerto y yo había llevado el luto. No recuerdo bien: fueron unas pocas líneas y él debía recibir tantas cartas que enseguida me olvidé del asunto. Hasta que un día un camión del correo se detuvo frente a mi casa y de la caja bajaron un paquete enorme con una esquela breve: "Acá te mando las camisetas. Pórtense bien y acuérdense de Evita que nos guía desde el cielo". Y firmaba Perón, de puño y letra. En el paquete había diez camisetas blancas con cuello rojo y una amarilla para el arquero. La pelota era de tiento, flamante, como las que tenían los jugadores en las fotos de El Gráfico.

El General llegaba lejos, más allá de los ríos y los desiertos. Los chicos lo sentíamos poderoso y amigo. "En la Argentina de Evita y de Perón los únicos privilegiados son los niños", decían los carteles que colgaban en las paredes de la escuela. ¿Cómo imaginar, entonces, que eso era puro populismo demagógico?
Cuando Perón cayó, yo tenía doce años. A los trece empecé a trabajar como aprendiz en uno de esos lugares de Río Negro donde envuelven las manzanas para la exportación. Choice se llamaban las que iban al extranjero; standard las que quedaban en el país. Yo les ponía el sello a los cajones. Ya no me ocupaba de Perón: su nombre y el de Evita estaban prohibidos. Los diarios llamaban "tirano prófugo" al General. En los barrios pobres las viejas levantaban la vista al cielo porque esperaban un famoso avión negro que lo traería de regreso.

Ese verano conocí mis primeros anarcos y rojos que discutían con los peronistas una huelga larga. En marzo abandonamos el trabajo. Cortamos la ruta, fuimos en caravana hasta la plaza y muchos gritaban "Viva Perón, carajo". Entonces cargaron los cosacos y recibí mi primera paliza política. Yo ya había cambiado a Perón por otra causa, pero los garrotazos los recibía por peronista. Por la lancha a alcohol que casi nunca anduvo. Por las camisetas de fútbol y la carta aquella que mi madre extravió para siempre cuando llegó la Libertadora.

No volví a creer en Perón, pero entiendo muy bien por qué otros necesitan hacerlo. Aunque el país sea distinto, y la felicidad esté tan lejana como el recuerdo de mi infancia al pie del limonero, en el patio de mi casa.




Vídeo en el que Osvaldo Soriano cuenta su visión del cuento, y luego nos cuenta el cuento. Gentileza de Lucre y Mao, todo el mérito para ellos.


La mujer perfecta

Tenía un amigo muy simpático, muy buen tipo, muy lúcido para casi todo, que buscaba la mujer perfecta.
Ésa era su obsesión.

Cada vez que se levantaba una mina, le empezaba a encontrar defectos.

Que la voz muy aguda, que las tetas chicas, que muy alta, que muy aburrida, que no tiene personalidad, que habla mal, que no tiene inquietudes, que es fea.

Nos cansamos de buscarle pareja, ninguna le gustaba.

Murió soltero, virgen, y muy triste.


viernes, 24 de septiembre de 2010

Y al fin mi duende nació, A 18' del Sol

Luis Alberto Spinetta grabó "A 18 minutos del sol" en el año 1977, con una banda con musicos de jazz como Diego Rappoport y Osvaldo López que se completaba con dos musicos que ya venian acompañando a Spinetta: Carlos Alberto “Machi” Rufino en bajo y Hector “Pomo” Lorenzo en baterìa.
La lista de temas es: Viento del azur, Telgopor, Viejas mascarillas, A dieciocho minutos del sol, Canción para los días de la vida, Toda la vida tiene música hoy, ¿Dónde está el topacio? y La eternidad imaginaria.

A pesar de su escasa difusión, A 18' del sol es una de las obras más sofisticadas y de mayor calidad de Luis Alberto Spinetta. Se trata del álbum más cercano al Jazz fusion, en donde sobresalen la impecable ejecución y el virtuosismo de Spinetta y sus músicos. La atmósfera del disco alejada del rock, es delicada y suave.


El nombre del álbum (A 18´ del sol) se debe al intento de reflejar la distancia entre la tierra y el sol (medida en velocidad luz). Hubo un error involuntario y "sobraron" diez minutos, pero se decidió dejar de todos modos el título tal cual se lo había puesto originalmente.

A este albúm pertenece la deliciosa "Canción para los días de la vida". Su poesía recuerda el mundo de fantasía de los tiempos de Almendra, pletórico de metáforas, comparaciones y descripciones nonsénsicas despojadas de adjetivación.





Canción para los días de la vida

Este dia empieza a crecer
voy a ver si puedo correr
Con la mañana silbándome en la espalda
o mirarme en las burbujas.

Tengo que aprender a volar
entre tanta gente de pie.
Cuidan de mis alas unos gnomos de lata
que de noche nunca rien.

Si la lluvia llega hasta aquí
voy a limitarme a vivir.
Mojaré mis alas como el arbol o el angel
o quizás muera de pena.

Tengo mucho tiempo por hoy
los relojes haran que cante

Y la espuma gira en torno a mi piel
me han puesto manos para hablarle
a las cosas de mi.

Y al fin mi duende nació
tiene orejas blancas
como un soplo de pan y arroz

Y un hongo como nariz
cuatro pelos locos
y un violín que nunca calla
solo se desprende y es igual a las guirnaldas.

Este dia es algo de sal
me dejó vibrando al nacer
pesa y es liviano como un hilo sin nombre
suena un poco a mi guitarra.

Tengo que aprender a ser luz
entre tanta gente detras.
Me pondré las ramas de este sol que me espera
para usarme como al aire.

Y es que al fin mi duende se abrió
tiene un corazón de mantel y batón
y un guiño al ver que todo es verdad.

Ya los gnomos cuiden
a un violín que siempre canata
nunca se adormece y es igual a las guirnaldas.

Y es que nunca calla, solo se desprende
y es igual a las guirnaldas.


martes, 21 de septiembre de 2010

La Toma, imaginación para poder

El fenómeno de recuperación de empresas en Argentina se enmarca dentro de los nuevos movimientos sociales de resistencia al modelo neoliberal vigente. Piqueteros, movimiento de desocupados, asambleas barriales, MNER se suman y solidarizan mutuamente constituyendo el tejido asociativo de resistencia y lucha en una Argentina que ha sido desvastada sistemáticamente desde hace ya tres décadas

Ocupar, resistir, producir es la voz reinvicativa del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas, voz que hoy se alza a más de 190 empresas.


Yo repetía siempre, emocionado, el neologismo que Eduardo Galeano repite sin parar, eso de ser sentipensante. Claro que él sabía de lo que hablaba, yo lo acabo de entender recién ahora, luego de sumergirme en las profundidades y descubrir lo que eso significa gracias a Milagro Salas y la Túpac.

Por momentos parecemos resignarnos a que el poder le gane a la imaginación. Es verdad que extramuros el vértigo es por momentos apabullante. Pero sin construcción de poder, la imaginación no será capaz de inventar una vida mejor. Claro, nos pone en riesgo nuestra pureza ideológica, pero quizá ese sea un refugio para cobardes.
Hay que tener claro, siempre, que la consigna de los chicos de "Empresas recuperadas" tiene que ver con la realidad. Ellos enarbolan sus emotivas consignas para poder, no sólo para imaginar.





Aquí les dejo una lista de reproducción automática de los 10 fragmentos para quienes deseen verla completa.


“Durante 2001, Argentina se vio inmersa en una de las más importantes crisis económicas de los últimos tiempos. La clase media, la más próspera de toda Latinoamérica se despertó en un Buenos Aires fantasmagórico, con fábricas abandonadas y un número espectacular de parados. En los suburbios de la capital, treinta obreros sin empleo deciden tomar la fábrica donde trabajaban y se niegan a abandonarla.

Documental antiglobalización escrito por Naomi Klein, la autora de “No logo”, y con la aparición de personas relevantes como Bill Clinton, Gustavo Cordera, Freddy Espinoza, Nestor Kirchner, Naomi Klein, Avi Lewis, Carlos Menem, Lalo Paret, Juan Domingo Perón, Anoop Singh, Luis Zanon, etc.”

La película describe el proceso de recuperación de empresas en Argentina por parte de los trabajadores. Una película de los canadienses Avi Lewis y Naomi Klein. Con voluntad subversiva y de emocionar gracias a una historia humana en las antípodas del reality show, Klein y Lewis pretenden que La toma dé un giro de 180 grados al debate sobre la globalización”. ¿Cómo? “Presentando alternativas” a una problemática, la de fuga de capitales y la deslocalización de empresas, capaz de arrasar un país fronterizo entre el primer y el tercer mundo como Argentina pero que amenaza por igual a Barcelona, Toronto y Caracas.”
Lewis admite que se han ocupado fábricas en otros lugares y momentos de la historia, pero destaca del caso argentino “un énfasis nuevo en la democracia de base asamblearia” y el ejemplo de una lucha obrera que sustituye “la tradición de la huelga” por la “insistencia en el derecho y la necesidad de trabajar con dignidad”. Klein puntualiza: “Si en los años 70 la ocupación de fábricas fue fruto de una ideología que iba de la cabeza a los pies, hoy se ha invertido el proceso y la política nace y crece en acciones como la de ocupar no sólo una fábrica, sinó una casa, un centro social o, tomados de internet, un programa de software libre o una canción.


domingo, 19 de septiembre de 2010

Sólo pueden contigo, si te acabas rindiendo

"Hoy la información nos oculta la información.
La información, en muchos casos, sólo sirve para ocultar otra información. Se difunde una información que nos impide acceder a la buena información.
Es lo que yo llamo la Censura Democrática".

(Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique)


Hemos sido necios y mediocres, y en otros tiempos nos han convencido hasta de que Don Arturo era un inútil. Eran los mismos que hoy nos quieren convencer de que el Sol no brilla.
Cada día me convenzo más de que la resistencia cultural es el signo de nuestros tiempos. Cierto que siempre lo ha sido, pero es que hoy me parece decisiva.
Ojalá no seamos pelotudos Nunca Más.

No simplifiquemos si no queremos ser simplificados.





Cuando uno es chico le explican que la imagen que reflejan los espejos es veraz y uno crece confiando en que eso es así. Es una convicción muy fuerte. Pero ocurre que a veces los fabricantes, por impericia o maldad, hacen espejos que deforman la realidad, que devuelven otra imagen. Si uno es morocho se ve rubio o viceversa. Y uno, que ha vivido una morocha vida durante tantos años, entre amigos morochos y de familia morocha, se rubio en el espejo y empieza a asumir rubias conductas. Tenemos una visión distorsionada del mundo. Yo creo que ha llegado el momento de desconfiar del espejo. Y de pensar que a lo mejor, los fabricantes tienen intereses inconfesables que nosotros no conocemos. Entonces lo mejor sería, más que mirar el espejo, preguntarle al de al lado, que también es morocho y que vive como nosotros, a ver cómo nos ve, qué le pasa, qué siente. Y mirar entonces más la realidad y menos su espejo. Hoy parecen pesar más los espejos de la realidad que la realidad misma.





Solo pueden contigo, si te acabas rindiendo.
Si disparan por fuera y te matan por dentro.
Llegarás cuando vayas, más allá del intento.
Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo…


sábado, 18 de septiembre de 2010

La máquina que nos odia

La inseguridad es un problema, qué duda cabe. En Argentina, en EEUU, en Europa y en la mayoría de nuestros países insertados, qué remedio, en el mágico mundo capitalista. De eso le habla Sarkozy a su electorado cuando le dan ataques fascistas. A eso se refieren Rajoy y Berlusconi cuando aplauden a su amigo dándole la razón.
Y es inversamente proporcional a la inclusión y el nivel de distribución del ingreso sumado al nivel de protección social que los estados son capaces de proporcionar. Basta un rápido análisis de los números globales de diversos países para comprenderlo.
Esto lo sabe todo el mundo. Algunos están obligados.

Pero aún así podemos encontrar la lista de países medidos por tasa de homicidio cada 100.000 habitantes (http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_countries_by_homicide_rate) un índice usado en todo el mundo para medir la inseguridad, que nos muestra que en Argentina desde 2003 la tasa viene descendiendo a ritmo sostenido. También la misma lista pero de la década anterior (http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_countries_by_intentional_homicide_rate_to_1999) en donde vemos que fue durante la segunda y más infame de las décadas, con el anterior gobierno justicialista de Carlos Menem cuando estos números aumentaron a niveles alarmantes. Y comprobar que la actual administración los ha llevado a números equivalentes a la década de los '80, allí donde quedaron con Don Raúl Alfonsín.
Las estadísticas publicadas por la Wikipedia, no son falsas, y sobre ellas no se pueden blandir letras en función adjetiva en un intento de negarles derecho a voz. Quizá no importen, aunque si es así es complicado resolver el grave problema que aún tenemos de inseguridad, y que nadie puede negar, porque toda decisión que se toma basada en datos falsos o imprecisos es difícil que tenga buen destino.

La prensa económica española, como El economista o Cinco días, señalan que agencias que dependen del FMI han informado que desde 2009 Argentina ya es el país de Latinoamérica con PBI x cápita más alto de la región, superando a Chile (2º) y México (3º), y que según los mismos analistas al menos en los próximos años esta situación no cambiará. Esto se puede comprobar también en la wikipedia, donde han subido los números oficiales del Banco Mundial de 2009 como las previsiones para el 2010. También me entero, pero por la prensa económica mexicana en este caso, que S&P, Fitch y Mood’y han mejorado la nota de la deuda Argentina con tendencia estable y a la mejora según sus propias palabras, y que JPMoran informó que continúa la tendencia a la baja sistemática del riesgo país.
Es posible que todo esto que la prensa económica del mundo nos relata, explique algunos de los porque de las estadísticas de las que nos podemos informar en Wikipedia sobre la inseguridad en números. Me refiero a porqué es posible llevar adelante políticas inclusivas y de redistribución del ingreso. Estadisticas que por si mismas no explican, aunque están en la base, del cambio de paradigma en educación, con un 6% del presupuesto nacional frente a un 2% del pago de deuda, cuando hace 7 años era exactamente a la invesa. Porque pese a lo que algunos creen, el estado argentino sigue siendo flaco, aún habiendo engordado mucho en los últimos años.

No sé si esto significa algo, pero sí es evidente que los que dicen con total desparpajo que nos están matando, y que el país va cuesta abajo, no dicen la verdad. Algunos incluso no mienten, es lo que viven, pero no es toda la verdad. No sé cuál es la intensión de quienes niegan la realidad antes de cuestionarla o criticarla, pero la consecuencia inmediata de una acción basada en estas críticas es necesariamente negativa. Su consecuencia inevitable es bombardear la parte de la realidad que funciona bien, o se puede mejorar. Y lamentablemente no nos es útil para todo lo que se hace poco, mal, o no se hace.



Arquitecto, Fotografo, Psicologo Social, Psicodramatista, "Arregla Vidas". Continuador del pensamiento de Pichon Riviere, con mas de 5 libros editados de Psicolgia Social en Latinoamerica. Funadaor de Cooperanza (Borda), Bancavida, Bancapibe, Bancadero, Oyitas, Escuela Nacional de Psicologia Social, entre otros tantos proyectos, en charla con el documentalista Guillermo Tello, reflexiona sobre la realidad psicosocial del pais.


lunes, 13 de septiembre de 2010

Mafalda y la constitución...

Art. 14.- Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino; de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto; de enseñar y aprender.

Art. 14 bis.- El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor; jornada limitada; descanso y vacaciones pagados; retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección; protección contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado público; organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en un registro especial.

Queda garantizado a los gremios: concertar convenios colectivos de trabajo; recurrir a la conciliación y al arbitraje; el derecho de huelga. Los representantes gremiales gozarán de las garantías necesarias para el cumplimiento de su gestión sindical y las relacionadas con la estabilidad de su empleo.

El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e irrenunciable. En especial, la ley establecerá: el seguro social obligatorio, que estará a cargo de entidades nacionales o provinciales con autonomía financiera y económica, administradas por los interesados con participación del Estado, sin que pueda existir superposición de aportes; jubilaciones y pensiones móviles; la protección integral de la familia; la defensa del bien de familia; la compensación económica familiar y el acceso a una vivienda digna.


Si crees inadecuado cumplir la constitución, que no te cause gracia Mafalda, quizá se ríe de vos…






domingo, 12 de septiembre de 2010

Justicia escrita con el lápiz de Manuel Rivas

Hace muy poco, en el 2001, Argentina era un país desahuciado. Si en Europa hoy hablamos de crisis, lo que vivió ese país fue una joda total. Millones de familias perdieron los ahorros. Los viejos que entregaron sus pensiones a fondos privados, animados por los loros del neoliberalismo mágico, se encontraron de repente en la indigencia. La pasta de los más ricos, avisados, emigró como las golondrinas. Los barrios del Gran Buenos Aires se autoorganizaron para dar de comer en ollas populares. Hoy Argentina levanta algo más que la cabeza, pese al mangoneo de una oligarquía prepotente, bendecida por una curia pendiente de exorcismo. Trazos cavernícolas que se prestan, sí, a un paralelismo con la España del Último Día. Sería recomendable que unos y otros viesen Tatuaje, donde se lleva a la escena la vida de Miguel de Molina, el cantor torturado por esbirros de Franco y que encontró refugio en América, con la ayuda de Evita. Por cierto, pocos países en el mundo tienen el pulso cultural que hoy tiene Argentina, donde también se está escribiendo el mejor periodismo literario. Agarren, si pueden, Frutos extraños, de Leila Guerriero, y Si me querés, quereme transa, el último de Cristian Alarcón. En el renacer después de la ruina, algo habrá tenido que ver la presidenta Cristina Fernández, denostada por la derecha como una bruja. Pocos países en el mundo de hoy han avanzado tanto en el campo de los derechos humanos. No he llegado a esta conclusión por birlibirloque. Lo pienso al salir de un juzgado en Comodoro Py, donde he podido asistir, como un ciudadano cualquiera, al juicio a la plana mayor de la ESMA, el centro de la Armada que la dictadura convirtió en un matadero. Y me ratifico al leer la resolución de la Cámara Federal, que se dispone a investigar el genocidio franquista si no lo hace la Justicia española. Gracias, Argentina.

Por MANUEL RIVAS (para El País, de Madrid)





Manuel Rivas es un intelectual gallego sobre quien no se pueden blandir letras en función adjetiva para negarle el derecho a voz. Además de ecologista y agitador cultural es poeta, periodista y escritor. El mundo de la Galicia rural y el de la Guerra Civil, con sus historias silenciadas, aparece siempre en sus obras. Dicen quienes le conocen que Manuel Rivas es una de esas personas que son exactamente lo que aparentan. ¿Y qué aparenta?, les pregunto. Aparenta ser una persona buena y afable, que está siempre disponible, que sufre por lo que les ocurre a los demás y que se siente culpable cuando no puede ayudarte. Una persona con una mirada telúrica que construye nuevas realidades con sus metáforas. Así le describen:

Nacido en A Coruña en 1957, Manuel Rivas es periodista, novelista, ensayista y poeta.
Su carrera como periodista se inició muy tempranamente, a los 15 años, como meritorio en El Ideal Gallego. Estudió Ciencias de la Información en Madrid. Fue subdirector de "Diario de Galicia". Es y ha sido colaborador en diversos medios de comunicación gallegos y españoles; El País, El Ideal Gallego, Diario de Galicia y La voz de Galicia.

Como periodista se ha mantenido siempre comprometido con los problemas sociales y ecológicos. Fue socio fundador de Greenpeace. Su actividad en este sentido adquirió una importancia fundamental con el reciente desastre ecológico provocado por el hundimiento del Prestige.

Considerada la voz más sobresaliente de la literatura gallega contemporánea, Manuel Rivas se ha convertido también en una rara excepción dentro del panorama de la literatura mundial. Por su manejo del lenguaje, su autenticidad, la ternura de sus historias, la profunda resonancia poética de su palabra, sus libros han ido ganando adeptos no sólo en el continente europeo, sino en el americano. Su obra literaria está escrita originalmente en gallego. Manuel Rivas ha revolucionado la literatura gallega y ha fundado diversas revistas literarias.

Algunas de sus obras han sido adaptadas al cine con gran éxito como: La lengua de las mariposas, relato incluido en su novela Qué me quieres, amor?, que fue dirigida por José Luis Cuerda o El lápiz del carpintero, dirigida por Antón Reixa, que fue seleccionada para presentarse en los premios Goya de la Academia española de cine.


BIBLIOGRAFÍA

Literatura:

Poemas

Libro de Entroido (1979),
Balada nas praias do Oeste (1985),
Mohicania (1987)
Ningún cisne (1989)
El pueblo de la noche (1997).

Narrativa

Todo ben (1985),
Un millón de vacas (1989), premio de la Crítica;
Los comedores de patatas (1992)
En salvaje compañía (1994)
Bala perdida (1996)
¿Qué me quieres, amor? Edición Punto de Lectura (1996)
El pueblo de la noche (1997),
El lápiz del carpintero.Madrid: Grupo Santillana de Ediciones S.A., 2001
Ella, maldita alma (1999)
A man dos paíños (2000).
Galicia, Galicia y La mano del emigrante (Alfaguara, 2001).
Las llamadas perdidas (2003)


Recopilaciones de artículos y ensayos literarios:

El bonsái atlántico (1994),
El periodismo es un cuento (1997),
Toxos e flores (1999), y
Galicia, Galicia (2001).


PREMIOS

Premio de la Crítica en Galicia,
Premio Nacional de Narrativa,
Premio de la Crítica Española
Premio de la sección belga de Amnistía Internacional,
Premio Torrente Ballester
Premio Arcebispo Xoán de San Clemente y el de la Crítica.
Premio ONCE - Galicia a la Solidaridad





viernes, 3 de septiembre de 2010

Soy el custodio de tus ráfagas de odio




Acabo de ver este informe sobre cosas que se dicen en la TV acerca de la inseguridad:





y mi primer reacción fue buscar información, Google mediante, para contrastar lo que allí se dice, para saber quién dice la verdad, o se le acerca, y quién miente, o al menos, quién no es objetivo y exagera, y me encontré con esto:

Lista de paises medidos por tasa de homicidio cada 100.000 habitantes, un índice usado en todo el mundo para medir la inseguridad, que nos muestra que en Argentina desde 2003 la tasa viene descendiendo a ritmo sostenido.

También me encontré con la misma lista pero de la década anterior, en donde vemos que fue durante la segunda y más infame de las décadas, con el anterior gobierno justicialista de Carlos Menem cuando estos números aumentaron a niveles alarmantes. Y compruebo que la actual administración los ha llevado a números equivalentes a la década de los '80, allí donde quedaron con Don Raúl Alfonsín.

No sé si esto significa algo, pero sí es evidente que los que dicen con total desparpajo que nos están matando, mienten. Y lo saben.


Interesante Acosta, Muy Interesante…


Cosas vederes, que non crederes…





jueves, 2 de septiembre de 2010

Apuntes refrescantes

Francamente este texto de Martín Ogando que comparto con ustedes, me interesó de manera particular porque habitualmente leo y escucho a tantos hablar desde la izquierda que me generan angustia y desesperación, que me encantó (literalmente) leer a alguien que desde el marxismo más auténtico puede analizar sin simplificar, y sin esa estúpida necesidad de marcar exageradamente lo que nos diferencia.

Es muy refrescante leer un análisis sin simplificaciones, intentando ir al fondo.
Equivocado o certero, eso quedará a gusto del consumidor, no se enreda en los maniqueísmos más difundidos. Es muy largo, aún así, no es agotador. Intenta ser abarcador, pero no un dogma.

Claro que sé que hay cosas que faltan, o que no se hacen bien, y que hay muchas cosas con las que no acuerdo. Pero también sé que el poder se construye con lo que se tiene, y sin poder no se puede hacer. Y que es indudable que avanzamos. Y mientras avancemos ahí tenemos que estar, desde la izquierda, intentando darle contenido. Mejorando la realidad posible desde nuestra subjetividad.
Ya habrá tiempo para lo demás.

Está escondida bajo la espesa vegetación mediática, pero la izquierda nacional, pensante, crítica, ahí está. Existe, aunque no la veamos, y es otro motivo más para reivindicar la Ley de medios.


¿Y a la izquierda del kirchnerismo qué?
Apuntes críticos para una nueva izquierda
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=111836&titular=apuntes-críticos-para-una-nueva-izquierda-






Coraje
Victor Heredia

Con qué criterio escribo nuestro dolor
si no se trata sólo de una canción.
Con qué excusa te digo que tengas fe
si yo mismo padezco la misma sed.
Año tras año vemos como se van
por la letrina del colonizador
la libertad y el sueño del soñador.
Coraje! Coraje! La unión hace la fuerza
y un corazón americano crece a la luz del sol.

Qué flota de gigantes barcos de azul
habrá que conseguir para despistar
la furia del terrible desdichado,
para que no desdiche esta libertad.
Quizás en tu portafolios quieras guardar
durante algunos días esta ilusión
que lleva la consigna del amador.
Coraje! Coraje! La unión hace la fuerza
y un corazón americano crece a la luz del sol.

Abre todas las puertas de par en par
para que el viento lleve adentro de tu hogar
el polen bullicioso de nuestra flor,
para que crezcan miles, más de un millón.
Camina sobre el hambre, fuerza y valor,
que la consigna crezca como el amor
y canta con nosotros nuestra canción.
Coraje! Coraje! La unión hace la fuerza
y un corazón americano crece a la luz del sol.


miércoles, 1 de septiembre de 2010

El misterioso mundo binario

Cosas extrañas del intrincado y laberíntico mundo binario.


En mis frecuentes recorridas por el inframundo en la búsqueda de la información perdida, me encuentro con que en 2007 el diario estadounidense The Washington Post dijo que “Argentina no parece haber aprendido de la historia y se preguntó si Cristina Fernández de Kirchner, ganadora de las elecciones presidenciales del fin de semana, será capaz de evitar otra crisis económica".
Según el diario, Fernández "puede usar su mandato para recetar la amarga medicina que la economía necesita —incluyendo aumentos en los precios de la energía y las tasas de interés, reevaluación de la moneda y reconciliación con el Fondo Monetario Internacional, que tiene la llave para una renovada inversión extranjera— o puede seguir las políticas populistas de su marido hasta que se produzca otro 'crash' económico".


Qué extraño que 3 años después en El Economista y en Cinco Días, los dos periódicos sobre economía de España, se informe que lejos de eso, Argentina ya es el país más rico de Latinoamérica, con el más alto PIB per cápita, y que no hay previsiones de que Chile (2do) o México (3ro) le arrebaten ese privilegio.
Y eso ha sucedido haciendo lo contrario de lo que proponía The Washintong Post como única opción válida.


Que caprichosos que son los números. Que obstinados. Y que poco humildes los del Post, que no escriben reconociendo su error, su nuevo error…