domingo, 24 de marzo de 2013

Hasta que la canción se vuelve otro vacío

Rostro contra rostro,
piedra contra piedra,
para que el tiempo no se pudra
y conserve su forma de cinta de colores.

Tiempo contra tiempo
paciencia contra paciencia,
hasta que la piedra tome el dibujo del rostro
y el rostro la carne de la piedra.

Corriente de la mirada que no cambia
si mira o si no mira,
de la mano que es igual cuando toma y cuando da,
del corazón análogo para quedarse o para irse.

Piel contra piel,
mundo contra mundo,
tierra contra la tierra
y también contra el cielo,
hija de antiguos hijos,
bandera para el viento que ella misma ha engendrado.

Entre el sol y el maíz,
entre la lluvia y la muerte,
pájaro contra pájaro,
luz contra luz,
flor contra flor,
secreto de cobre amalgamado

con metal que respira,
brujería de un humo que desciende
a descontar los siglos.

Sed contra sed,
vaso para beber el vaso
y derramar el mundo.



de Roberto Juarroz.


Imagen: fotografía de Chema Madoz







¿Por qué las hojas ocupan el lugar de las hojas y no el que queda entre las hojas? ¿Por qué tu mirada ocupa el hueco que está delante de la razón y no el que está detrás? ¿Por qué recuerdas que la luz se muere y en cambio olvidas que también muere la sombra? ¿Por qué se afina el corazón del aire hasta que la canción se vuelve otro vacío en el vacío? ¿Por qué no callas en el sitio exacto donde morir es la presencia justa suspendida del árbol de vivirse? ¿Por qué estas rayas donde el cuerpo cesa y no otro cuerpo y otro cuerpo y otro? ¿Por qué esta curva del porqué y no el signo de una recta sin fin y un punto encima?


viernes, 22 de marzo de 2013

Somos los que sabemos que no sabemos

Si digo que quien cree en fantasías incomprobables es irracional, de ningún modo estoy tratando a esta persona de tonta. Quien es religioso lo es desde la irracionalidad. Sin embargo es erróneo entender que la irracionalidad requiere de falta de inteligencia. Quien es inteligente entiende claramente que cuándo siente, esto sucede de manera irracional. Un científico religioso, en el caso de que éste sea inteligente, sabe que sus sentimientos religiosos son irracionales, aún así los siente. Como un poeta, o un amante. En este sentido sostengo que el ateísmo es igual de irracional que cualquier religión, en tanto asume como verdad algo indemostrable, como es la inexistencia de dioses o de seres en otros planos diferentes del nuestro.

Esto viene a cuento de una frase arbitrariamente atribuida al personaje de ficción llamado Dr. House, en la que éste asegura que si se pudiera razonar con la gente religiosa, no habría gente religiosa. Entonces podemos, y debemos completar la frase diciendo que si pudiéramos razonar con los poetas no habría poesía, o si pudiéramos razonar con los amantes no habría amor.
Revindico la irracionalidad erótica, la que me regala un marco o un camino a la felicidad. Ésta es una acuarela infinita de colores, en la que cada uno de nosotros encuentra sus formas y sus verdades.
Pero hay otra irracionalidad, gris, que se pretende blanca sin mácula (con lo que se deslegitima sin comprenderlo), con la que no me siento cómodo, porque se pretende institucional. Es tan oscura que se pretende bondadosa cuando impone cruelmente su moral (igual de irracional y subjetiva que la mía) a quienes no la comparten. Por eso soy agnósitco, porque esta irracionalidad la esquivo.

Otro punto en este debate es cómo alguien llega a entender la irracionalidad como algo negativo. No me imagino a un poeta ofendido porque sus palabras son catalogadas como irracionales. Lo imagino orgulloso de ser capaz de amar, irracionalmente. Es probable que esto tenga origen en que la irracionalidad que da marco a este texto, se pretende verdad incontestable, universal, y perfecta. Mi irracionalidad se ufana de sus dudas y su humana imperfección.
He aquí la mágica diferencia.




En la vereda de enfrente están los dueños de la verdad escriturada, los propietarios de la seguridad del ignorante; de este lado estamos nosotros, los dueños de las dudas sentados a una larga mesa en llamas.
Somos los que sabemos que no sabemos. Los que sabemos que no es luz esta claridad, que este permiso no es la libertad, que este mendrugo no es el pan y que no existen una sola realidad ni una única verdad.
Somos los hijos de los profetas pero también hijos de aquellos a quienes los profetas maldecían; somos los que desafinan en los coros de los istas.
Somos los que confían en la marcha de la historia sin darla por sobreentendida. Escépticos y optimistas, compartimos el pan de la duda, sentados a una larga mesa en carne viva.
(Eliahu Toker)

jueves, 21 de marzo de 2013

Y se abre la gran puerta

Manzanas levemente heridas por finos espadines de plata,
nubes rasgadas por una mano de coral
que lleva en el dorso una almendra de fuego,
Peces de arsénico como tiburones,
tiburones como gotas de llanto para cegar una multitud,
rosas que hieren
Y agujas instaladas en los caños de la sangre,
mundos enemigos y amores cubiertos de gusanos
caerán sobre ti. Caerán sobre la gran cúpula
que untan de aceite las lenguas militares
donde un hombre se orina en una deslumbrante paloma
y escupe carbón machacado
rodeado de miles de campanillas.

Porque ya no hay quien reparte el pan ni el vino,
ni quien cultive hierbas en la boca del muerto,
ni quien abra los linos del reposo,
ni quien llore por las heridas de los elegantes.
No hay más que un millón de herreros
forjando cadenas para los niños que han de venir.
No hay más que un millón de carpinteros
que hacen ataúdes sin cruz.
No hay más que un gentío de lamentos
que se abren las ropas en espera de la bala.
El hombre que desprecia la paloma debía hablar,
debía gritar desnudo entre las columnas,
y ponerse una inyección para adquirir la lepra
y llorar un llanto tan terrible
que disolviera sus anillos y sus teléfonos de diamante.
Pero el hombre vestido de blanco
ignora el misterio de la espiga,
ignora el gemido de la parturienta,
ignora que Cristo puede dar agua todavía,
ignora que la moneda quema el beso de prodigio
y da la sangre del cordero al pico idiota del faisán.

Los maestros enseñan a los niños
una luz maravillosa que viene del monte;
pero lo que llega es una reunión de cloacas
donde gritan las oscuras ninfas del cólera.
Los maestros señalan con devoción las enormes cúpulas sahumadas;
pero debajo de las estatuas no hay amor,
no hay amor bajo los ojos de cristal definitivo.
El amor está en las carnes desgarradas por la sed,
en la choza diminuta que lucha con la inundación;
el amor está en los fosos donde luchan las sierpes del hambre,
en el triste mar que mece los cadáveres de las gaviotas
y en el oscurísimo beso punzante debajo de las almohadas.

Pero el viejo de las manos traslucidas
dirá: amor, amor, amor,
aclamado por millones de moribundos;
dirá: amor, amor, amor,
entre el tisú estremecido de ternura;
dirá: paz, paz, paz,
entre el tirite de cuchillos y melones de dinamita;
dirá: amor, amor, amor,
hasta que se le pongan de plata los labios.

Mientras tanto, mientras tanto, ¡ay!, mientras tanto,
los negros que sacan las escupideras,
los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los
directores,
las mujeres ahogadas en aceites minerales,
la muchedumbre de martillo, de violín o de nube,
ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,
ha de gritar frente a las cúpulas,
ha de gritar loca de fuego,
ha de gritar loca de nieve,
ha de gritar con la cabeza llena de excremento,
ha de gritar como todas las noches juntas,
ha de gritar con voz tan desgarrada
hasta que las ciudades tiemblen como niñas
y rompan las prisiones del aceite y la música,
porque queremos el pan nuestro de cada día,
flor de aliso y perenne ternura desgranada,
porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra
que da sus frutos para todos.


Grito hacia Roma (Desde la torre del Chrysler Building)
Poeta en Nueva York (1929-1930). VIII - DOS ODAS.
Federico García Lorca




Las hierbas. Yo me cortaré la mano derecha. Espera. Las hierbas. Tengo un guante de mercurio y otro de seda. Espera. ¡Las hierbas!
No solloces. Silencio, que no nos sientan. Espera. ¡Las hierbas!
Se cayeron las estatuas al abrirse la gran puerta. ¡¡Las hierbaaas!!

miércoles, 20 de marzo de 2013

Un vacío lleno de palabras

Dicen que Carlos de Dios Murias, quien era un sacerdote franciscano, fuera ordenado sacerdote por Enrique Angelelli, obispo de La Rioja, y luego en 1976 torturado y brutalmente asesinado en La Rioja, será "beatificado" por el nuevo papa, es decir el nuevo jefe del estado vaticano, lo que eso signifique.

Lo interesante del asunto es el tratamiento que le dan P/12 y La Nación: mientras el primero informa que éste futuro beato fue asesinado "por la dictadura", el segundo informa "en la dictadura".


¿No es curiosa la diferencia?


Un santo de la diócesis de Angelelli.
El diario italiano La Stampa publicó que el papa Francisco se encamina a beatificar a Murias, quien fue torturado y asesinado por la dictadura junto al también cura Gabriel Longueville. El fiscal Carlos Gonella recordó la complicidad de la jerarquía católica.

El primer beato del papa Francisco podría ser un sacerdote argentino asesinado en dictadura
Carlos Murias fue torturado y asesinado en La Rioja en julio de 1976; era franciscano y lo había ordenado el obispo Angelelli




¿Queda algún vestigio de verdad en nuestra afirmación de que pensamos por nosotros mismos? En lugar de pensamientos existe un vasto e inhumano vacío lleno de palabras, fórmulas, eslóganes, declaraciones, ecos… ideologías! Siempre puedes extraer tu mano y servirte alguna.
(Thomas Merton)

martes, 19 de marzo de 2013

Es hora de hacer silencio y citarse con soledad

Leo que el memorandum cuya intención es avanzar con la causa AMIA tiene difícil su aprobación en el parlamento de la república islámica de Irán.
El motivo es que, tal y como explicó el gobierno argentino mediante su canciller ante el parlamento argentino cuando se debatió la aprobación o no del memorandum de acuerdo sobre el tema, no caerán las alertas rojas de Interpol luego de la firma del mismo, lo que esta institución internacional de referencia ya confirmó, como era de esperar por cierto.
Es posible que el gobierno iraní sea tan imaginativo como nuestra inefable oposición.

Entonces pregunto, si todos estos amigos, compradores compulsivos de verdades enlatadas que hablaban tan sueltos de cuerpo de "bajada de pantalones", de "pactos de impunidad", de "traiciones", y mendacidades por el estilo, ahora que el nuevo papa que tanto adoran dice que no hay que cansarse de pedir perdón:
¿pedirán perdón por su necedad?




Vivir la cuaresma es hacer silencio y citarse con soledad, revivir y hacer penitencia, ¡darse!.
Darse a los demás, renacer en transparencia, resucitar la inocencia, tomar conciencia y pedir perdón.
Para encontrar la paz y reencontrar la luz, que la cuaresma es tránsito de las sombras al asombro.
Porque la conversión es entrar en un mismo, como el aire penetra en el mar; hallarse como en el cielo, bajo una luna creciente, y sobre un naciente sol, que haga brotar el amor.
¡El amor!
(Víctor Corcoba Herrero)

domingo, 17 de marzo de 2013

No naceré en soledad

En la vereda de enfrente están los dueños de la verdad escriturada,
los propietarios de la seguridad del ignorante;
de este lado estamos nosotros, los dueños de las dudas sentados a una larga mesa en llamas.

Somos los que sabemos que no sabemos.
Los que sabemos que no es luz esta claridad,
que este permiso no es la libertad,
que este mendrugo no es el pan
y que no existen una sola realidad ni una única verdad.

Somos los hijos de los profetas
pero también hijos de aquellos a quienes los profetas maldecían;
somos los que desafinan en los coros de los istas.

Somos los que confían en la marcha de la historia
sin darla por sobreentendida.
Escépticos y optimistas, compartimos el pan de la duda,
sentados a una larga mesa en carne viva.


"Los dueños de las dudas", de Eliahu Toker.




Es necesario, a veces, encontrar compañía. Amigo, no es posible ni nacer ni morir sino con otro. Es bueno que la amistad le quite al trabajo esa cara de castigo y a la alegría ese aire ilícito de robo. ¿Cómo podrías estar solo a la hora completa, en que las cosas y tú hablan y hablan, hasta el amanecer?
(Rosario Castellanos)

Cuando tu rival deviene en enemigo

“La gente siempre puede ser llevada a obedecer las órdenes de los líderes. Todo lo que hay que decirle es que está siendo atacada y denunciar a los pacifistas por falta de patriotismo y por poner al país evn peligro. Esto funciona en cualquier país.”

(Cita del discurso del ex Reichsmarschall des Grossdeutschen Reiches Hermann Goering durante su juicio en Nuremberg.)


Esto lo podemos trasladar a otros planos de la política. Para obtener seguidores incondicionales, quizá irracionales, son necesarios los enemigos, cuanto más malvados mejor.

Por eso cuando sientas que alguien devino de rival en enemigo, harías bien en cuestionarte tu lugar. No necesariamente será el equivocado, pero quizá no lo estés mirando con ojos limpios.

Y sí, también estoy hablando de nuestra política local.
Y sí, no me limito a estos o aquellos.
Y quienes no se sientan incluidos sean probablemente quienes más lo están.


Entonces, lo que no son capaces de ver aquellos que creen que cualquier "colectivo" los deja bien, es que está demostrado de manera estadística, que lo más probable, es que terminen llegando al medio de la nada, desde donde será muy difícil volver.

Después no digan que no les avisé...




sábado, 16 de marzo de 2013

Testigos de la infamia

La muerte no puede ser alegría, aunque uno sienta que el aire está más limpio.

La información que el hijo de puta se llevó a la tumba, de todos modos no la proporcionaría si siguiera vivo.

Fue el responsable directo del mayor daño económico y social jamás producido a nuestro país. Co-protagonista de la dictadura más sangrienta de nuestra historia, y rutilante protagonista de la política económica que más miseria ha generado nunca en Argentina.
Aún más que Menem y De la Rua.

Se murió José Alfredo Martínez de Hoz.
Todos algún día moriremos.
Éste ojalá nunca hubiera nacido.

A otros hijos de puta probablemente nos los hemos merecido.
A este indudablemente no.




Estrangulados por la inteligencia

Entre mis cosas favoritas, están mi racionalidad y la honestidad intelectual. No pretendan llenar mi vida de pueriles fantasías que requieren carencia de sentido común para considerarlas verdaderas.
Yo intentaré no decirles jamás lo que pienso de sus amigos imaginarios y quienes se yerguen como sus oráculos, pero no pretendan imponerme vuestra hipocresía, porque entonces les diré lo que pienso a quemarropa, pese a que sé que se ofenderán, dado que el irracional siempre se ofende cuando le hablan con sinceridad.

Estoy casado con una creyente, así que la religión de los demás no me molesta, convivo con naturalidad desde el respeto mutuo.
Pero la iglesia es bien otra cosa. Quienes pretenden imponernos a los demás que vivamos según su moral, igual de subjetiva que la mía, no merecen mi respeto. Y menos aún aquellos que tienen las manos manchadas de sangre.
No pueden esperar que escuche calladito que se llenen la boca hablando de bondad, quienes están en el top five de la crueldad.
No me invadan más con la institución que probablemente sea la más nefasta de la historia de la humanidad, en tanto demasiadas muertes carga sobre sus espaldas la iglesia católica con sede en Roma, demasiado autoritarismo y prepotencia, como para que no les diga a la cara la tristeza que me dan.

Ustedes disfruten de este festival de teatro infantil, porque es necesaria una ingenuidad radical para creer que, si esta es, la realidad merece ser.


A aquellos que creen que la designación de un papa argentino puede a Argentina traerle algún beneficio, les pregunto qué beneficio le trajo a Polonia que hubiera un papa polaco. Además, claro, de insertarla definitivamente en el capitalismo, y por lo tanto, que la libertad de las personas que allí vivían, su igualdad de oportunidades y de derechos, sea proporcional a su capacidad de pagarlo.
Si para nuestro país realmente esto implicara un cambio, sospecho que será para peor.

Allá el gobierno y su real politik, que lo acepte no significa que lo comparta.
Parece ser que en el tema Bergoglio estoy más cerca de la posición de los troskos que de la que estoy percibiendo como oficial del kirchnerismo.
¿Me perocupo yo, los K, o los troskos?




Somos la raza estrangulada por la inteligencia, «La insuperable, mundialmente famosa trapecista que ejecuta sin mácula triple salto mortal en el vacío.»
(La inteligencia es una prostituta que se vende por un poco de brillo y que no sabe ya ruborizarse.)
(Rosario Castellanos)

viernes, 15 de marzo de 2013

Es la hoja caduca del otoño

El mundo gime estéril como un hongo.
Es la hoja caduca y sin viento en otoño,
la uva pisoteada en el lagar del tiempo
pródiga en zumos agrios y letales.
Es esta rueda isócrona fija entre cuatro cirios,
esta nube exprimida y paralítica
y esta sangre blancuzca en un tubo de ensayo.

La soledad trazó su paisaje de escombros.
La desnudez hostil es su cifra ante el hombre.

Sin embargo, recuerdo...

En un día de amor yo bajé hasta la tierra:
vibraba como un pájaro crucificado en vuelo
y olía a hierba húmeda, a cabellera suelta,
a cuerpo traspasado de sol al mediodía.
Era como un durazno o como una mejilla
y encerraba la dicha
como los labios encierran cada beso.

Ese día de amor yo fui como la tierra:
sus jugos me sitiaban tumultuosos y dulces
y la raíz bebía con mis poros el aire
y un rumor galopaba desde siempre
para encontrar los cauces de mi oreja.
Al través de mi piel corrían las edades:
se hacía la luz, se desgarraba el cielo
y se extasiaba -eterno- frente al mar.
El mundo era la forma perpetua del asombro
renovada en el ir y venir de la ola,
consubstancial al giro de la espuma
y el silencio, una simple condición de las cosas.

Pero alguien (ya no acierto
con la estructura inmensa de su nombre)
dijo entonces: «No es bueno
que la belleza esté desamparada»
y electrizó una célula.

En el principio -dice
esta capa geológica que toco-
era sólo la danza:
cintura de la gracia que congrega
juventudes y música en su torno.

En el principio era el movimiento.
Cada especie quería constatarse, saberse
y ensayaba las notas de su esencia:
la jirafa alargaba la garganta
para abrevar en nubes de limón.
Punzaba el aire en las avispas múltiples
y vertía chorritos de miel en cada herida
para que el equilibrio permaneciera invicto.

El ciervo competía con la brisa
y el hombre daba vueltas alrededor de un árbol
trenzado de manzanas y serpientes.
Nadie lo confesaba, pero todos
estaban orgullosos de ser como juguetes
en las manos de un niño.
Redondeaban su sombra los planetas
y rebotaban locos de alegría
en las altas paredes del espacio
teñidas de antemano en un risueño azul.

No me explico por qué
fue indispensable que alguien inventara el reloj
y desde entonces todo se atrasa o se adelanta,
la vida se fracciona en horas y en minutos
o se quiebra o se para.
La manzana cayó; pero no sobre un Newton
de fácil digestión,
sino sobre el atónito apetito de Adán.
(Se atragantó con ella como era natural.)

¡Qué implacable fue Dios -ojo que atisba
a través de una hoja de parra ineficaz!
¡Cómo bajó el arcángel relumbrando
con una decidida espada de latón!

Tal vez no debería yo hablar de la serpiente
pero desde esa vez es un escalofrío
en la columna vertebral del universo.
Tal vez yo no debiera descubrirlo
pero fue el primer círculo vicioso
mordiéndose la cola.
Porque esto, en realidad, sólo tendría importancia
si ella lo supiera.
Pero lo ignora todo reptando por el suelo,
dormitando en la siesta.

Ah, si se levantara
sin el auxilio de fakires indios
a contemplar su obra.
Aquí estaríamos todos:
la horda devastando la pradera,
dejando siempre a un lado el horizonte,
tratando de tachar la mañana remota,
de arrasar con la sal de nuestras lágrimas
el campo en que se alzaba el Paraíso.
Gritamos ¡adelante! por no mirar atrás.
El camino se queda señalado
-estatua tras estatua- por la mujer de Lot.
Queremos olvidar la leche que sorbimos
en las ubres de Dios.
Dios nos amamantaba en figura de loba
como a Rómulo y Remo, abandonados.

Abandonados siempre.
¿De qué? ¿De quién? ¿De dónde?
No importa. Nada más abandonados.
Cantamos porque sí, porque tenemos miedo,
un miedo atroz, bestial, insobornable
y nos emborrachamos de palabras
o de risa o de angustia.

¡Qué cuidadosamente nos mentimos!
¡Qué cotidianamente planchamos nuestras máscaras
para hormiguear un rato bajo el sol!

No, yo no quiero hablar de nuestras noches
cuando nos retorcemos como papel al fuego.
Los espejos se inundan y rebasan de espanto
mirando estupefactos nuestros rostros.
Entonces queda limpio el esqueleto.
Nuestro cráneo reluce igual que una moneda
y nuestros ojos se hunden interminablemente.
Una caricia galvaniza los cadáveres:
sube y baja los dedos de sonido metálico
contando y recontando las costillas.
Encuentra siempre con que falta una
y vuelve a comenzar y a comenzar.

Engaño en este ciego desnudarse,
terror del ataúd escondido en el lecho,
del sudario extendido
y la marmórea lápida cayendo sobre el pecho.
¡No poder escapar del sueño que hace muecas
obscenas columpiándose en las lámparas!
Es así como nacen nuestros hijos.
Parimos con dolor y con vergüenza,
cortamos el cordón umbilical aprisa
como quien se desprende de un fardo o de un castigo.

Es así como amamos y gozamos
y aún de este festín de gusanos hacemos
novelas pornográficas
o películas sólo para adultos.
Y nos regocijamos de estar en el secreto,
de guiñarnos los ojos a espaldas de la muerte.
La serpiente debía tener manos
para frotarlas, una contra otra,
como un burgués rechoncho y satisfecho.
Tal vez para lavárselas lo mismo que Pilatos
o bien para aplaudir o simplemente
para tener bastón y puro
y sombrero de paja como un dandy.
La serpiente debía tener manos
para decirle: estamos en tus manos.

Porque si un día cansados de este morir a plazos
queremos suicidarnos abriéndonos las venas
como cualquier romano,
nos sorprende saber que no tenemos sangre
ni tinta enrojecida:
que nos circula un aire tan gratis como el agua.
Nos sorprende palpar un corazón en huelga
y unos sesos sin tapa saltarina
y un estómago inmune a los venenos.
El suicidio también pasó de moda
y no conviene dar un paso en falso
cuando mejor podemos deslizarnos.
¡Qué gracia de patines sobre el hielo!
¡Qué tobogán más fino! ¡Qué pista lubricada!
¡Qué maquinaria exacta y aceitada!

Así nos deslizamos pulcramente
en los tés de las cinco -no en punto- de la tarde,
en el cocktail o el pic-nic o en cualquiera
costumbre traducida del inglés.
Padecemos alergia por las rosas,
por los claros de luna, por los valses
y las declaraciones amorosas por carta.
A nadie se le ocurre morir tuberculoso
ni escalar los balcones ni suspirar en vano.
Ya no somos románticos.
Es la generación moderna y problemática
que toma coca-cola y que habla por teléfono
y que escribe poemas en el dorso de un cheque.

Somos la raza estrangulada por la inteligencia,
«La insuperable,
mundialmente famosa trapecista
que ejecuta sin mácula
triple salto mortal en el vacío.»
(La inteligencia es una prostituta
que se vende por un poco de brillo
y que no sabe ya ruborizarse.)

Puede ser que algún día
invitemos a un habitante de Marte
para un fin de semana en nuestra casa.
Visitaría en Europa lo típico:
alguna ruina humeante
o algún pueblo afilando las garras y los dientes.
Alguna catedral mal ventilada,
invadida de moho y oro inútil
y en el fondo un cartel: «Negocio en quiebra».
Fotografiaría como experto turista
los vientres abultados de los niños enfermos,
las mujeres violadas en la guerra,
los viejos arrastrando en una carretilla
un ropero sin lunas y una cuna maltrecha.
Al Papa bendiciendo un cañón y un soldado,
y las familias reales sordomudas e idiotas,
al hombre que trabaja rebosante de odio
y al que vende el horno de sus abuelos
o a la heredera del millón de dólares.

Y luego le diríamos:
Esto es solo la Europa de pandereta.
Detrás está la verdadera Europa:
la rica en frigoríficos -almacenes de estatuas
donde la luz de un cuadro se congela,
donde el verbo no puede hacerse carne.
Allí la vida yace entre algodones
y mira tristemente tras el cristal opaco
que la protege de corrientes de aire.
En estas vastas galerías de muertos,
de fantasmas reumáticos y polvo,
nos hinchamos de orgullo y de soberbia.

Los rascacielos ya los ha visto de lejos:
los colmenares rubios donde los hombres nacen,
trabajan, se enriquecen y se pudren
sin preguntarse nunca para qué todo esto,
sin indagar jamás cómo se viste el lirio
y sin arrepentirse de su contento estúpido.

Abandonemos ya tanto cansancio.
Dejemos que los muertos entierren a sus muertos
y busquemos la aurora
apasionadamente atentos a su signo.
Porque hay aún un continente verde
que imanta nuestras brújulas.
Un ancho acabamiento de pirámides
en cuyas cumbres bailan doncellas vegetales
con ritmos milenarios y recientes
de quien lleva en los pies la sabia y el misterio.
Un cielo que las flechas desconocen
custodiado de mitos y piedras fulgurantes.
Hay enmarañamientos de raíces
y contorsión de troncos y confusión de ramas.
Hay elásticos pasos de jaguares
proyectados - silencio y terciopelo -
hacia el vuelo inasible de la garra.

Aquí parece que empezara el tiempo
en solo un remolino de animales y nubes,
de gigantescas hojas y relámpagos,
de bilingües entrañas desangradas.
Corren ríos de sangres sobre la tierra ávida
corren vivificando las más altas orquídeas,
las más esclarecidas amapolas.
Se evaporan rugientes en los templos
ante la impenetrable pupila de obsidiana,
brotan como una fuente repentina
al chasquido de un látigo,
crecen en el abrazo enorme y doloroso
del cántaro de barro con el licor latino.

Río de sangre eterno y derramado
que deposita limos fecundos en la tierra.
Su caudal se nos pierde a veces en el mapa
y luego lo encontramos
-ocre y azul- rigiendo nuestro pulso.
Río de sangre, cinturón de fuego.
En las tierras que tiñe, en la selva multípara,
en el litoral bravo de mestiza
mellado de ciclones y tormentas,
en este continente que agoniza
bien podemos plantar una esperanza.


"Apuntes para una declaración de fe", de Rosario Castellanos.


Imagen: fotografía de Margaret Bourke.




lunes, 11 de marzo de 2013

Seremos lo que queremos ser

Les tocó en suerte una época extraña.
El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los catógrafos, auspiciaba las guerras.

López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en una aula de la calle Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.

Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.


"Juan López y John Ward", de Jorge Luis Borges.


Decían en un artículo en The Guardian sobre el soporífero referendum que se lleva a cabo en Puerto Argentino, en las Islas Malvinas:
..."las resoluciones sobre la disputa planteadas por la ONU, de las cuales ha habido 40, no se refieren a la autodeterminación sino a los "intereses" de los habitantes de las islas". Además, añade que, según la ONU, "las disputas sobre la soberanía deben ser tratadas mediante negociaciones bilaterales entre la Argentina y Gran Bretaña, no con los isleños". El periodista concluye que "un acuerdo que consagre los derechos fundamentales - políticos, humanos, sociales, económicos, culturales, protegidos por la ley, traería beneficios muchos más sanos y prácticos para los habitantes de las islas que una disputa estéril sobre la soberanía". Aunque, reconoce, este "es un concepto que se ha ido deteriorando con los años". Por ese motivo, asegura: "Como dejaron en claro los países de la región, a través de la Unasur, el referéndum es insignificante".


Y yo digo que con esto confirmaremos lo que todos ya sabíamos:
que los kelpers son (y quieren ser) ingleses, y Las Malvinas son (y quieren ser) argentinas.


Sólo un montón de nada...




domingo, 10 de marzo de 2013

Vamos caminando, aquí estamos de pié

Diálogo a corazón abierto entre una venezolana y un argentino:

Daniela:
Saludos desde una Venezuela en luto.

Rafa:
No debemos ceder ante el odio y la agresión. No les demos el gusto de dejar de sonreír, lo que quieren es que te descontroles para decir: "ves, ves que son así". Recordá lo que dijo un pensador argentino: "nos quieren tristes, para derrotarnos. Hay que estar alegres, porque nada grande se puede hacer sin alegría".

Daniela:
Descripción de la ciudad: desolada
nada abierto
todo silencio
las radios con canciones suaves
ayer me iba a Carcas a verlo con dos amigos y no se nos dio el viaje
lo cancelamos, pero a la vez mucho mejor, porque hubo más gente!!
la cola es de mas de 10 kilómetros
mejor esperaré que baje la cola para ir y regresarme a mi ciudad el mismo día
yo vivo a 7 horas de Caracas
es rarísimo!! todos nos llamamos camarada y nos damos el pésame
es como que murió un familiar y así lo sentimos, como si quedamos huérfanos
quiero que cuando te pregunten digas con firmeza lo que se vive aquí
yo trabajo en la industria petrolera
y cuando murió la guardia nacional salio a la resguardar los entes públicos
y el pueblo se sumó a la protección de lo que es nuestro
eramos guardia nacional y pueblo en los pozos, taladros, y oficinas de PDVSA
por si acaso querían hacer saqueos y destrucción de bienes
no se dejaba entrar a nadie que no sea trabajador, y hasta ahora se mantiene
lo de NO VOLVERÁ es cierto
y si bien tenemos miedo porque Maduro NO es Chávez
estaremos unidos y apoyándolo para resguardar la patria. porque lo que viene es candela!
y a maduro lo que se le viene es duro! tanto que da miedo
tanto que tengo miedo

Rafa:
Si te sirve de algo, en Argentina somos muchos, muchos los que estamos incondicionalmente con ustedes. El sueño del compañero Chávez y del compañero Nestor Kirchner hoy es realidad, porque en Sudamérica estamos fuertes y unidos.
Yo confío en Venezuela, y confío en el compañero Maduro. En realidad, es más egoísta la cosa: nosotros necesitamos que Venezuela siga de pie. Hoy somos todos espalda con espalda, en tanto están esperando que caiga uno para ir contra todos.
No somos ingenuos, somos idealistas. Porque sabemos que se puede. 200 años después tenemos en nuestras manos la oportunidad de ser libres.
Te sigo abrazando Daniela. Argentina sigue abrazando a Venezuela.
Quisiera compartir nuestras palabras con los compañeros, para que nadie se confunda: el futuro es nuestro, pero el destino es común. Nos salvamos juntos, o no nos salvamos.
Un abrazo fraterno,

Daniela:
Que alegría leerte!!
Mi único consuelo es éste: EL ESPÍRITU DE HUGO CHÁVEZ ERA TAN GRANDE!! TAN PURO! TAN PROFUNDO! QUE NO CABIA EN SU CUERPO, SU CUERPO LO LIMITABA, Y TUVO QUE EXPANDIRSE EN TODOS NOSOTROS, EN TODO EL MUNDO!! SÓLO JUNTOS PODEMOS SER CHÁVEZ!! SI NOS SEPARAMOS, LO PERDEMOS.

Rafa:
Si leíste mi último posteo, que es una encuesta de opinión, verás que no sólo somos algunos locos sueltos los que los abrazamos: la mayoría de los argentinos estamos con ustedes (y no es una expresión de deseo, es la realidad de los números). Y me alegró saber que en Venezuela, nuestra presidenta tiene incluso más saldo de imagen positiva que acá.

Daniela:
En lo personal yo Amo a Cristinita: su temple, su elegancia, me gusta como habla y su fuerte presencia en un mundo de hombres; es una hija digna de Martí.
Cuando ella llegó el Miércoles en la madrugada con lentes a las 4am, algo hinchada y Evo ya había llegado, fue cuando caí en realidad de lo que había pasado.

- o - o -

Seguiremos llorando, pero con la alegría de saber que seguimos caminando.
Le repito a Daniela, y lo vuelvo a decir en voz alta;
Compañero Nicolás Maduro: con usted estoy seguro, que el compañero Hugo Chávez sabía elegir compañeros...




sábado, 9 de marzo de 2013

Cuando el sueño terminó, allí seguía

Todo lo que temíamos acerca del comunismo –que perderíamos nuestras casas y nuestros ahorros y nos obligarían a trabajar eternamente por escasos salarios y sin tener voz en el sistema– se ha convertido en realidad bajo el capitalismo.”
Jeff Sparrow

Y lo más grave del asunto, es que en el capitalismo mágico, donde la libertad de las personas es inversamente proporcional a la libertad de los capitales, tenemos toda la libertad que nuestro dinero puede pagar.
No hay dinero, entonces no hay libertad; de modo que otra de las cantinelas también se da vuelta, en tanto el empobrecimiento de la población conlleva como perjuicio adicional que a esas personas les queda sólo la libertad formal, no la real. Y a veces ni siquiera eso.
Por cierto, no sólo la libertad está condicionada, tenemos toda la igualdad, todos los derechos y todas las oportunidades que nuestro dinero puede comprar.

Por eso cuando alguien me dice la estupidez de lo de la diktadura, con la risa contenida (es de mal gusto reírse en la cara de los idiotas) le digo que nunca hubo más libertad que ahora en las últimas décadas, porque nunca hubo tanto acceso de la población a un trabajo, o a un ingreso mínimo en nuestra Argentina.

Claro que Sparrow habla de Europa, donde les sobran los motivos, ya que allí ni siquiera la democracia formal sucede, en tanto quien gobierna no cumple con la voluntad del votante, sino que cumple con la de "los mercados", eufemismo para hablar de los grandes capitales, los grandes grupos económicos y financieros. Es decir, que el gobierno del pueblo devino en el gobierno de las oligarquías.

Entonces, riamos también cuando acusan de populistas a los gobiernos populares de Sudamérica. O cuando nos acusan de nacionalistas por revindicar el patriotismo. Riamos de las cien mentiras con nuestras cien verdades. Sólo porque son nuestras. Absolutamente nuestras.




Cansado, sobre todo, de estar siempre conmigo, de hallarme cada día, cuando termina el sueño, allí, donde me encuentre, con las mismas narices y con las mismas piernas; como si no deseara esperar la rompiente con un cutis de playa, ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia, acariciar la tierra con un vientre de oruga, y vivir, unos meses, adentro de una piedra.
(Oliverio Girondo)

Que la poesía siga sucediendo

Ahora entiendo porqué Binner hubiera votado a Capriles: el candidato de la oposición venezolana pretende desconocer la autoridad del TSJ, que convalida la asunción de Nicolás Maduro como presidente, lo que lo habilita legal y constitucionalmente como candidato en las próximas elecciones.

Parece que está asustado: es evidente que cree que también perdería con Maduro.

¿Qué te pasa Capriles? ¿Estás nervioso?



Por cierto, estoy viendo en Telesur la gente desfilando al lado del compañero Hugo Chávez, para saludarlo, y no puedo evitar emocionarme, contagiarme de sus lágrimas, por momentos sentir frío en el corazón por el dolor compartido.

Se me antoja que estoy reviviendo, por el mismo canal, la misma emoción que sentía cuando aún viviendo en Galicia, veía las imagenes del pueblo argentino desfilando al lado del compañero Nestor Kirchner: las mismas lágrimas, el mismo dolor, el mismo corazón roto.

Cuando la razón y las ideas se mezclan con los sentimientos desbordados, siento que la magia sucede. Siento que entiendo al compañero Eduardo Galeano cuando nos describía que había un nivel de comprensión superior, que es la capacidad de sentipensar...





Matad la tristeza, poetas. Matemos a la tristeza con un palo. No digáis el romance de los lirios. Hay cosas más altas que llorar amores perdidos: el rumor de un pueblo que despierta ¡es más bello que el rocío! El metal resplandeciente de su cólera ¡es más bello que la espuma!
Un Hombre Libre ¡es más puro que el diamante!
(Manuel Scorza)

viernes, 8 de marzo de 2013

Para que entres, el corazón se me abre

Cruel descripción de las instituciones del siglo XXI, sobre las que, así como a los cuidadanos de a pié, se aplica la ley fundamental del capitalismo mágico:

"La libertad de las personas es inversamente proporcional a la libertad de los capitales, porque somos todo lo libres que nuestro dinero puede comprar".

Lo que, en estos días intensos para nuestra región, con tantas miradas (algunas nobles, otras miserables) apuntando a la república bolivariana, me recuerda las palabras de González Tuñón (poeta):
"Cuando el pueblo llora, no preguntes por qué: el pueblo sabe".
El pueblo es el que sabe, no los grandes grupos económicos que se dedican entre otras cosas al negocio de la información.

Entonces, me pregunto si celebrar que se murió tu rival político, al que eras incapaz de vencer, como si fuera tu triunfo, sería como celebrar que te dieron por ganado mediante una artimaña leguleya un partido de fútbol que perdiste 6 a 0.
¿Pusilánime es el adjetivo adecuado para estos personajes?

Con este marco conceptual en mente, y pensando en las últimas declaraciones sobre la muerte física de Hugo Chávez, digo que la cuestión que subyace en esto es que, según mi opinión, el progresismo como idea es tan amplio y fútil como algunos pretensiosos frentes. Bajo este rótulo podemos albergar desde posiciones de izquierda sin ambages, hasta quienes son llanamente progres (que sería el caso de nuestro FAP, el español PSOE, y tantos otros que creen ser poetas, y no llegan a bufones).




Para que tú entres, a veces de tristeza, el corazón se me abre. Como una puerta tímida, para que tú entres, el corazón se me abre. Pero tú no vienes, no vuelas más sobre los campos. En vano mi corazón a la ventana de su dolor se asoma. Pasas de largo, como si el viento soplase sólo para allá.
Pasa la mañana y no viene la tarde. Y el corazón se me cierra, como una mano sin nadie, el corazón se me cierra.
(Manuel Scorza)

Y alrededor de nosotros, los recuerdos

A continuación, una transcripción de los mensajes que la Presidenta de la República Argentina, la doctora Cristina Fernández, emitió mediante la red social Twitter:

"Tango 01. El martes pasado ni bien me avisaron lo de Hugo decidí viajar de inmediato a Caracas. Florencia me acompaña".

"No podía esperar. Infinita tristeza: nuestro compañero, el amigo de Argentina, había emprendido la partida. Al menos, eso creí".

"Llama Evo, pregunta cuando viajo: ya! Le noto la voz muy triste. Llama Pepe, pregunta si vamos juntos. Claro. Viene con su compañera Lucia".

"Llegamos miércoles a la madrugada. Elias Jaua, Canciller venezolano, me avisa que a las 11hs. saldrá el cortejo..."

"... desde el hospital rumbo a la Academia Militar, a la que piensan arribar a las 16hs".

"SU ACADEMIA. Allí donde una vez cenamos en la Cumbre de países africanos y la Celac. El acto protocolar para Presidentes será el viernes".

"Le aviso que en esta ocasión lo mio no es protocolar y me iré el jueves. No vine a despedir un Presidente, sino a un compañero y un amigo".

"El mejor amigo que tuvo la Argentina cuando todos le soltaron la mano. Le guste a quien le guste".

"Pepe me dijo en el avión, cuando viajábamos, que no recordaba en la historia un gobernante tan generoso".

"Miércoles al mediodía. Veo a Evo acompañando a Hugo, Nicolás y todo el Gobierno en medio de una marea roja y tricolor"

"Cómo me gustaria estar ahi!. No puedo: el calor, mi hipotensión cronica y el médico me lo prohiben".

"No aguanto más en el hotel, voy a esperarlo a la Academia. Luego de horas finalmente llega. En la entrada, un tumulto indescriptible".

"Pido permiso a los soldados y subimos con mi hija a un banco de madera para verlo llegar. Cuánto dolor. Siento q me alcanzan otros momentos".

"Cuando hacemos con Evo, Pepe y Lucía la primera Guardia de Honor del Féretro, no lo miro. Sólo quiero recordarlo vivo. Porque está vivo".

"Lo compruebo definitivamente el jueves por la mañana. Cuando miles y miles comienzan a acercarse a la capilla ardiente".

"Niños, mujeres, hombres, jóvenes, ancianos, discapacitados, soldados, trabajadores, médicos, docentes, familias. SU VENEZUELA".

"Algunos lloran, lo saludan, muchos se cuadran, gritan que nunca morirá. Estoy allí, frente a ellos, me saludan con el puño sobre el corazón"

"o con un beso, me llaman por mi nombre, me extienden su mano. No se necesita más para entenderse, hay un código en común".

"Hombres como Chávez no se mueren nunca".

"Vive y vivirá en cada venezolano y venezolana que dejó de ser invisible y se tornó protagonista".

"Este hombre les abrió la cabeza. Ya nadie se las podrá cerrar, jamas".

"Antes de partir me acerco y sin mirarlo toco la bandera que está sobre el féretro. Me despido, por ahora".

"Nicolás Maduro y Cilia su mujer me acompañan hasta la puerta de la Academia. Miles y miles de hombres y mujeres que saludan".

"Otra vez la marea roja y tricolor que grita: Queremos ver a Chavez! Repiten una y otra vez. No les dije? Chávez Está Vivo. Para siempre".





No viajaremos a países de cabellera incandescente. No partiremos, no saldremos de la ciudad ululante. Bajo los árboles vertiginosos del crepúsculo, vestidos de viudos, hemos de vernos.
En las estepas de los gentíos me verás, te veré, nos veremos. Y alrededor de nosotros los recuerdos de pico ensangrentado. Las hélices amarillas del otoño degollando pájaros inocentes.
Cierta tarde -cualquier tarde- en una esquina nos desconoceremos. Y por calles diferentes a la vejez nos iremos.
(Manuel Scorza)

martes, 5 de marzo de 2013

Los que mueren por la vida no merecen llamarse muertos

Hasta la victoria siempre compañero Hugo Chávez.
Que el pueblo venezolano lo honre luchando, defendiendo lo conquistado.
Y que el pueblo latinoamericano lo honre con su solidaridad incondicional para con el pueblo venezolano.

Murió un gran líder popular, su prédica y su lucha no morirá jamás.


"...los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos,
canta canta compañero,
canta canta compañero, que no calle tu canción,
si te falta bastimento tienes ese corazón..."


No saben cuánto se equivocan quienes hoy celebran la muerte del compañero Hugo Chávez; evidentemente no saben que a partir de hoy:
él es inmortal.

¡Hasta siempre comandante!


Imagen: Pintura de Norberto Filippo.




sábado, 2 de marzo de 2013

Hoy sabemos que lo real aún no ha sido

Esto escribía Marcelo Zlotogwiazda en Cash, el 25 de Junio de 2005 (hoy sabemos que Zloto estaba equivocado, porque la política de desendeudamiento nos dio la necesaria independencia en las decisiones económicas que nos permitieron crecer como nunca en nuestra historia, aún tomando los números de feroces opositores al gobierno, pero en aquel momento venía muy a cuento la advertencia):

"Es notorio cómo el Gobierno intenta disfrazar el pecado de virtud, presentando lo que es un innecesario drenaje de divisas como una conveniente política de desendeudamiento, un neologismo para las costumbres fiscales argentinas que por contraste ha sido asimilado con una connotación positiva, aunque si se lo analiza con detenimiento quizá no la tenga del todo. O, como mínimo, sea tema de controversia. Que el endeudamiento argentino haya sido perverso está fuera de discusión, pero eso no implica que el desendeudamiento sea necesariamente positivo.
Porque aún resignándose al conservadurismo distribucionista de Lavagna, cada dólar que se gasta en los organismos de crédito como extraño tributo de la paciencia a una estrategia difícil de comprender, es un dólar desaprovechado para resolver las prioridades que el propio ministro plantea en pos del desafío de sostener un crecimiento ininterrumpido hasta el 2010. Según él dijo, eso requiere de aumentar la tasa de inversión pública y privada, en equipamiento productivo y en infraestructura, lo que por cierto podría promoverse con los recursos fiscales que ahora se desvían hacia Washington. Por ejemplo, financiando más obra pública y aumentando los subsidios para atrapar el interés de un mayor número de pymes, que con el incentivo que ahora tienen no están respondiendo en la medida prevista, a tal punto que los cupos disponibles quedan en parte vacantes, mientras que las grandes firmas locales y multinacionales arrasan con cada peso de subsidio que se les ofrece para iniciar emprendimientos que quizás hubieran concretado de todas formas."

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/37-1931-2005-06-27.html


Y meses después, esto escribía Alfredo Zaiat en Cash, el 24 de diciembre de 2005 (lo que, en cambio, hoy sabemos sigue siendo cierto):

"La discusión sobre la utilización de las reservas para la cancelación total de la deuda con el Fondo Monetario Internacional puso en el ojo de la tormenta al Banco Central. La ortodoxia puso el grito en el cielo sobre la muerte de la independencia del instituto emisor. Su presidente, Martín Redrado, en una sobreactuación de sus estrechos espacios de libertad, difundió por la mayoría de los medios que sólo girará las reservas para saldar la cuenta con el FMI si el Tesoro le entrega bonos. Economía salió a cruzarlo dejando trascender que piensa en otra operación financiera que no implique aumentar deuda pública. Más prudentes y sin mensajes vía la prensa, desde la Casa Rosada le enviaron una señal sobre el destino de su actual rutina laboral si no camina por el mismo sendero de los intereses oficiales.
En el libro Economistas o astrólogos del autor de este artículo, uno de los capítulos estuvo referido a la “independencia” del BCRA. En ese escrito se destacaba que variadas ideas absurdas en materia económica se han instalado como verdades absolutas durante el reinado del neoliberalismo en los ’90. De esas máximas que debe respetar todo gobierno que aspira a tener en orden la economía, se menciona la que sostiene la obligación de mantener la “independencia” del Banco Central. Muchos engaños se han repetido hasta el cansancio durante esa larga década de la convertibilidad, pero el de la autarquía de la entidad monetaria se ha ganado el premio mayor."

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/28-2219-2005-12-29.html




Y lo real es lo que aún no ha sido! Toda apariencia es una misteriosa aparición. En la rama de otoño no acaba el fruto sino en la velada promesa de ser siempre, que su intacta forma ofreció un momento a nuestra dicha.
Pues toda plenitud es la promesa espléndida de la muerte, y la visitación del ángel en el rostro del más joven que todos sabíamos que se iría antes, pues escogía el deseo, su sonrisa nocturna.
(Fina García Marruz)

viernes, 1 de marzo de 2013

Los pueblos cuyos nombres nunca aprendiste

Por un momento sentí que Noé Jitrik hablaba de mí, o que (con repentino talento) lo había escrito yo en primera persona.


La ley mosaica, desde los más remotos tiempos, sostiene que de una madre judía sale un hijo judío y nada puede cambiar ese hecho. Desconfianza, quizás, en la probidad de las relaciones conyugales y, correlativamente, certeza por la simple razón de que sin madre no hay hijo. La mía lo fue y, por consecuencia, también lo soy yo: mis hijos, en cambio, cuya madre no es judía, no lo son aunque en ocasiones el apellido que portan hace creer a su Majestad el Otro que lo son. No se me escapa que esta deriva no habría implicado que en la Europa de 1940 no hubiéramos terminados todos, hijos y consorte incluidos, en las ingeniosas ocurrencias alemanas, me refiero a las cámaras de gas.

Mi comportamiento, no obstante esa carga teológico-genética, no hizo demasiado caso de ese aspecto, aunque mi fidelidad a mi familia y mi amor, sobre todo, por mi padre, fueron inquebrantables, sentimiento que si esos objetos de mi amor vivieran sería muy discutido. Sea como fuere, como ellos mismos no tenían una extrema devoción por los rituales que aseguran la continuidad de una devoción, yo me sentí desde niño en libertad como para mirar lo que me rodeaba sin el filtro de tal ritualidad. Debo reconocer, no obstante, que cierta manera de entonar las salmodias en las sinagogas me parecieron, ya adolescente y cuando la música empezaba a importarme, sumamente misteriosas y atractivas, muy árabes me parecían. ¿Quién habrá sido el que inventó esas salmodias, un judío básico o un árabe elemental? Ese gusto no descartaba otros equivalentes que no tenían como escenario las sinagogas de Iom Kippur: las Cantatas de Bach, la obra de Simone Martini, la Alhambra, las Catedrales, el Cantar del Mio Cid, Teotihuacán, los versículos de la Biblia y del Corán, en suma, el producto humano de un impulso divino: la divinidad, me parecía, estaba en todo eso, no en el Innombrable ni en su hijo predilecto ni en Wotan con su carga de violencia, ni en Tezcatlipoca ni en el grande Alá. ¿Debía sentirme en virtud de esos enormes atractivos un réprobo, un fugitivo de la fidelidad? No lo lograron, ni siquiera lo lograron conmigo los estalinistas que querían convencerme así como tampoco los dioses de la city porteña o de los poderes militares.

Mis padres nunca me parecieron preocupados por la cuestión de la identidad: si hay que referirse a la comida, al idioma, a la nostalgia, al humor corrosivo y a celebrar lo que el calendario impone, o propone más bien, seguían siendo judíos, pero no era que se preocuparan demasiado de la inmarcesible sustancia del dios Creador. Una vez que pasó el tiempo extraño que no quisieran introducirme en lo que me parece más propio del judaísmo, me refiero a la escritura: en eso me las tuve que arreglar solo y, por cierto, perdí mucho tiempo. Diría que tenían otros problemas a los que había que prestarles atención: en ese clima me crié de modo que cuando descubrí el paisaje, la llanura insondable, con el asombro que me perdura, cuando descubrí los libros que me siguen justificando, ellos no intentaron reconducirme por el venerable camino de la obediencia a los ritos o a las declaraciones de identidad: ningún diputado Bergman andaba por los alrededores para exaltar a la tribu. Tal vez eso hizo que la mirada del Otro que, como lo observó Sartre, “crea” al judío, me resbalara, nunca me di cuenta de que ese “otro” se dedicara a mirarme. Seguramente me equivoco y la mirada del “Otro” se ha posado sobre mí más de lo que yo lo hubiera advertido, “Hay golpes en la vida”, escribió Vallejo y nadie lo pudo contradecir. Pero, desde luego, eso no me impidió considerar dos hechos indudables; el primero, el papel que en el desarrollo de la civilización, por vía de descubrimientos y propuestas de todo tipo, habían tenido muchos judíos, desde los que en España habían filosofado o curado, pasando por un admirable Spinoza –que había padecido los rigores de una sinagoga implacable– hasta la cultura europea del siglo XIX, Heine, Mendelssohn, Marx, Freud y las vanguardias del XX; ninguno de ellos, me parece, abandonó sus ideas para ir a cortarse las vestiduras o ponerse anacrónicos sombreros o declarar “somos los mejores”, mientras se hacen seguir por mujeres con pelucas por vaya uno a saber qué misteriosa inteligencia. El segundo fue la suerte que corrieron millones de judíos arrastrados por la locura homicida de alemanes que decidieron no pensar y se dejaron llevar por la extraña creencia de que también ellos eran los mejores.

Vuelvo a la mirada del “Otro”: Sartre acertó con esa metáfora que abrió el camino para comprender que su historia viene de lejos: pocos se salvan de haberla ejercido lo cual, haciendo eso, generaba otro absoluto, la absoluta diferencia y aun algo más, el soberbio orgullo de ser el “Uno”. Se diría que en eso consistió el mecanismo de la Inquisición respecto de los judíos, mirar, ver, separar, condenar, mirada del ínfimo detalle como lo siniestro absoluto hasta culminar con ese “Otro” gigantesco y feroz que fue el nazismo. Pero, desde luego, la historia no se reduce a ese circuito, incluye muchos otros episodios visuales que retornan como la lluvia: los heteros con los homos en todas partes, los españoles en América, los europeos en Africa, los ingleses en Irlanda, los blancos con los negros y los indios, los burgueses con los proletarios, los hombres con las mujeres, la enumeración puede ser infinita y, por de pronto, es incesante.

Si bien a nadie se le puede prohibir mirar, puede decirse que hay miradas y miradas: el “Otro” puede cambiar de tónica y convertirse en el “Uno”, pero esa mutación es menos frecuente que lo que pretendería un humanismo integral y sin fisuras. Es claro que hay santos y otros de los que sin serlo emana un olor equivalente a tan alta cualidad pero también está la sospecha porque, sea como fuere, hay una cosa que se llama economía y otra que se llama política que algo tienen que ver con la conformación de dicha mirada.

Mi padre, según supe muchos años después, tuvo una ligera inclinación por ese movimiento que surgía cuando era apenas adolescente: el sionismo, que motivó su emigración a lejanas tierras ignotas, no porque no estuviera de acuerdo con la idea, sino porque al zarismo eso no le gustaba nada, era cultor del aislamiento sanitario de los judíos y gustaba de la exclusión y a él, a la recíproca, ninguna de esas cosas le gustaba. La época era propicia para una formulación de ese tipo: época de revoluciones en todo el mundo, en Argentina y en Rusia en 1905, en México en 1910, en Rusia en 1917, revolución era una palabra del vocabulario cotidiano, más o menos como en estos tiempos comunicación y en otros religión y ahora consumo. El sionismo, pues, era revolucionario y, como algunas de las otras, no todas, terminó por triunfar.

Y, como en todas las que triunfaron, tuvo que cambiar de carácter, organizarse como Estado; el propio Trotsky, que juraba por la “revolución permanente”, no ignoraba que ese paso era absolutamente necesario. En consecuencia, si la revolución es el puente necesario para llegar a un puerto soñado, de reducción de las injusticias, de satisfacción de las necesidades de todo el mundo, de eliminación del egoísmo y la discriminación, de cambio en las miradas, dicho puerto, llamado Estado, hace abandono de la revolución y construye una entidad capaz de llevar a cabo todos esos propósitos. No sé si esto es lo que reconocía Hegel, pero, más allá de sus ideas al respecto, es de una lógica histórica me parece que indiscutible, de tal manera que suponer una perduración del sentido revolucionario cuando la nueva entidad, el Estado, busca la manera de perdurar defendiéndose de los peligros que la acechan, entre los cuales el no menor es lo que otros Estados hacen a su turno, forma parte del ilusionismo o de la mala fe.

Cuando por fin, después de no pocas vicisitudes y de la derrota de los nazis y la correlativa revelación de sus atroces conductas, la ONU sancionó la creación del Estado de Israel las reacciones fueron diversas; no importa tanto la mía, que entonces estaba tratando de entender en qué mundo vivía y qué sería de mí, sino las previsibles: para unos, los que no podían creer, pero que tenían que admitir que el nazismo había sido cosa del pasado, la humillación era doblemente intolerable: el loco y sus secuaces puestos en el banquillo y condenados cuando habían soñado con ser los amos del mundo y, enfrente, triunfantes quienes debían en su lógica haber sido exterminados; para otros, por fin vendría un respiro a tanta persecución y muerte, una reparación que terminaría con siglos, precisamente, de humillación, aunque de otra índole; hubo sin duda quienes pensaron que eso no duraría, un pedazo de desierto entregado a un conjunto de sobrevivientes, qué se podía esperar. Los países que lo otorgaron es posible que lo hicieran para sacarse de encima una culpa junto con un problema, se sabe que donde hay judíos siempre hay problemas. Podría ser, incluso, que concibieron esa solución como otra “final”, un gigantesco ghetto sin mayores conexiones con el mundo, rodeado de feroces enemigos, en cierto sentido suicida.

No tardó demasiado tiempo ese joven Estado, cuya concreción había sido atípica, en desafiar todas las predicciones; más o menos socializante según las tradiciones europeas en principio inició una construcción prácticamente desde la nada, con gotas de agua sobre la arena, plantando árboles, concentrando saberes y apelando a las esperanzas de millones para los cuales se abría un horizonte de legitimidad, no ser ciudadanos de segunda en lugares en los que no funcionaba ni siquiera la asimilación, ese movimiento de entrega a, precisamente, lo Otro. Lo interesante era que no sería un estado teológico, concepto reservado a países primarios en los que los credos y las Iglesias constituyen el ingrediente principal de la identidad. Laico y democrático su fundamento residiría en un acto de justicia histórica, no en una condición señalada por la Biblia o las tradiciones. Pocos años después, seguramente porque los Estados vecinos no admitieron su existencia e intentaron durante décadas destruirlo –sin éxito por cierto– el poder de la religión en el Estado fue creciendo de modo tal que el inicial propósito pluralista vio acotarse su espacio y el país vio florecer, sin cubrir por cierto todo el espacio mental ni intelectual ni cultural, un fundamentalismo equivalente al de sus países vecinos que sostenían discursos homólogos, sólo que inspirados en otras deidades o en otras presuntas verdades. ¿Qué Dios es mejor o más verdadero? ¿De quién es la razón?

Menuda controversia, no se sabe con quién quedarse sobre todo cuando uno no creyó ni que el Estado tuviera que ligarse a una religión en ninguna parte ni que la religión fuera “el” indispensable para vivir en una sociedad aunque su cuota de incidencia en ningún lugar, ni siquiera en los países árabes, fuera total y absoluto aunque, por cierto, hay grados. En Israel votan en las elecciones, en Irán la palabra del ayatolá define gran parte de lo que hay que pensar, sentir o hacer.

Sin entrar mayormente en el análisis de esta perspectiva, ampliamente conocida, una de sus resultantes más notables es la convicción de que Israel no es sólo un país como otros, sino “la tierra de los judíos”; en consecuencia todos los judíos que siguen dispersos por el mundo gozan de o están condenados a esa condición; ciudadanos o no de otros países y por lo tanto, comprometidos con ellos, pese a las limitaciones que les imponen las religiones oficiales de tales países en caso de conflicto, si optan por lo que ocurre o necesita su país de residencia, son vistos como inconsecuentes y aun como traidores: ¿a qué clase de judío se le puede ocurrir, desde esa perspectiva, que es más importante para él la suerte del país en el que vive que la política israelí? Si lo entiende así y lo practica está cometiendo una falta grave de la que brota una culpa, difícil que consiga aclarar este punto y que sea respetado por su decisión. En ese esquema, la política israelí, o sus intereses, legítimos o discutibles, aparece como un deber ser ineludible, como si la madre que lo parió, cuya judeidad viene de hace siglos, siguiera tendiendo y tensionando el cordón umbilical que liga y ahoga a sus criaturas. De la genética a la política: me asusta.

Entiendo que este conflicto ha vuelto a ponerse en escena a propósito de los atentados que se produjeron en Buenos Aires, el que destruyó la Embajada de Israel, con vidas israelíes y argentinas dentro, el que destruyó la AMIA y se llevó la vida de casi noventa personas, argentinos todos, judíos o no. Era lógico que el Estado de Israel interviniera en el primer caso, la embajada era parte de su territorio, no lo era tanto en el segundo porque la AMIA es una entidad argentina, reconocida por la Argentina y, en consecuencia, salvo simpatizar y condolerse por el horrible atentado, toda la responsabilidad de hallar a los culpables y esclarecer el atentado era argentina, no israelí.

¡Qué duda cabe! En la investigación la Justicia argentina debe haber recurrido a servicios no argentinos, expertos en esta clase de crímenes, el Mossad, la CIA y acaso algún otro, cosa de la que tardaremos en enterarnos. Es comprensible que las víctimas hayan desconfiado de la probidad de funcionarios argentinos, policías, fiscales y políticos; se pudo pensar, es más, no sin fundamento, en la “conexión argentina”, pero, sea como fuere, corrupción mediante o no tanto, según los casos, la responsabilidad era, como es natural y está previsto en las leyes de todos los países, del gobierno argentino. Que en los 19 años no lo haya hecho con toda la eficiencia que habría sido necesaria parece un hecho, pero la crítica a la inoperancia no puede ser sustitutiva ni puede anular lo que sí se ha hecho, a saber la salida que se acaba de encontrar y que se discutió en el Congreso. No se trata de glosar lo que es de dominio público, pero no parece justo ni adecuado llenar de calificativos a funcionarios argentinos, “judíos traidores”, porque lo que el Estado de Israel considera tratar con uno de sus enemigos principales, para nada ilusorio por cierto, contagia las expresiones particulares que terminan por ser de una arrogancia tal como no se ha visto en ningún país del mundo. Según este modo de ver, y para tranquilizar a judíos que no escatiman insultos a la Presidenta, la Presidenta debería seguir a Israel en su enfrentamiento, romper con Irán y además, si fuera posible, declararle su hostilidad. Y ni siquiera con eso quienes, a partir de ese estado de ánimo, sostienen como pueden, en el Congreso, en diarios, redes, radio y televisión, que en la Argentina se está viviendo una dictadura espantosa, peor incluso que lo que se vivió entre 1976 y 1983, se tranquilizarían porque se arrogan una mirada de “Otro”, que no se satisface con nada, sólo con un extravío de la sensatez y una incapacidad de comprender alcances y límites de lo que puede hacer un gobierno.


"Memorándum", Por Noé Jitrik.
Publicado en Página/12.




Tictaqueo del reloj. Ves de nuevo los pueblos cuyos nombres nunca aprendiste, el pueblo donde querías llegar como el niño el día de su cumpleaños y los viajes de vuelta de vacaciones cuando eras -para los parientes que te esperaban- sólo un alumno fracasado con olor a cerveza.
Tictaqueo del reloj. El jefe-estación juega un solitario. El reloj sigue diciendo que la noche es el único tren que puede llegar a este pueblo, y a ti te gusta estar inmóvil escuchándolo mientras el hollín de la oscuridad hace desaparecer los durmientes de la vía.
(Jorge Teillier)

La misma indiferencia

No logro entender por qué la inmensa mayoría de los argentinos que conducen un vehículo, al subirse a él, al tomar el volante con sus manos y apoyar sus pies en los pedales, se convierten automáticamente en unos arrogantes, prepotentes, en unos necios insensibles, desaprensivos con la vida de los peatones, se pretenden ignorantes absolutos en las normas de tránsito (normas de convivencia al fin), o lo que es peor, aún conociéndolas, las ignoran sin más, lo que los convierte llanamente en unos cretinos.
¿Es esto lo que en verdad son, y en ese momento simplemente se muestran tal y como son, o acaso existe alguna justificación sociológica, o más bien deberíamos ensayar una explicación psicológica?

Increíblemente aún me agobia cruzar en las esquinas, incluso con el semáforo en verde para los peatones dándome paso cruzan a mi lado vehículos sin reducir la velocidad. Francamente estoy pensando en comprar un coche para sentirme un poco más a salvo.

Por cierto, ahora entiendo a lo que se referían algunos amigos y familiares que me advertían antes de mi vuelta a la patria sobre los graves problemas de inseguridad: se referían, evidentemente a la vial.
Créanme que éste es el único problema de inseguridad que he experimentado desde mi vuelta a Argentina.

Y lo que me intriga es por qué oculto motivo buenas personas, gente que podríamos definir como "normal", devienen en personas tan insensatas al conducir. Siento que estoy (estamos) al borde de la catástrofe a diario.
Y con alguno de estos inefables personajes con quien he discutido en la calle, redondea el escenario respondiendo con arrogancia a mis reclamos de prudencia, de respeto a las normas; pareciera que creen tener derecho a exigir que seas el peatón quien cruces cuidado aunque le asista el derecho de paso, en tanto la calle es de él y la vida y el cuerpo de quien cruza no es su problema.

No lo sé. Lo peor del caso, es que temo que llegará el momento en que me resigne, y empiece a convivir con normalidad con esta realidad.


Imagen: Roberto Dannemann.




Qué tierna insensatez la de estar solos, la del estremecimiento vergonzoso ante la voz del hombre.
Y el no estar a la altura de las propias palabras con esfuerzo aprendidas, pues ahora bien sencillo sería el acto del amor sin aquel eco soez de sumergidas tradiciones no expurgadas a tiempo, ahora que la misma indiferencia de las frases audaces y ante oídas del loro varonil tan propicia parece, si la conversación no fuera ya pretexto, argumento de un miedo mal oculto a no saber qué hacer en este trance.
(José Ángel Valente)