sábado, 23 de agosto de 2014

Pienso en las palabras

Los niños de Quebracho han conseguido su objetivo:
Cavallo hace un días que es permanentemente escuchado con la excusa de que lo agredieron.

Por cierto, con estos chicos me pasa lo mismo que con los políticos que representan agrupaciones de ultra izquierda, nunca les entiendo lo que dicen.
Mezclan temas inconexos con tanta liviandad, fabulan tanto, exageran tanto, que nunca estoy muy seguro de lo que hablan, y jamás puedo llegar a ninguna conclusión con su discurso; salvo que todos los que no están de acuerdo con ellos son malos malísimos, portadores de las peores intenciones.

Se me antoja que parecen "Testigos de Jehová"...


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Caminando hacia la oficina, temprano a la mañana, leo en un zócalo, a través de una vidriera, en la tele de un bar que "cerraron 300.000 cuentas sueldo", con lo que se pretende dar la idea de que en los últimos meses se destruyeron una cantidad aún mayor de puestos de trabajo.

Como trabajo en sistemas para uno de los bancos más grandes del país, al llegar, hice la estadística consultando los datos del último año, y compruebo que las cuentas de haberes han aumentado de manera mínima, es decir, que se han mantenido estables.
El banco para el que trabajo, tiene 2.200.000 de los 7.700.000 de cuentas que hay en el país.

Me tranquilizo, sería muy extraño que todas sean de otros bancos.
Concluyo: no asusta con sus palabras el que quiere, sino el que puede.


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En una nota publicada en el 2006, en la edición del 19º aniversario de Página/12, llamada "La abuela Licha", leo:
"Licha es una de las tantas mujeres que esperan. Pero no se quedó sentada en el sillón de pana verde.
Pelea y, a pesar del tiempo, no se cansa de exigir respuestas: ¿dónde está su nieta?, ¿dónde están sus hijos, sus yernos? Cuando estas preguntas se contesten, Licha será noticia.
Pero Licha –como todas las Abuelas– espera todos los días. Todos los días busca."

Y Licha, econtró lo que buscaba. Pero le faltó su abrazo...




Cuando pienso en las palabras y busco significados, me asalta un grande duda, que se enreda en el misterio; porque podemos decir palabras y otras palabras. Podemos lanzar al viento mil palabras llenas sólo de vacío, sin valor de sentimientos, sin loores ni lamentos.
Otras palabras también son duras como el acero, porque hieren como dagas y se clavan en el pecho.
(Zacarías Palacios)

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