viernes, 29 de enero de 2016

Sentir en mi alma todo el puñetazo

Tapa de la revista Humor Registrado, de septiembre 1996.

Prefiero no hacer comentarios.


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No modificará conductas ni posiciones la ética, ni la solidaridad, ni el espíritu democrático: lo hará el bolsillo.
Y tarde o temprano a la mayoría nos afectará, y esto incluye a los votantes del PRO.

Valga de ejemplo, un diálogo escuchado hoy en mi laburo, donde la inmensa mayoría votó al PRO:
-Pero qué, subió mucho?
-A más de 100 mangos la bolsa de cemento!
-Puta madre!

En pocos meses se irán resquebrajando como consecuencia inexorable de las políticas. Es la economía estúpido. Es la ideología pavote.
No digo que explote todo por los aires: pero será un tembladeral. Sobreactuar no servirá de nada: a la larga o a la corta el tiempo pone las cosas en su lugar.

Ahora bien, no está resuelto cómo, ni quién, se hace cargo de lo que venga. Aún falta autocrítica. No la que hacen los que solapadamente dentro del peronismo están al acecho para destruir el FPV.
¿Porqué el FPV se encerró dentro de sí mismo? El FPV perdió, y no alcanza con decir que fue por poco.
Claro que se hicieron muchísimas cosas bien, y el país está muchísimo mejor. Pero en política, como en la vida, no alcanza con ser bueno, hay que parecerlo.
Muchos siguen dentro del cascarón. Hay que romperlo de adentro hacia afuera, antes de que lo rompan desde afuera, y sea tarde.

El FPV es, después de todo, un frente en el que fundamentalmente están el kiechnerismo y el peronismo que sigue dentro del PJ. El kirchnerismo incluye varias miradas que podríamos definir como cercanas a la socialdemocracia, incluyendo una parte del peronismo.
El peronismo del FPV está en el PJ. Sin PJ no hay FPV. Hay algo chiquito. Hay matices, pocisiones que se cruzan y sr mezclan, pero básicamente es así.
Hay un sector del PJ que quiere liberarse de la impronta ideológica del FPV. El FPV necesita al PJ, el PJ no al FPV.

El poder se construye y se conquista, no se declama. Se construye con todos los que quieren caminar juntos, no con los verdaderamente buenos.
Si tantos siguen con esa pretendida posesión de la verdad, la verdad la recitarán en un cuarto pequeño. O en una plaza.

Pero el único lugar donde sirve de algo recitar la verdad es en la casa de gobierno.


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"- Tenés infiltrados –dijo el comisario.
- ¿Infiltrados? Acá sólo trabaja Mateo y hace veinticuatro años que está en la delegación.
- Está infiltrado. Te digo, Ignacio, echalo porque va a haber lío.
- ¿Quién va hacer lío? Yo soy el delegado y vos me conocés bien. ¿Quién va a joder?
- El normalizador.
- ¿Quién?
- Suprino. Volvió de Tandil y trae la orden.
- Suprino es amigo, qué joder. Hace un mes que le vendí la camioneta y todavía me debe plata.
- Viene a normalizar.
- Normalizar qué. Estás leyendo muchos diarios vos.
- El Mateo es marxista comunista.
- ¿Quién te metió eso en la cabeza? Mateo fue a la escuela con nosotros.
- Se torció.
- Pero si lo único que hace es cobrar los impuestos y arreglar los papeles de la oficina.
- Yo te aviso, Ignacio, echalo.
- Cómo lo voy a echar, gordo. Se me va a venir el pueblo encima.
- ¿Y para qué estoy yo?
- ¿Para qué estás?
- Para cuidar el orden en el pueblo.
- Vamos, gordo, vos estás jodiendo. Andá a la mierda.
- Te digo en serio, Suprino está en el bar. Te va a ir a ver, te va a aconsejar.
- Que me pague lo que me debe antes. Si no, te lo voy a denunciar."

Dice Juan Pablo Csipka, periodista de izquierda en su fesibuq, que estos días está encendido:
"Así comienza 'No habrá más penas ni olvido', de Osvaldo Soriano. El escritor murió hace hoy 19 años.
El libro fue llevado al cine por Héctor Olivera, convirtiéndose en una película de antología. Imprescindible para entender la Argentina y su historia político social.
Al fragmento precedente se le puede permutar 'infiltrados' por 'ñoquis' y 'marxista comunista' por 'kirchnerista' o cualquier otro 'ismo' en boga y podría decirse que, en vez de haber sido escrito en 1974, lo fue esta tarde.
La historia como tragedia y como farsa, aunque los de la farsa joden con el laburo, y eso es trágico."


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Quien se alegra porque alguien se queda sin el trabajo que le permite alimentar a sus hijos, es muy mala persona.
Pero si además los agrede, los insulta, pretende incluso negarles el derecho a la queja, al reclamo, entonces es peor: es un garca.





Pueden ser veloces delincuentes furtivos que roban alientos y suspiros en los callejones negros de sus profundidades solitarias. Pueden hacerme sentir en mi alma todo el puñetazo verde de sus iras acuáticas.
(Carlos Etxeba)

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