miércoles, 2 de mayo de 2012

Paz, diálogos y el mundo libre (de justicia)

La embajadora argentina ante el Reino Unido, Alicia Castro, le preguntó al canciller William Hague: "Viendo que las Naciones Unidas y la comunidad internacional, más un gran grupo de ganadores de Premios Nobel urgieron a los dos países a comenzar negociaciones para encontrar una resolución permanente y pacífica, mi pregunta es: ¿Está listo para el diálogo? ¿Le vamos a dar a la paz una chance?"

Hague, algunos dicen que molesto, interrumpió un par de veces a la embajadora argentina para que finalizara su alocución. "Gracias, Es suficiente", intentando callarla.
Cuando llegó el momento de responderle, el funcionario británico afirmó: "La autodeterminación es un derecho político básico de las Islas Malvinas... Usted puede contar con que nosotros, permanentemente, sostendremos ese derecho", eludiendo el canciller toda respuesta concreta al planteo de la embajadora argentina.

La pregunta fue formulada en el marco de una conferencia dada por el canciller, a la que la embajadora fue invitada, y resultó una de los seis asistentes habilitados para formularlas. La pregunta era pertinente dado que el canciller en su reporte mencionó el territorio de Malvinas, y la embajadora no repreguntó dado que no correspondía, contrariamente a lo que algunos medios informaron, pese a no estar presentes en el recinto, y a que incluso los medios británicos informaron lo que efectivamente sucedió.


La línea de pensamiento de algunos indefinibles personajes al comentar, informar, o llanamente fabular sobre el planteo de la embajadora argentina ante el Reino Unido al canciller Hague, los desnuda, deja sus vergüenzas al descubierto.
Supongo que para estos insensatos el deseado respeto por las formas, la compostura y la previsibilidad, es la arrogancia con la que David Cameron se negó a recibir la carta de los 7 premios Nobel.
Esa prepotencia para negarle entidad a su petición de diálogo es lo que estos inefables personajes entienden como la forma de la civilización deseada: los ostentosos dueños del poder humillando a los débiles de la tierra, y que a nadie se le ocurra cuestionarlo.





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