sábado, 20 de diciembre de 2014

Con las velas tendidas hacia un país mejor

La sabiduría marxista -de Groucho- afirma que:
"Hay un método infalible para saber si alguien es honesto o no; preguntarle si es honesto: si responde que sí, sin dudarlo, ya sabemos que no lo es..."


"...el honestismo es la tristeza más insistente de la democracia: la idea de que cualquier análisis debe basarse en la pregunta criminal: quiénes roban, quiénes no roban. Como si no pudiéramos pensar más allá.
Usted debe de ser de esos que dicen ‘que roben pero que hagan’. Me lo han dicho varios y me sorprende: yo jamás dije –ni pensé– tal pavada. Yo digo que la honestidad es el grado cero de la actuación política y que por supuesto hay que exigirle a cualquier político –como a cualquier empresario, ingeniero, maestra, domador de pulgas– que sea honesto. Que, por supuesto, la mayoría de los políticos argentinos no lo parecen. Que, por supuesto, es necesario conseguir que lo sean. Pero que eso, en política, no alcanza para nada: que un político sea honesto no define en absoluto su línea política.
Por eso digo que la honestidad es –o debería ser– un dato menor: el mínimo común denominador a partir del cual hay que empezar a preguntarse qué política propone y aplica cada cual."

Honestismo
Por: Martín Caparrós (*)


Siempre sostuve que del grupo de "Día D", el único mediocre era Tenembaum (y lo sigue siendo), porque con sus más y con sus menos el resto de los integrantes del equipo tenía -y tiene- una cabeza pensante. Desde El Gordo hasta Paenza. Algunos también tienen demasiada ambición, que los opaca, es cierto.
En el caso del bigotudo aquí mentado creo que lo puede el miedo cuando analiza "los populismos", entonces se parapeta tras la progresía que antes despreciaba, pero esta idea del honestismo como fuente de manipulación, usada como acicate por los que pretenden ganar siempre (y ser todo lo deshonestos que puedan), es clarísima, y poderosa.




Noches en las que nos disimulamos bajo la sombra de los árboles, de miedo de que las casas se despierten de pronto y nos vean pasar, y en las que el único consuelo es la seguridad de que nuestra cama nos espera, con las velas tendidas hacia un país mejor.
(Oliverio Girondo)

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