domingo, 29 de noviembre de 2015

Recoger la única forma que podría recogernos

De incoherentes, iracundos e insensatos,
está infectado el camino al infierno...


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Nestor Kirchner, regresa desde el 2010, para darnos pistas acerca de cómo seguir caminando hacia el futuro

“Los Justicialistas que fueron neoliberales en los ’90, nos acompañaron en la transformación del 2003 al 2007 y ahora sienten que llegó la época de la restauración conservadora”, afirmó Kirchner en el 2010.
Y agregó: “Lo que la historia no le perdonaría al PJ, pero tampoco a los sectores progresistas no justicialistas, es que por vedetismo permitieran la restauración conservadora”.


Página/12, enero de 2010.



"La política es así. A veces hay derrotas que son llamados de atención, y además de analizar por qué se pierde hay que ver con quién se pierde. Lo más grave es que no perdimos con una fuerza progresista sino con el pasado, con los años ’90.
No hay más que ver lo que están haciendo en la Ciudad de Buenos Aires. El Jefe de Gobierno dice que nosotros estamos terminados, y él todavía no empezó. A nosotros nadie nos puede quitar el valor de que hemos sabido gestionar, administrar.
Este señor no ha podido mantener una sola decisión, y ha tomado las más agraviantes. Lo grave es que nosotros perdimos con eso y nuestro análisis es que ocurrió por no haber profundizado y corregido las cosas que teníamos que corregir. Por eso se tomaron todas las medidas que se tomaron después del 28 de junio."


Página/12, enero de 2010


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Ya definido el futuro gobierno del PRO, más allá de los gustos y las miradas personales, emocionales o ideológicas, podemos definir el sesgo principal que tendrá: el de clase. Si algo define a los miembros del futuro gobierno argentino, es que representan claramente a la clase dominante. Lo podríamos definir como un gobierno oligárquico.

Tengo claro que están aceitando el marketing, que los medios de comunicación que representan la ideología de esa clase trabajará con intensidad para convencer a quienes pierdan derechos y poder adquisitivo a manos de esa clase, dueña del capital, crean que su perdida es en verdad ganancia. También tengo claro que una cantidad importante de quienes los apoyaron con el voto seguirán neciamente con sus ojos vendados, y los auriculares puestos. Pero me temo que por más inteligentes que sean, que lo son, no lograrán instalarse, no les será sencillo continuar. El verano será complicado, nunca tuve dudas, pese a que intento ser prudente, de que lo que sucederá es inevitable, entrarán de atropellada a nuestros salarios a quitarnos todos los meses entre un 30% o un 40%. Muchos por fin empezarán a comprender que efectivamente no daba lo mismo, no era lo mismo.

Es inseguridad de diseño, mezcla de robo y violación: estos ladrones entrarán todos los meses a nuestros salarios para robarnos una parte de él, y dárselo generosamente a los dueños de Argentina.
No los verdaderos, no los legítimos, los dueños.

Quienes celebraron el triunfo de la derecha, porque creían que el FPV se resquebrajaría, y entonces asumirían la conducción de la oposición, me parece que se equivocaron. No tendrán tiempo.
O sí, entonces estaremos perdidos, no tendremos destino. Como dijo con claridad alguien que todos conocemos bien, sucederá lo que nosotros decidamos que suceda.

Lo que también tengo claro, es que sólo sucederá juntos. Dispersos nos quieren. Unidos debemos estar.

Unidos estaremos.


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Me disfrazo de oráculo, y les anticipo algo de lo que los medios de la clase dominante volverán a hablar: inflación estadística y de bolsillo.
La estadística es la inflación general de la economía, la que miden los institutos de estadística, y las consultoras serias. La de bolsillo es la que miden las organizaciones de consumidores, la que padecen nuestros salarios.
Estos años dieron por verdadera sólo la de bolsillo, pretendiendo correr por izquierda al FPV.
¿Tendrán tiempo para ir acomodando el discurso a lo que se viene? ¿Les daremos tiempo?





Recoger la forma interior, la que empieza en los mismos puntos que la otra pero se vuelca luego como un cántaro hacia su propia sed. Recoger la forma que no es el negativo de nada, que no se preocupa por el mundo, ni siquiera por las otras formas, y que parece a veces no preocuparse ni por el propio cuerpo que la sostiene. Recogerla en su invertida fuente, en su explosión invertida, en su gesto de intensidad tan íntima que podría crear el otro lado. Recoger la única forma que podría recogernos y borrarnos la otra, la que se equivocó hacia afuera.
(Roberto Juarroz)

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